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El Departamento de Policía de Los Ángeles hace un arresto en trágico accidente, pero necesita ayuda en muchos más

Angela Rodriguez, 11, daughter of Kiesha Saravia, listens to her grandmother speak during a news conference
Ángela Rodríguez, de 11 años, hija de Kiesha Saravia, escucha a su abuela hablar en una conferencia de prensa cerca de Main y la 117th en South L.A, donde Saravia y su hija no nacida resultaron muertas por un conductor que huyó.
(Gabriella Angotti-Jones / Los Angeles Times)

El arresto en las muertes de Kiesha Saravia, de 38 años de edad, y su hijo no nacido refleja el difícil y tedioso trabajo que supone resolver las colisiones con fuga.

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Cada vez que Wendy Granados llamaba a un detective del Departamento de Policía de Los Ángeles para obtener noticias, recibía la misma respuesta. No había pistas en la búsqueda de la persona que había matado a su hermana de 38 años, Kiesha Saravia, y a su hija por nacer en un accidente en South L.A.

Los agentes le dijeron que no debería perder la esperanza, pero podría llevar meses o años resolver un caso. Finalmente, Granados comenzó a llamar con menos frecuencia.

Luego, hace aproximadamente dos semanas, mientras estaba en la autopista la llamó un detective. Habían arrestado a un hombre de 21 años que había confesado ser el conductor del vehículo.

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Maria Graciela Saravia, mother of Kiesha Saravia
María Graciela Saravia, madre de Kiesha Saravia, habla con Telemundo.
(Gabriella Angotti-Jones / Los Angeles Times)

“Estaba conduciendo y llorando”, manifestó Granados. “Me dije a mí misma ‘gracias a Dios’, luego pensé: ‘Dios mío, él es muy joven’”.

El arresto refleja el trabajo complicado y tedioso que implica resolver colisiones conocidas como hit-and-run (colisionar y huir). Muchos dejan pocas pistas para seguir, y las familias pueden esperar durante largos períodos, mientras los oficiales trabajan para identificar a los sospechosos. Los accidentes a menudo ocurren tarde en la noche sin testigos, y las imágenes de video que muestran al automóvil involucrado pueden ser demasiado granuladas para descifrar una placa.

Estos incidentes fatales han estado en alza en toda la ciudad, aumentando de 52 en 2017 a 62 en 2019. En el Buró Sur de LAPD, un área que el año pasado representó aproximadamente el 40% de los hit-and-run de Los Ángeles, los oficiales se centran en difundir la conciencia de que detenerse para prestar ayuda puede salvar vidas y alentar a los testigos a compartir información que pueda ayudar a resolver estos crímenes.

De los 25 accidentes fatales del buró el año pasado, los funcionarios han realizado arrestos en 10.

“Estamos presionando para que se corra la voz... si ven algo, entonces digan algo”, indicó el capitán Jon Pinto, de la División de Tráfico del Sur, quien sostuvo una conferencia de prensa el jueves en el vecindario de Broadway-Manchester donde ocurrió la colisión y anunció el arresto del sospechoso.

Saravia creció en South L.A y era madre de cinco hijos, el mayor ahora de 15 años y el menor de 6. Ella trabajaba como secretaria en el negocio de camiones de su hermano.

Ronald Granados, brother of Kiesha Saravia
Ronald Granados, hermano de Kiesha Saravia, habla con Telemundo durante la conferencia de prensa.
(Gabriella Angotti-Jones / Los Angeles Times)

Era extrovertida y tenía una personalidad optimista, expuso Granados. A menudo cocinaba aguachile, un plato de mariscos mexicanos, e invitaba a sus hermanos para hacer carnes asadas en su patio.

“Hay mucha gente que espera los fines de semana para los asados, ella no era ese tipo de persona”, relató Granados.

Alrededor de las 10 p.m. el 26 de julio, Saravia se dirigía a casa con su novio y uno de sus hijos después de ir de compras a Target. Fue golpeada mientras cruzaba la calle 117 por un vehículo que viajaba hacia el norte por la calle principal. Saravia fue llevada a un hospital, donde su bebé nació por cesárea, pero tanto ella como la recién nacida murieron a causa de las heridas.

Desde el principio, el detective Michael Flannery y sus compañeros tenían pocas pistas para encontrar al conductor. No hubo video de la colisión, que ocurrió justo antes de un paso elevado en la autopista. Los únicos testigos fueron dos miembros de la familia que sólo recordaban haber visto un automóvil de color claro.

Flannery llamó a las puertas del vecindario y recopiló videos de negocios y residencias en la calle. Pasó cientos de horas rastreando autos, revisando las imágenes en busca de cualquier cosa que pareciera sospechosa, como un conductor que acelera o gira.

“A veces estás mirando los videos, y después de hacer esto por un tiempo detectas algo fuera de lo común”, señaló. “No vimos nada”.

La ayuda del público puede ser clave para resolver estos casos. En 2019, LAPD recibió 109 llamadas con información sobre hit-and-runs a través de Crime Stoppers, un servicio anónimo que ofrece recompensas a las personas que brindan información que lleve a arrestos. Seis de ellos condujeron a arrestos.

La policía depende de la ayuda de los medios de comunicación para publicitar estos casos. Pero una colisión podría no ser noticia si no hay algo más de interés periodístico, manifestaron las autoridades.

El fin del estancamiento en el caso de Saravia se produjo el mes pasado, cuando LAPD recibió una pista de un informante que había visto una conferencia de prensa que el departamento celebró después de la colisión fatal. El 27 de febrero, la policía arrestó al residente de South L.A, Cristian Mendoza Orellana de 21 años, bajo sospecha de este delito. Los fiscales han acusado a Orellana, quien está detenido bajo fianza de $4 millones, por dos cargos de asesinato en segundo grado.

Flannery señaló que sospechaba que Orellana, quien había estado manejando con amigos, se encontraba bajo la influencia de óxido nitroso, una droga también conocida como “gas de la risa”.

Aunque el arresto alivió a la familia de Saravia, también reabrió las heridas que intentaban curar. Saravia debía dar a luz a su sexto hijo, a quien había planeado llamar Lyiah, la semana después de su muerte. Sus cinco hijos, que solían vivir con ella, ahora residen con sus respectivos padres.

Todos los viernes, día en que ocurrió el accidente, trae a la madre de Saravia, María Graciela Saravia, recuerdos dolorosos de la muerte de su hija.

“Mi hija está descansando en paz, pero a pesar de que tienen a la persona que lo hizo, no la van a traer de vuelta”, aseveró.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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