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La ‘otra’ crisis de salud que se avecina: Por la pandemia, la gente evita ir al médico

La ‘otra’ crisis de salud que se avecina: Por la pandemia, la gente evita ir al médico
Los expertos en salud temen un incremento en los problemas de salud prevenibles, como la presión arterial alta, porque las personas evitan ir al doctor durante la pandemia de COVID-19.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)
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En estos días, la profesora de actuación Deryn Warren, de Los Ángeles, hace balance entre su dolor y su miedo. Es una paciente con cáncer de vejiga, que se rompió la muñeca en noviembre pasado. Necesita continuar la fisioterapia para su muñeca, además de estár atrasada meses en el seguimiento de su tratamiento oncológico.

Pero Warren no quiere siquiera pasar cerca de un hospital ahora, a pesar de que le duele la muñeca todos los días.

“Si regreso al hospital, me contagiaré de COVID. Los hospitales están llenos de gente COVID”, asegura Warren, ex directora de cine y autora del libro “How to Make Your Audience Fall in Love With You” (Cómo hacer que tu audiencia se enamore de ti). “Los médicos me dicen: ‘Vuelve a tu terapia’, y mi respuesta es: ‘No, gracias’”.

Muchos pacientes como Warren evitan ahora pasar por hospitales y clínicas. El coronavirus disminuyó tanto la confianza en el sistema médico estadounidense que incluso gente con obstrucción intestinal, dolor en el pecho y síntomas de accidentes cerebrovasculares ignoran las señales de peligro y evitan la sala de emergencias, con consecuencias potencialmente mortales.

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Un estudio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) descubrió que las visitas a emergencias en todo el país cayeron un 42% en abril, de una media de 2.1 millones a la semana a 1.2 millones, en comparación con el mismo período en 2019.

Según una encuesta de Harris en nombre de la Asociación de Cardiología Estadounidense, aproximadamente uno de cada cuatro adultos que experimentan un ataque cardíaco o accidente cerebrovascular preferiría quedarse en casa que arriesgarse a infectarse con coronavirus en un centro médico. Estas preocupaciones son mayores en las poblaciones negras (33%) y latinas (41%), detalló el Dr. Mitchell Elkind, presidente de dicha asociación y profesor de neurología y epidemiología en la Universidad de Columbia.

Quizá aún más preocupante es la caída drástica de las consultas de rutina, especialmente en las regiones afectadas por el patógeno. Los modelos creados por la compañía de investigación médica IQVIA predicen diagnósticos demorados de aproximadamente 36.000 personas con cáncer de seno y 19.000 con cáncer colorrectal debido a la dedicación exclusiva de la atención médica al COVID-19.

En el Hoag Memorial Hospital Presbyterian, en Newport Beach, las mamografías han disminuido hasta un 90% durante la pandemia. “Cuando se atiende solo al 10% de pacientes posibles, no se detectará a esa mujer con cáncer de seno en etapa temprana que necesita una biopsia de seguimiento”, indicó el Dr. Burton Eisenberg, director médico ejecutivo del Instituto de Cáncer Familiar Hoag.

Antes de la pandemia, Eisenberg atendía a cinco pacientes con melanoma por semana. No ha visto ninguno en el último mes. “Habrá un tiempo de retraso antes de que veamos los resultados de toda esta falta de atención médica”, dijo. “En dos o tres años, habrá un alza en el cáncer de mama en el condado de Orange, y sabremos por qué”, señaló.

El Dr. Farzad Mostashari, ex coordinador nacional de tecnología de información de salud del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU, coincide. “Habrá consecuencias por diferir el manejo de enfermedades crónicas”, manifestó.

“Es probable que los pacientes con hipertensión arterial no tratada, enfermedades cardíacas, pulmonares y renales, experimenten un deterioro lento. Las mamografías no realizadas, las personas que intentan obviar el control de la presión arterial; no hay duda de que todo esto causará problemas”.

Sumado al miedo, los cambios en el sistema de salud han impedido que algunos reciban la atención necesaria.

Muchos consultorios permanecen cerrados durante la pandemia, lo cual retrasó las pruebas y el tratamiento oportunos de los pacientes. Según un estudio del Urban Institute, otros enfermos perdieron su seguro de salud laboral durante los despidos relacionados con el virus, y son reacios a buscar atención de salud.

Un estudio del Cancer Action Network, de la Sociedad Estadounidense del Cáncer, descubrió que el 79% de los pacientes con dicha enfermedad en tratamiento habían experimentado retrasos en la atención, incluido el 17% que sufrió demoras en la quimioterapia o la radioterapia.

“Muchas instalaciones de detección fueron cerradas, y en general las personas tenían miedo de ir a las que estaban abiertas, por temor a contraer COVID”, reflexionó el Dr. William Cance, director médico y científico de la Sociedad Estadounidense del Cáncer.

