La postapocalíptica Salton City resiste gracias al empeño de los latinos
Salton City (CA) — Salton City, otrora paradisiaco lugar de vacaciones, es ahora un poblado casi fantasmal habitado por latinos que, por el bajo valor de las propiedades y la cercanía con los campos agrícolas, optaron por vivir en este desolado lugar pese al olor fétido que llega del lago contaminado.
El lago, el mayor de California y ubicado en el condado de Imperial, al sur del estado, fue utilizado durante años por los agricultores de la región como desagüe de sus tierras de cultivo.
Las aguas contaminadas de pesticidas provocó un aumento de los niveles de salinidad, lo que ocasionó el declive de la vida marina, el aumento del mal olor y el abandono casi total del próspero destino turístico en los años de la década de 1980.
Esta costa lacustre, entonces denominada el “milagro en el desierto” por sus numerosos clubs de vela, hoteles, restaurantes, cafeterías y demás locales turísticos, quedó desierta, dejando atrás un paisaje postapocalíptico.
Un todavía colorido cartel que dice “Welcome Salton Sea Beach” luce en la entrada del lugar y contrasta con decenas de casas abandonadas a la orilla del lago y sus alrededores.
Algunas de ellas todavía muestran pertenencias y muebles deteriorados por el paso del tiempo, como si sus residentes no hubieran tenido tiempo de mudarse, apurados por las circunstancias.
A este paisaje desolador acompaña, sin duda, el fétido olor que emana del lago contaminado, ahora casi seco, aunque el volumen fluctúa en función del uso del agua para la agricultura, las lluvias y la evaporación.
Así, es imposible recrear los gloriosos años de mediados del siglo pasado, cuando estrellas como Frank Sinatra o los Beach Boys visitaban este popular lugar de recreo.
Y ahora solo unos pocos valientes se atreven a vivir allí, asegura a Efe Isidro Vargas, quien por más de dos décadas ha vivido en Salton Sea, donde, asegura, la “peste” no detiene a los mexicanos: “Donde nos pongan, trabajamos”.
“Antes era puro americano, casi no veías mexicanos, ahora los estamos corriendo, casi todos los que viven aquí son latinos”, comenta.
En 2010, la población de Salton City era de 3.763 personas, un 284 % más que los 978 habitantes del año 2000, según datos del censo, que apunta a que el 63 % de los residentes son de origen latino, en su mayoría mexicanos.
El censo también señala que el 81 % de los terrenos del poblado permanece sin urbanizar y el 38 % de las viviendas que siguen en pie están desocupadas.
“Si pudiéramos pagar una renta de 2.000 dólares por mes no estuviéramos aquí, las rentas en este lugar son de 450 y 500 dólares, y te encuentras casas grandes con varios cuartos y baños en 600 dólares. Si nos vamos a Coachella o Indio no podríamos pagarlas”, comenta a Efe otro vecino del lugar, José Salinas.
Fueron varios factores los que contribuyeron al abandono de la zona, coinciden los pobladores, aunque el principal fue la contaminación y el penetrante olor a podredumbre.
Mientras trabajaba en los arreglos de una de las tantas casas abandonadas del lugar, Juan Armenta cita además motivos económicos y recuerda que en la década de los noventa mucha gente no pudo “sostener el ritmo de vida de vivir alejado de la ciudad” por el aumento del precio de la gasolina.
Por eso, solo quedaron aquellos habitantes que se dedican a la agricultura en los campos aledaños del Valle Imperial.
“Por la desocupación parece un pueblo fantasma, puedes ir al embarcadero, al mirador, todos abandonados, los hoteles los derrumbaron, los restaurantes y cafés están en ruinas”, dice a Efe Manuel Carbajal, quien desde hace tres años vive en la ribera de Salton Sea.
Entre los pobladores, menciona, se manejan muchas “leyendas” sobre los motivos de la sequía de la laguna, unos dicen que fueron los contaminantes de los campos agrícolas, otros la salinidad y otros hablan de que en la zona hay mucho litio.
Por eso, rumorean algunos, incluso el fabricante de automóviles eléctricos de lujo Tesla “quiere comprar los terrenos cercanos al lago” para aprovechar el litio, necesario para sus baterías, dice Carbajal.
Timothy Bradley, profesor de la Universidad de California-Irvine, asegura a medios locales que este lago, que se formó debido a una crecida del río Colorado en 1905, podría recuperarse gracias a la energía geotérmica, pues se halla sobre la Falla de San Andrés en un área en la que chocan dos placas tectónicas.
Mientras tanto, son los latinos los que han inyectado vida y reactivado la economía de este pequeño poblado fantasmagórico que se niega a desaparecer entre la inmensidad del desierto.
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