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El TPS abre puertas en la radio a salvadoreño que ahora teme por su deportación

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La vida de Jacob Argueta dio un salto abismal al ampararse en el programa Estatus de Protección Temporal (TPS); de un momento para otro, salió de las sombras y llegó a codearse con las grandes celebridades de la radio y la música regional mexicana, pero ahora está a punto de dar otro giro.

“Quisiera regresar a pasear, pero no a quedarme”, afirma este inmigrante salvadoreño sobre la posibilidad de una deportación, luego de que la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito fallara a favor del presidente Donald Trump para que ponga fin al programa TPS.

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Esa decisión dejará en el limbo a unos 300 mil inmigrantes de El Salvador, Nicaragua, Haití y Sudán, que serían obligados a retornar a su patria.

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“Sentí tristeza, incluso lloré en mi carro”, confesó el inmigrante, de 38 años, mientras degusta una tostada de ceviche de camarón en el patio de un restaurante mexicano, al referirse a ese fatídico momento en que se enteró de la noticia que le destroza sus sueños como si fuese un relámpago.

El tiempo se le congeló a Argueta. La tarde del lunes, al salir de su trabajo en un supermercado, en la ciudad de El Monte, leyó en las redes sociales que el mismo programa que le abrió las puertas en el 2001 ahora tiene fecha de caducidad. “Me quedé como 30 minutos en el estacionamiento”, aseguró.

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En diciembre, este joven cumplirá 22 años en este país. En este tiempo, ha dejado 13 años en las cabinas de radio y otros 17 años en un supermercado, labores que ha llevado de forma paralela y a pesar de que tiene más de 21 mil seguidores en Facebook nunca ha escondido lo que hace.

Al salir del aire el programa “El Show del Ratón”, que se transmitió hasta julio de 2019 en Radio Centro, se enfocó en su labor en la panadería de Northgate González Market. Hace menos de un mes, fue nombrado encargado de ese departamento y ahora se enfrenta a un futuro incierto.

“Me dejaría sin trabajo, me tocaría buscar un nuevo empleo; empezar de nuevo, como cualquier inmigrante”, aseguró.

Al entrar al mundo de las comunicaciones, en el 2006, lo bautizaron como “El Pinolillo”. Este inmigrante, de delgada fisonomía y mediana estatura, comenzó como locutor del turno del fin de semana en Radio La Raza. Sin embargo, a los cinco meses se convirtió en el operador del show matutino.

En ese show, que se transmitía de 5 a 11 am, trabajó junto a Renán “El Cucuy” Almendárez Coello, Ricardo Sánchez “El Mandril”, Stephanie Himonidis “Chiquibaby” y Alonso Romero “El Ratón”, entre otros.

“La radio aparte de ser una diversión, es algo que me ha ayudado a siempre seguir alegre, vivir la vida como debe de ser, feliz”, describió.

“Me da adrenalina, alegría, se olvidan los problemas; un show de cuatro horas se nos hacía como de una hora, porque disfrutábamos lo que hacíamos”, agregó.

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En su vida cotidiana, Argueta es alguien reservado y se considera con rasgos de timidez. Sin embargo, al estar al aire se transforma en una persona que habla sin parar.

Desde antes de dejar El Salvador, en 1998, lo que tenía en mente era ser un empresario o un locutor. En su natal Osicala, en el departamento de Morazán, comenzó a trabajar a los 7 años de edad. Le ayudaba a su mamá a vender el pan que ella elaboraba, mientras su padre se dedicaba al cultivo de maguey.

En su región, se escuchaba la Radio Segundo Montes, fundada por repatriados de Honduras. En su infancia, disfrutaba el programa Mundo Infantil.

“Siempre tenía la espinita de conocer una cabina y hablar en una radio”, reconoció.

Al cumplir los 17 años, supo que no podría seguir sus estudios de secundaria. Su padre no tenía los ingresos suficientes para cubrir el bachillerato y se aventuró hacia Estados Unidos.

En principio, laboró en una fábrica de costura, en donde hacía turnos de hasta 12 horas. Ante la falta de documentos, la explotación se convirtió en amedrentamiento.