También están los pacientes que fueron desestimados debido a la fijación del sistema médico con el COVID-19.

Dimitri Timm, un agente de préstamos de 43 años, de Watsonville, California, comenzó a sentir dolor de estómago a mediados de junio. Llamó a su médico, que sospechó un contagio de coronavirus, y le indicó a Timm que fuera a un centro de atención urgente que manejaba pacientes sospechosos de COVID-19.

Pero ese consultorio estaba cerrado por el día. Cuando finalmente lo examinaron, la tarde siguiente, Timm supo que su apéndice había estallado. “Si mi apéndice reventada se hubiera infectado, podría haber muerto”, enfatizó.

El grado en que los enfermos que no tienen COVID quedan atrapados entre las grietas puede variar según la región. Los médicos en el norte de California, donde los hospitales aún no experimentaron un aumento abrumador de casos de COVID-19, siguieron atendiendo a otros pacientes, comentó el Dr. Robert Harrington, presidente del Departamento de Medicina de la Universidad de Stanford y presidente saliente de la Asociación Cardiológica Estadounidense.

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Según él, fue más probable que los problemas no relacionados con el COVID hayan pasado inadvertidos o quedado desatendidos en, por ejemplo, Nueva York, durante la ola de abril, expuso.

El Colegio Americano de Cardiología y la Asociación Cardiológica Estadounidense lanzaron campañas para que los pacientes se atiendan de inmediato ante una urgencia y continúen con sus citas de rutina.

El impacto de la atención tardía podría sentirse este invierno si un nuevo brote de casos de COVID-19 colisiona con la temporada de gripe, abrumando el sistema en lo que el director de los CDC, Robert Redfield, predijo como “uno de los momentos más difíciles que habremos experimentado en Salud pública estadounidense”.

La capacidad del sistema de atención médica para manejarlo todo “será puesta a prueba”, consideró Anthony Wright, director ejecutivo de Health Access California, un grupo de activismo.

Pero algunos pacientes que se quedan en su casa pueden estar evitando a los médicos porque no necesitan realmente de atención. El Dr. Harlan Krumholz, cardiólogo e investigador de la Universidad de Yale, cree que la pandemia podría haber bajado el estrés para algunos pacientes, reduciendo así los ataques cardíacos y los accidentes cerebrovasculares.

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“Cuando el país cerró, el aire se volvió más limpio, las carreteras estaban menos transitadas. Y entonces, paradójicamente, hay gente que experimentó menos estrés en la pandemia, no más”, comentó Krumholz, quien escribió un artículo de opinión en abril, en el New York Times, titulado “¿A dónde se han ido todos los ataques al corazón?”. “Aislados en sus casas comenzaron a comer de manera más saludable, cambiaron sus estilos de vida e hicieron a un lado sus malos comportamientos”, expuso.

Al menos algunos médicos expertos están de acuerdo. “El cierre puede haber sido un año sabático para nuestros malos hábitos”, comentó el Dr. Jeremy Faust, médico de la división de políticas de salud y salud pública del Hospital Brigham and Women, de Boston. “Estamos haciendo muchos cambios en nuestras vidas, y eso incluye a los pacientes cardíacos. Si uno va a un restaurante tres veces a la semana o más, ¿se da cuenta de cuánta mantequilla está comiendo?”.

Si bien ciertos pacientes pueden beneficiarse de un cambio de régimen ante el COVID-19, muchas personas tienen necesidades médicas urgentes e innegables. Y algunos intentan ganarle a su miedo al virus para buscar atención, después de equilibrar los riesgos y beneficios.

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En marzo pasado, cuando la pandemia se hizo evidente, Kate Stuhr-Mack se estaba sometiendo a un ensayo clínico en Hoag para tratar un cáncer de ovario en fase 4, que había reaparecido después de una mejora de nueve meses.

Los miembros de su grupo de apoyo en línea decidieron mantenerse alejados del lugar por miedo a contraer el virus. Pero Stuhr-Mack, de 69 años, psicóloga infantil, no tenía otra opción: para permanecer en la prueba, debía acudir a sus citas regulares de quimioterapia para pacientes ambulatorios.

“Todos tomamos decisiones; hay que tomarlo con filosofía”, dijo. “Por mi parte, pensé que era mucho más arriesgado no recibir tratamiento contra el cáncer que enfrentar la posibilidad de contraer COVID en algún ascensor”.

Glionna es un ex reportero nacional de Los Angeles Times. Este artículo fue producido por KHN (Kaiser Health News), que publica California Healthline, un servicio editorial independiente de la California Health Care Foundation. KHN no está vinculado con Kaiser Permanente.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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