Condujo más de 600 millas para cortarse el cabello, y no es el único
Gente de toda California y de fuera de ella han estado conduciendo horas para visitar los salones de los condados de Sutter y Yuba, abiertos a pesar de la orden de quedarse en casa.
Después de ver una publicación de Facebook, la tentación fue demasiado grande para J. Farr, un joven de 28 años que vive casi totalmente aislado en su apartamento de Olympia, Washington. Un viejo amigo de su ciudad natal, Yuba City, al norte de Sacramento, comentó que se había cortado el pelo. “Inmediatamente comencé a hacer preparativos”, confesó Farr, quien antes del brote de coronavirus se cortaba el cabello cada pocas semanas y, sin un final claro a la vista, había considerado afeitarse la cabeza.
Un par de días después, Farr, quien perdió su trabajo como rociador de pintura, estaba dentro de su Volkswagen Jetta, escuchando música country y listo para conducir más de 600 millas para volver a su lugar de origen por primera vez en cuatro años. Llegó a destino el martes por la noche y, a la tarde siguiente, estaba sentado en la concurrida barbería Butte House Barber Shop, en el condado de Sutter.
Su barbero llevaba una máscara, pero Farr no. Se fue del lugar luciendo un corte de pelo rebajado, después de que le quitaran un cuarto de pulgada de longitud de la parte superior de la cabeza. El costo total fue de $20 más propina.
“Cuando llegué allí, era exactamente lo que esperaba”, expresó. “He estado aislado durante los últimos tres meses y fue la primera vez que tuve ese tipo de interacción social en ese período. Es realmente bueno sentir que hay otras personas en el mundo que no se van a quedar con el miedo cuando no hay algo a qué temer”.
En todo California y otros estados, algunos conducen horas para visitar salones de belleza en los condados vecinos de Sutter y Yuba, que han abierto sus peluquerías bajo la guía local, a pesar de la orden de permanecer en el hogar impartida por el gobernador Gavin Newsom. Los clientes desesperados por un corte de cabello también buscan una cierta sensación de normalidad después de vivir con muy poco contacto social durante meses.
Algunos salones, preocupados por perder su licencia estatal, no abrieron sus puertas. Muchos piden a los clientes que aguarden en sus autos y, según las reglas del Condado, les exigen cubrebocas y limitan el contacto cercano con los profesionales a 30 minutos. A menudo, los clientes se van con el cabello mojado.
La demanda de cortes y color, tanto de parte de locales como de foráneos, ha sido abrumadora. “Le corto el cabello a personas de otros estados, de San Francisco, Walnut Creek, Martínez, Fresno, Madera, Redding, Reno”, detalló Wes Heryford, de 42 años, propietario de Butte House Barber Shop. “No hay muchas opciones y la gente está emocionada de que alguien corte el cabello, por lo cual no tienen problemas para conducir tres o cuatro horas para venir a vernos”.
A principios de mayo, los funcionarios de los condados de Yuba y Sutter permitieron reabrir los gimnasios, restaurantes, centros comerciales, barberías, salones de belleza, spas, locales de tatuajes y otros negocios, anticipándose a las decisiones estatales, siempre y cuando se estableciera el distanciamiento social y otros protocolos de seguridad. Las autoridades argumentan que esos condados -que juntos han tenido poco más de 60 casos de COVID-19- fueron menos afectados por la pandemia que lugares como Los Ángeles y el Área de la Bahía.
La semana pasada, condados como Yuba y Sutter recibieron permiso para avanzar hacia lo que el gobernador ha llamado ‘Fase 2’ del plan de reapertura de California, y más negocios abrieron sus puertas. Si bien esa etapa aún no permite que funcionen los servicios de atención personal como los salones de belleza, el oficial de salud de los condados de Yuba-Sutter sostiene que la orden local sigue en pie y que las empresas deben buscar asesoría legal privada si no cumplen con la Fase 2.
La discrepancia preocupa a muchos propietarios de salones. La Junta de Peluquería y Cosmetología de California advirtió que podría iniciar acciones disciplinarias para inhabilitar a aquellos que no cumplan con la orden estatal de quedarse en casa. La junta recibió más de 800 denuncias de empresas en todo el estado que comenzaron a funcionar violando el decreto, pero aún no tomó medidas disciplinarias, indicó un portavoz.
Mientras tanto, una demanda federal presentada el martes pasado por la Federación Profesional de Belleza de California, una organización sin fines de lucro que representa a profesionales de la belleza matriculados, ha intentado que la industria retome actividades. Entre otras cuestiones, citó la capacitación en saneamiento e higiene que los estilistas, cosmetólogos y barberos deben completar antes de recibir su licencia.
“Eso ha sido lo más difícil de ir a trabajar”, comentó Mercedes Brockman, de 30 años, copropietaria de Beyond Appearance Salon Spa, en Marysville, en el condado de Yuba, quien atendió a clientes de sitios lejanos como Nevada y Oregón. “No es el saneamiento adicional, es el temor de que alguien amenace con quitarme todo lo que logré trabajando… Que me amenacen con despojarme de eso porque estamos tratando de mantener a nuestras familias”.
