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J. Jesús Lemus denuncia presunta persecución de la FGR, a raíz de la publicación de su libro ‘El Fiscal Imperial’

J. Jesús Lemus presenta su nuevo libro: El Fiscal Imperial.
J. Jesús Lemus presenta su nuevo libro: El Fiscal Imperial.
(J. J. LEMUS )
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Cuando decidí escribir sobre el rencoroso y vengativo Fiscal General Alejandro Gertz Manero siempre supuse el riesgo que ello implicaba, pero nunca creí que ese riesgo llegara tan rápido. A solo un mes de que salió a la luz mi nuevo libro “El Fiscal Imperial”, han llegado las primeras amenazas a mi seguridad:

La Fiscalía General de la Republica inició una carpeta de investigación en contra de mi persona. Según fuentes al interior de la FGR, en esa carpeta se señalan mis domicilios en la Ciudad de México y en el estado de Michoacán, como “casas de seguridad”. Una casa de seguridad es una guarida de delincuentes en donde lo mismo se pueden resguardar armas y droga que sicarios o personas privadas de su libertad.

En esta indagatoria que lleva a cabo la FGR, está colaborando activamente la Fiscalía de Justicia de Estado de Michoacán, encabezada por Adrián López Solís, esto como producto de los acuerdos de colaboración entre la FGR y el gobierno de Michoacán, mismos que hace apenas una semana fueron ratificados entre el Fiscal Alejandro Gertz Manero y el Gobernador Alfredo Ramírez Bedolla.

“Cuando algo malo viene, el culo avisa”, decía el narcotraficante Luis Amezcua Conteras al que conocí en la cárcel federal de Puente Grande, en Jalisco. Y sí, algo me alertó cuando vi la fotografía de Alejandro Gertz y el gobernador Ramírez Bedolla, ambos posando sonrientes para una anónima cámara que así lo evidenciaría en Twitter. No pude menos que sentir un tirón de tripas.

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“El Fiscal que con nadie se reúne, que a nadie recibe, que ni al propio Presidente de la República le dispensa una reunión, ahora resulta que le da por reunirse con uno de los más inoperantes gobernadores de todo el país -eso fue lo que pensé cuando miré la fotografía-, no me suena lógico. Algo no está en su lugar”.

Con ese pensamiento estuve muchos días, tratando de descifrar la razón del encuentro entre el Fiscal Gertz y el gobernador Ramírez Bedolla de Michoacán. Al menos en mi hipótesis, una de las razones de ese encuentro quedó evidenciada este sábado que pasó. Dicha reunión pudo haberse dado para -seguramente entre otras cosas- acordar una venganza desde el poder.

Según mis fuentes, tanto dentro de la FGR como en la Fiscalía de Michoacán, en ese encuentro pudo haberse acordado una supuesta investigación penal que no tendría otra finalidad que tratar de incriminarme en hechos falsos, que pudieran tener como única desembocadura la prisión y el desacreditamiento a mi honorabilidad como periodista

Pero ¿por qué el Fiscal General de la República tendría que ocupar su valioso tiempo en tratar de joder a un simple reportero? Por venganza y enojo. Esa es la hipótesis que planteo en mi libro “El Fiscal Imperial”, en donde develo la personalidad corrupta de Alejandro Gertz Manero y explicó, con base en evidencia periodística sólida, como durante toda su trayectoria pública siempre ha tratado de encarcelar a todos los que lo cuestionan en su desempeño público.

El Fiscal Gertz Manero sin duda alguna está muy molesto por lo que revelo en mi libro “El Fiscal Imperial”, que lo pinta completo, de carne y hueso y de pies a cabeza, dando cuenta de quién fue él a su paso -poco honorable- en administraciones priistas y panista del gobierno federal, del PRD en el gobierno de la Ciudad de México, y ahora como funcionario de la Cuarta Transformación.

Como en México es cada vez más escaso el periodismo vertical, por eso este libro se ha tomado como un instrumento de golpeteo al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Y aunque este libro ni siquiera se aproxima a ello, las huestes del pensamiento mágico -aquellas que no cuestionan la realidad y menos si ese cuestionamiento va contra sus creencias- se han lanzado al linchamiento no solo del periodista sino del mismo texto.

La violencia contra periodistas en las redes sociales es algo a lo que en México ya nos hemos acostumbrado quienes trabajamos el periodismo sin ningún tipo de militancia. Y aunque esa violencia es cada vez más agresiva -por su fomento desde la conferencia presidencial de todos los días del presidente Andrés Manuel López Obrador- es algo que se ha normalizado.

