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California le quita fuerza a un equipo contra el coronavirus, a pesar de las largas filas para las pruebas y los nuevos brotes

Stephenson Arturo Avilio checks ID at the COVID-19 testing site at the Forum parking lot in Inglewood
Stephenson Arturo Avilio verifica la identificación de una persona en el sitio de prueba de COVID-19, en el estacionamiento del Forum, en Inglewood.
(Genaro Molina / Los Angeles Times)
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En los primeros días de las pruebas de coronavirus, los funcionarios de salud pública de California se unieron con ejecutivos de la industria privada para lograr un impacto inmediato. El grupo, establecido por el gobernador Gavin Newsom, agregó más de 100 nuevos sitios de prueba en tres semanas, lanzó alianzas con nuevos e innovadores laboratorios y administró el flujo de hisopos, productos químicos y equipos a través de la nueva infraestructura de pruebas en expansión del estado.

Pero a medida que el estado ahora lidia con las crecientes tasas de infección y la inminente escasez de suministros para pruebas, el grupo de trabajo se redujo en tamaño e influencia. Decenas de sus miembros se han marchado y no fueron reemplazados, y también renunció el funcionario de salud de alto nivel que supervisaba el equipo.

El empobrecido estado de la fuerza de tareas alarma a algunos expertos y exmiembros, para quienes ahora más que nunca se necesita un equipo con todo el personal activo, en pos de ayudar a un departamento de salud pública con escaso personal y mal equipado para responder a emergencias por su cuenta. Durante mucho tiempo, California no pudo proporcionar pruebas a un nivel adecuado en todo el estado, una realidad que vuelve imposible para los funcionarios de salud rastrear rápidamente las infecciones y frenar la propagación.

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El equipo fue creado para fomentar la cooperación entre los sectores público y privado, lo cual es crucial para responder a una pandemia que afecta a todo el sistema de salud. Los miembros, muchos de los cuales se ofrecieron como voluntarios por períodos de tres meses, provenían de las principales organizaciones de salud, y los representantes del estado incluían personal de la oficina del gobernador y de varias agencias.

Funcionarios estatales de salud argumentan que el grupo de trabajo sigue siendo un contribuyente significativo para la respuesta a la pandemia. El Dr. Gil Chávez, un nuevo copresidente del grupo de trabajo, pasa “la mayoría de su jornada laboral” ocupado con sus actividades y sigue enfocado en mejorar y ampliar la cantidad de pruebas, según una portavoz del departamento de Salud pública del estado.

El equipo “seguirá asegurándose de contar con la asistencia suficiente de personas del gobierno estatal y ajenas a éste para lograr sus objetivos”, remarcó la portavoz.

Pero las continuas luchas del estado con la respuesta a la pandemia son signos preocupantes, consideran expertos y exmiembros, de que el sector público por sí solo no puede coordinar una respuesta que implica distribuir millones de hisopados y sincronizar datos con más de 50 laboratorios, con cadenas de suministros que se extienden por todo el mundo.

California sigue realizando menos de la mitad de las pruebas diarias necesarias para detener el virus, según un análisis del Instituto de Salud Global de Harvard, y es probable que los suministros se agoten en los próximos meses, a medida que varios estados compitan por ellos, advirtió un exmiembro del grupo de trabajo, que habló bajo condición de anonimato. “No hay una persona que se despierte pensando: ‘¿Cómo vamos a hacer las pruebas en septiembre, octubre y noviembre?”, resaltó la fuente.

“Es un grave error”, añadió Lawrence Gostin, director del Instituto O’Neill de Derecho de Salud Nacional y Global de la Universidad de Georgetown, y jefe del Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud sobre Derecho de Salud Nacional y Global. “California está lejos de superar esto. Es probable que lo peor esté por venir. No se puede escatimar en la estrategia de pruebas, punto”.

Cuando se le preguntó a Chávez en una conferencia de prensa, el lunes, si la capacidad de pruebas del estado era suficiente para examinar a cualquiera que así lo quisiera, el Dr. Chávez respondió que el estado aún necesita priorizar grupos específicos. “La respuesta es: ‘hoy no’”, manifestó.

El grupo de trabajo, lanzado el 4 de abril pasado, fue dirigido durante meses por el Dr. Charity Dean, un experto en microbiología y enfermedades infecciosas, y luego por el subdirector del departamento de Salud pública del estado, junto con el copresidente Paul Markovich, director ejecutivo de Blue Shield de California

Dean pasó horas a diario tratando con funcionarios electos, incluidos aquellos en el grupo de tareas de la Casa Blanca, comentaron excolegas; Markovich hacía malabares entre coordinar estrategias innovadoras y llevar a cabo tareas engorrosas -como usar una hoja de cálculo para rastrear los pedidos de suministros de laboratorio y llamar por teléfono a las instalaciones- en lugar de usar un sistema electrónico universal. Trabajaron hasta 120 horas por semana, y hablaron por teléfono hasta cerca de la medianoche para solucionar problemas de infraestructura en los sitios de prueba y crisis de suministro en todo el estado.