“No tienes que decir nada, si hablas te echo a la ‘Migra’”, le amenazaba uno de sus supervisores.

Ese trabajo, en el que vivía atestado de miedo, lo dejó cuando obtuvo su permiso trabajo, después de ampararse al programa TPS.

De esa manera, entró a un restaurante y, en el 2003, ingresó a Northgate, en donde ha laborado en la cocina y panadería, también ha sido chofer y ha ayudado a colocar productos en los estantes.

El supermercado ha sido su ancla, asegura Argueta, pues aunque se desarrolló en la radio y llegó a ser parte del equipo de “El Show del Ratón”, siempre siguió con los dos empleos.

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Junto a Alonso Romero, conocido como “El Ratón, no solo operaba los controles, sino que comentaba las noticias del momento, contactaba invitados al programa e intervenía en diferentes momentos del show, el cual está por regresar en internet, algo que resolverá una de las preguntas del público.

“Hasta la fecha llega la gente a la panadería y me pregunta cuándo vamos a regresar”, comentó, detallando que están trabajando en montar el estudio, el cual está avanzado en un 80%.

“En un mes podemos dar nuestras primeras pistas de lo que va a ser el show”, agregó Argueta emocionado por el regreso del programa en el que demuestra su versatilidad con el público.

Los dos trabajos en los que se ha desempeñado más tiempo, sostiene, es porque cuenta con un permiso de trabajo, el cual le fue otorgado por el programa que está a punto de cancelarse.

“Gracias al TPS pude cumplir uno de mis sueños”, aseguró al referirse a la radio, medio que le ha permitido conocer a Jenni Rivera, Ramón Ayala, Los Tigres del Norte y Los Temerarios, entre otras figuras de la música.

Esa experiencia, le ha convertido en un experto en la música regional mexicana, indicó mientras le da un sorbo a su bebida, detallando que una de las canciones que se escuchaba en las bocinas del restaurante era de Los Plebes del Rancho de Ariel Camacho.

“Ariel Camacho murió en un accidente en el 2015, solo se quedó el grupo”, aseguró “El Pinolillo”.

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Hasta el momento, él asegura que no quiere hablar del TPS con nadie. Tan solo ha abordado el tema con con su jefe en el supermercado y con su primo, también beneficiario de ese programa. Sus padres, en El Salvador, todavía no han escuchado ningún comentario en los labios de Argueta.

A pesar de que ya han pasado más de 24 horas, desde que recibió la noticia desalentadora, no asimila lo ocurrido.

“Sentí como un balde de agua fría”, subrayó sobre ese momento.

En medio del ruido del restaurante, mientras los comensales disfrutaban de su platillo y un partido de básquetbol de la NBA, Argueta agarraba chips y salsa mientras elucubraba sus ideas.

En esta imagen de archivo, Jacob Argueta aparece ondeando la bandera de El Salvador en el Desfile Centroamericano.
(Soudi Jiménez/Los Angeles Times en Español)

En el corto plazo, asegura que piensa ahorrar lo más que se pueda y si fuese deportado sostiene que tendría que adaptarse a la vida en el oriente de El Salvador, en donde le esperan sus padres. Sin embargo, al quedarse sin su permiso de trabajo piensa volver a las sombras y buscar otro empleo.

“Esconderme, como todos los que llegamos aquí sin papeles”, indicó.

“Me daría más vergüenza robar”, apuntó.

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Este martes, él hizo un máximo esfuerzo para concentrarse en su trabajo; según contaba, le ha afectado en las entrañas. En las redes sociales, la comunidad salvadoreña agitaba Facebook e Instagram con fotos por la independencia de Centro América, pero Argueta no había tenido tiempo de publicar nada.

“Guardo una esperanza por dentro, ojalá que esto lo estén usando como política y en último momento lo puedan usar para obtener el voto de la comunidad latina; es algo que me nace a mí”, dijo sobre sus razonamientos en relación al TPS, que queda ahora en manos de Trump.

“La esperanza es lo que muere al último”, concluyó Argueta.

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