Decenas de mensajes amenazantes me comenzaron a llegar a través de las redes sociales, desde que comenzó a circular “El Fiscal Imperial”. Todos esos mensajes fueron tomados en su justa dimensión, sabiendo de donde provenían. Siempre me alentó el hecho de que a pesar de que los mensajes de odio inundaron mis redes, siempre había lectores agradecidos por ese trabajo, desbordantes por la posibilidad de tener una lectura discrepante con el pensamiento mágico. Ese es y será mi mejor baluarte.

Las circunstancias hicieron crisis este sábado. Por familiares y amigos fui alertado que desde las 13.00 horas un vehículo, con hombres armados en su interior, se estacionó a unos metros del que es mi domicilio oficial, que se ubica en la ciudad de Morelia. Uno de los ocupantes de ese vehículo se identificó, ante vecinos que cuestionaron su presencia, como agente de la Fiscalía.

Los supuestos agentes de la Fiscalía dijeron estar en la comisión de una investigación criminal, refiriendo mi domicilio como “una casa de seguridad” sobre la que estaban haciendo las indagatorias para saber quienes estaban dentro y que era lo que hacían. Al interior de dicho domicilio solo estaba mi familia, por supuesto, sin ningún tipo de actividad criminal.

Por fuentes al interior de la FGR y de la Fiscalía de Michoacán supe que se estaba llevando a cabo una investigación oficial integrada en una carpeta, estableciendo que mi domicilio era una guarida delincuencial. La advertencia fue clara: “pueden reventar el domicilio esta misma noche”. Y ya sabemos lo que sucede cuando un domicilio es “reventado” a mitad de la noche. Puede sembrarse todo tipo de evidencias criminales.

Ante la desesperación y sin tener otra posibilidad a mi alcance opté por transmitir en vivo a través de mi canal de YouTube y denunciar lo que estaba sucediendo, eso fue si no para frenar los actos desde el poder, al menos sí para alertar y señalar a los posibles responsables de ese atentado que, a todas luces, tenía una sola intención: sembrar el miedo en mi persona.

Tras la denuncia vino la reacción, cientos de compañeros periodistas y comunicadores de YouTube, a través de redes sociales se hicieron solidarios con mi denuncia. Mi audiencia no me dejó huérfano y también denunció el atropello de la intimidación.

Gracias a la gestión del periodista Vicente Serrano, quien dialogó con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, se activó el Mecanismo de Protección de Periodistas, el mismo que he denunciado por tener nexos con el ex secretario de Seguridad Publica, Genaro García Luna. Tras la activación del Mecanismo, que implementó un operativo de seguridad que, de momento ha alejado a los hombres armados de mi y de mi familia.

Aun así, esto no está saldado. La ira y la venganza del Fiscal Gertz Manero siguen rondando mi casa y mi persona. Igual que en los tiempos de Felipe Calderón -cuando fui encarcelado 3 años y cinco días por haber denunciado los nexos de Luisa María Calderón con Servando Gómez Martínez-, hoy me sigue amenazando el fantasma de la cárcel. La única pregunta es ¿y ahora cuál será el supuesto delito que cometí?

Una sola cosa me queda claro: el único “delito” que he cometido es haber denunciado la inoperancia del Fiscal Alejandro Gertz Manero y la alcahuetería de todos los que contribuyen a su sostenimiento en el cargo bajo el argumento de que el Fiscal es un hombre bueno, intachable, incapaz de crear delitos o de inventar acusaciones.

Me llegan versiones de colegas periodistas, de Adán Augusto López Hernández, el secretario de Gobernación, y de la Secretaria de Seguridad Pública, Rosa Isela Rodríguez, que señalan la inexistencia de cualquier carpeta de investigación u orden de aprehensión en contra de mi persona. Me dicen que no soy investigado oficialmente por el gobierno federal.

Pero eso en lugar de darme tranquilidad alienta mis alertas: Entonces los hombres armados que han estado vigilando mi domicilio, no son agentes de la Fiscalía… pero están armados y me tienen bajo vigilancia ¿por instrucción el Fiscal Gertz Manero? O por iniciativa propia… ¿Qué le debó yo a los grupos del crimen organizado? Nada. ¿Qué le debo al Fiscal Gertz? Solo el haberlo expuesto de cuerpo completo ante los mexicanos.

En estas horas largas de la amenaza velada de mi detención con fines de aniquilamiento, he recibido mensajes de aliento, a través de terceras personas, que indican que, en el ánimo del gobierno federal, el que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, ni siquiera figuro como periodista preponderante, mucho menos existe la intención de una agresión a mi persona, lo que a final de cuentas debo agradecer.

Pero si los mensajes de Jesús Ramírez Cuevas, Adán Augusto López y Rosa Isela Rodríguez, refieren que en este gobierno no se persigue a nadie ¿Por qué el gobierno del presidente López Obrador tiene que pagar el costo político de las amenazas veladas vertidas por su Fiscal General? Solo un hombre tiene la respuesta: el presidente Andrés Manuel López Obrador.

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