El Dr. George Rutherford, epidemiólogo de la Universidad de California en San Francisco, reconoció los estándares de limpieza de la industria, pero advirtió que la clave es la seguridad en torno a la respiración. Las máscaras de algodón comúnmente usadas, precisó, no protegen completamente contra la transmisión del coronavirus, y cuanto más espere la gente para volver a esos servicios, menores serán las posibilidades de encontrarse con un barbero o un cliente infectado. “Creo que se está en contacto muy cercano, incluso con cubrebocas es problemático”, expuso. “Es la preocupación por las secreciones respiratorias”.
Eso no perturbó a Mike, un repartidor de pan de 52 años, residente de San Bruno, en el condado de San Mateo, quien condujo dos horas hasta el salón de Heryford. Mike, quien se negó a revelar su apellido, normalmente se corta el cabello cada dos semanas, y muy esporádicamente “cada tres”.
El hombre encontró el salón en Google después de que un compañero de trabajo le dijera que había barberías abiertas en la ciudad de Yuba. Las buenas críticas fueron suficiente garantía, y así hizo el viaje de 115 millas en su día libre, el miércoles pasado.
Heryford no exige que sus clientes o barberos usen máscaras, y Mike optó por no colocarse una. No le preocupa contraer el virus. “Los barberos se dedican a desinfectar todas sus tijeras, sus peines, cualquier herramienta que utilicen”, detalló. “Es algo importante, la desinfección entre un cliente y otro. Son muy cuidadosos al respecto”.
Si bien Heryford comentó que su tienda hace todo lo posible por practicar el distanciamiento social, ello también depende de sus clientes, al igual que el uso de cubrebocas.
“En lo que a mí respecta, no impongo nada a nadie; es un país libre”, aseveró. “Es su decisión, es su vida. Yo no le tengo miedo al virus, así que no uso una máscara”.
Otros salones han tomado numerosas precauciones adicionales. Amy Johnson, de 40 años, propietaria de Rockabetty’s Hair Parlor, en Yuba City, necesitó reabrir sus puertas para mantener a su familia y las de sus estilistas, contratistas independientes que rentan su espacio. Ella ya enfrenta una pérdida financiera significativa porque permitió que los estilistas se retrasaran con los pagos del alquiler.
Cualquier persona que ingresa al salón debe rociarse los zapatos con desinfectante e higienizarse las manos. Los clientes y los estilistas firman formularios donde declaran que el salón no es responsable si contraen el coronavirus allí, o en cualquier momento posterior. Una línea dibujada con cinta adhesiva desde la entrada del lugar hasta los sillones promueve el distanciamiento social. Los estilistas usan un temporizador de 30 minutos, y el negocio rechaza trabajos de corrección de color y tratamientos de suavizado capilar, que tomarían más tiempo.
Johnson tuvo una gran cantidad de clientes de todo el estado, según afirmó, incluidas personas de Santa Rosa, Sacramento y Los Ángeles, y muchos de ellos hombres. Pero se debate si permitirlo, preocupada por los riesgos para la salud de atender a gente foránea, que puede llegar de otros condados.
“Realmente no estoy segura de qué hacer”, afirmó. “¿Cómo le voy a decir eso a una persona? ¿Y cómo lo voy a hacer cumplir?”.
Algunos propietarios, como Kristi Goldby, de 49 años, que ayuda a dirigir el Headlines Salon and Spa en Yuba City, colocan a los clientes foráneos en una lista de espera. Goldby recibe muchas llamadas a diario de personas en otros condados, por ejemplo alguien que estaba dispuesto a conducir cuatro horas desde Monterey.
Otros los excluyen por completo. “Sólo atendemos a locales. Queremos mantener nuestra comunidad a salvo”, afirmó Jennifer Johnson, propietaria de Image Salon and Day Spa, en Yuba City, quien además le toma la temperatura a sus clientes.
Marti, una mujer de 70 años que vive en Davis, condujo alrededor de una hora hasta Rockabetty’s, el miércoles, para cortarse el cabello por $40. Ella suele usar su cabello, naturalmente cano, teñido de castaño y por encima de los hombros.
Al principio dudaba de hacer el viaje. Marti, quien se negó a proporcionar su nombre completo, vive por su cuenta y sólo había salido de su casa para ir a la tienda de comestibles y a la farmacia. Pero se preocupó menos cuando se enteró de que la región tenía un bajo número de muertes y contagios.
Aunque había estado ocupada con un retiro de meditación en línea de ocho semanas de duración, también se sentía limitada. “Al igual que muchas personas que están encerradas, tienes buenos días y otros que no son tan buenos, y tal vez momentos en los que no te sientes tan bien contigo misma”, expresó. “Por supuesto, podría haber seguido como estaba, pero necesitaba hacer algo. Fue muy terapéutico que alguien me lavara el cabello y me diera un masaje en la cabeza”.
Marti se sintió segura porque conversó con su estilista durante la cita. Ir a un salón, dijo, no es algo con lo que se hubiera estado cómoda en su propio condado. “Me siento un poco culpable de no haber esperado hasta que la actividad se reanudara en mi condado”, señaló. “Me gusta el gobernador Newsom, creo que tiene los mejores intereses en su corazón y quiero seguir sus pautas. Me hubiera sentido culpable si estuviera sentada allí y aparecía alguna autoridad y los multaba”.
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