Un organigrama interno muestra que los dos supervisaban cerca de 70 empleados, con responsabilidades que iban desde la gestión del sitio hasta la adquisición de los tan necesarios suministros de prueba. El grupo mantenía reuniones a las 9 a.m. y a las 3 p.m. diariamente, e invitaba a todos sus miembros a unirse.

Sus objetivos tenían cinco áreas: aumentar la capacidad de laboratorio, mejorar la cadena de suministro, habilitar nuevas herramientas de prueba, agilizar los informes de datos y construir la fuerza laboral para los exámenes. En cada categoría, el grupo mostró una mejora, según los documentos de progreso revisados por The Times. La agrupación superó las 25.000 pruebas por día a fines de abril y las 60.000 por día a mediados de mayo, alcanzando ambos hitos antes de lo previsto.

Pero la mayoría de los representantes de la industria privada en el grupo -incluido Markovich- se inscribieron para un voluntariado de tres meses, que finalizó el 30 de junio. Se implementó un plan detallado para las tareas de transición al liderazgo estatal a partir de finales de mayo; sin embargo, durante semanas el conjunto no funcionó, ya que los líderes subsiguientes no habían sido seleccionados.

Para julio, Markovich había regresado a su puesto de tiempo completo en Blue Shield, junto con al menos otros 10 funcionarios de ese seguro médico, que representaban el liderazgo de un tercio de todas las ramas de la fuerza de tareas. Otros miembros regresaron a puestos en el sector privado, incluido un ejecutivo de ingeniería de software, un capitalista de riesgo, un especialista en comunicaciones y un enlace de seguimiento de contactos.

El estado no proporcionó el número total de integrantes de la agrupación, pero varias personas con conocimiento de la situación señalaron que ha disminuido en más del 50%.

La mayoría de los empleados estatales que permanecen en el apartado tienen roles distintos de tiempo completo no relacionados con COVID-19, comentó una persona con conocimiento directo del grupo de trabajo. Muchos son empleados de tecnología (IT) para el estado, por ejemplo; al menos otros dos son asistentes ejecutivos veinteañeros.

Dos semanas después de las partidas, y seis semanas adelante de que comenzaran las transiciones, el estado anunció los reemplazos de los copresidentes: la Dra. Bechara Choucair, vicepresidenta sénior y directora de salud de Kaiser Foundation Health Plan, Inc. y Hospitales, y Chávez, el ex epidemiólogo del estado que estaba retirado hasta la pandemia.

Chávez es un destacado defensor de los derechos de los inmigrantes y sus cuestiones de salud. Dado que la administración enfrenta un retroceso y una creciente crisis de tasas de infección en los trabajadores latinos de primera línea, Chávez representa una voz confiable en una comunidad que a menudo fue desestimada en sus necesidades de salud.

Los exlíderes del grupo de trabajo reportaban directamente a Ghaly, lo cual generó una planificación eficiente y aprobaciones rápidas para las compras de grandes suministros. Los nuevos líderes ahora reportarán a un funcionario debajo de él, confirmó el estado.

Una portavoz de Choucair declinó concertar una entrevista telefónica con The Times y remitió las preguntas a los representantes estatales.

Los funcionarios públicos alegan que con la “infraestructura crítica” ahora en su sitio, California está lista para recobrar las riendas, y que los socios privados continuarán “consultando con el estado según sea necesario”.

Según Rick Greenwood, que trabaja con el grupo para reforzar la capacidad de laboratorio a nivel de condado, los actores de la industria privada fueron “impresionantes” y “claves” para ampliar las pruebas, y no le preocupa el futuro del trabajo del cuerpo de tareas. “Hay muchas personas calificadas en el estado. [El grupo] Ha cambiado de carácter, pero sigue siendo muy activo. No sé si se ha perdido algo”, consideró.

Mientras tanto, Newsom confió en el sector privado para complementar el trabajo del gobierno incluso antes de la pandemia, y cuando ambos sectores se separan, dicen los críticos, generalmente hay una lucha por mantener la continuidad.

La infraestructura de salud pública ha estado “subfinanciada federalmente durante años” y “apenas podía manejar brotes en una situación normal, como la tuberculosis o el sarampión”, reflexionó un exmiembro. “No está diseñada para responder a nivel operativo con acciones rápidas y ágiles”.

Y si bien compañías como Roche efectuaron contrataciones generalizadas para responder a la crisis, el estado, que enfrenta restricciones presupuestarias, no lo ha hecho, señalaron.

Para Greenwood, los socios de la industria privada aportaron algo difícil de replicar: creatividad. “La gente del estado no siempre sabe que hay otra forma de hacerlo. Las personas del sector privado tienen una perspectiva diferente sobre lo que se puede hacer”, consideró. “Quizá crear estrategias generales es un área diferente ahora”.

Anita Chabria y Taryn Luna, redactoras de planta de The Times, contribuyeron con este artículo.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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