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Cambian la vida de niños latinos a través de clases de arte en un centro comunitario

Niñas y niños acuden cada sábado a las instalaciones de Misiones de Amor, en donde reciben clases de piano y guitarra de forma gratuita.
(Soudi Jiménez/Los Angeles Times en Español)
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El talento musical e histriónico de los niños que llegan a Misiones de Amor se esculpe con dedicación y empeño; algunos muestran cierta destreza y otros necesitan más ayuda, pero por igual encuentran en esta organización el acompañamiento de maestros y voluntarios que les pulen sus habilidades.

En una mañana regular de sábado, las puertas de esta escuela de arte se abren a las 11 a.m. Algunos niños y padres de familia llegan antes de esa hora.

“Mi hija está esperando que llegue el sábado”, manifiesta Idalia González, originaria de El Salvador, quien lleva a clase de piano a su hija Alexandra, de 7 años, que antes de inscribirse en este programa pasaba mucho tiempo en la tableta y no tenía con quien jugar porque es hija única.

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“Ahora que está aquí tiene más amigos y se entretiene en el piano”, añadió González.

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A este centro comunitario semanalmente acuden cerca de 20 niños y niñas, entre los 5 y 13 años. De 11 a.m. a 12 p.m. se imparten clases de piano y de 12 p.m. a 1 p.m. son clases de guitarra.

Misiones de Amor nació en Barkersfield hace 13 años, pero en 2018 abrieron una oficina en Los Ángeles. En enero pasado, comenzaron a operar en un local que les ha facilitado la organización Pico Union Housing Corporation, ubicado en el vecindario de bajos recursos Pico Union, en Los Ángeles.

Julio Calderón, originario de El Salvador, dirige la clase de guitarra que brinda cada sábado Misiones de Amor.
(Soudi Jiménez/Los Angeles Times en Español)

Por este tipo de clases se paga por lo menos $25 por hora en una escuela privada; sin embargo, en esta entidad son gratuitas, algo que motiva a los padres de familia llevar a sus hijos.

Hace cuatro semanas, Brenda Alvarado, originaria de Guatemala, llevó por primera vez a su hija Joselyn, de 6 años, y a la menor le encantó, porque les estaba pidiendo a sus padres que la inscribieran en clases de música con el interés de tocar el piano en el grupo de su iglesia.

“Está feliz, está aprendiendo bien rápido”, dijo la oriunda de Retalhuleu, detallando que es tanto el compromiso que en la casa la pequeña ensaya por lo menos tres veces por semana y a veces todos los días. “Cuando está emocionada hasta que se aprende la canción deja de practicar”, agregó Alvarado.

Alumnos y padres de familia aparecen junto a los voluntarios de Misiones de Amor, organización ubicada en el vecindario Pico Union, en Los Ángeles.
(Soudi Jiménez/Los Angeles Times en Español)

En la visita realizada por Los Angeles Times en Español, la pequeña Alexandra no pudo practicar con el piano que tenía asignado, porque de forma repentina dejó de sonar.

En la parte trasera del recinto, estaba Isidora Villagra, de 13 años, junto con el piano que lleva desde su casa. Esta chica, originaria de Chile, cuenta que ya sabía tocar algunas notas antes de llegar a esta escuela de arte, a la que se incorporó hace cinco semanas.

“Tenía un piano cuando era más pequeña”, contó Villagra, nacida en la provincia chilena de Iquique.

Esta jovencita también practica baile desde que tenía 8 años. Ella está interesada en incursionar en esta disciplina de forma profesional.

“Más que nada por audiciones de baile necesitan que los niños sepan tocar un instrumento, como a mi me gusta bailar necesitaba tocar piano”, explicó.

“Es súper entretenido y siempre me ha gustado”, agregó Villagra, detallando que en su casa a través de YouTube busca canciones y las aprende por su cuenta. En la escuela de música le han enseñado algunas notas y durante un receso muestra su habilidad tocando “Happy birthday” y “Un mundo ideal”.

“Ahora estamos aprendiendo la canción ‘La estrellita’”, indicó la joven chilena.

Desde hace diez años, Ana Fuentes, originaria de México, aprendió a tocar piano. Interesada en que su hija tomara clases en un centro privado llegó a Misiones de Amor.

En ese momento, el profesor que daba esa clase se había retirado. Al ver que no había un instructor ella comentó que sabía tocar, así que desde ese día, hace ya dos meses, se hizo cargo de la clase de piano y, al mismo tiempo, se quedó su hija como una alumna más del grupo.

“Hay muchos niños que quieren aprender”, comenta Fuentes, originaria de Puebla, detallando que hay alumnos que llegan con cierto conocimiento. “Con los que no saben, tengo que sentarme con ellos para enseñarles; uso colores para que puedan distinguir las notas”, aseguró.

Todos empiezan con la escala de “do” y luego sacan melodías en esa escala, van estudiando una por una. Después van a seguir con “re”, “mi”, “fa”, “sol”, “la” y “si”.

“La mayoría está avanzando, hay uno que otro que le está costando”, manifestó, pero la señal del compromiso es que no han abandonado la clase, sino que llegan con disciplina cada sábado, interesados en tocar con destreza el piano. “Todos están bien atentos”, indicó Fuentes.

Algunos de los niños después de la clase de piano se quedan a la sesión de guitarra, dirigida por Julio Calderón, originario de El Salvador. Desde el jueves anterior, 27 de febrero, comenzaron a impartir las clases de actuación, de 6 a 7:30 p.m. En la primera sesión participaron tres alumnos.

Los programas funcionan a base de voluntarios, entre ellos Mayra Melgar, directora ejecutiva (al centro) de este centro comunitario.
(Soudi Jiménez/Los Angeles Times en Español)

En la actualidad, son siete los voluntarios que impulsan los programas de esta organización, pero siguen en la búsqueda de profesores que deseen donar su tiempo y también necesitan instrumentos para proveerles a los niños, quienes comparten un piano con otro alumno durante la clase.

El esfuerzo, dice Martín Ortiz, director de comunicaciones de Misiones de Amor, vale la pena porque están alejando a los niños del ocio. “Están aprendiendo algo positivo, se educan, el día de mañana dirán: ‘Soy un músico’”, indicó el oriundo de Honduras.

A largo plazo, sostiene Mayra Melgar, directora ejecutiva de la organización, es una inversión en la sociedad la que están realizando.

Durante 19 años, Melgar, originaria de El Salvador, laboró como profesora de preescolar en el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD). Por esa razón, ella entiende que al trabajar en la niñez y la juventud no sólo los alejan de la calle, sino que les dotan de herramientas que cambian sus vidas.

A juicio de Melgar, los estudios han comprobado que las clases de música ayudan en la parte académica de los estudiantes. “Salen mejor en matemáticas y lenguaje”, dijo, asegurando que eso es el resultado de que se activa la parte izquierda del cerebro. “Tienen un mejoramiento exponencial”, agregó.

“Estamos cambiando vidas a través de la música y el arte, dándoles una alternativa saludable a las familias”, concluyó Melgar.

EL DATO
Misiones de Amor
Dirección: 1801 W. 11th St, Los Ángeles
Teléfono: 661.349.2205
Detalles: Los cupos están abiertos para familias interesadas en inscribir a sus hijos en este programa comunitario. El sábado 14 de marzo estará cerrado por un evento especial, pero las clases se reanudan el 21 de marzo.

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