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A los 88 y diabética sobrevivió al coronavirus: Ella dijo en cinco pasos como lo hizo

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Los posibilidades de sobrevivir al coronavirus no eran buenas para María Antonia Castro, según los expertos de la salud. La residente de Compton no solo tenía el cuerpo frágil de una persona de la tercera edad, sino que además era latina, padecía diabetes y presión alta, padecimientos crónicos que incrementan el riesgo de enfermedad severa por COVID-19.

Casi al mismo tiempo que su diagnóstico positivo, María Antonia experimentó la muerte de una de sus hijas mientras otra luchaba contra el coronavirus también.

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Su cuerpo se desplomó en la cama, dejó de comer y dejó de hablar. Ella pensó que iba a morir. Sus hijos explicaron que el cuerpo de María Antonia parecía un cascarón quebrado y hueco. Era difícil sacarle una palabra.

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10 meses después de su terrible experiencia y en un momento en que hay más de 14 mil casos acumulados del nuevo virus en esa ciudad, María Antonia ha empezado a retomar su vida.

María Antonia se recupera lentamente, pero dijo que el amor de la familia la ha ayudado.
María Antonia se recupera lentamente, pero dijo que el amor de la familia la ha ayudado.
(Selene Rivera)

En sus palabras, ella le ofreció esperanza a la comunidad al mismo tiempo que compartió los cinco secretos, que dijo, la conservan hasta ahora viva a pesar de su dolor físico y emocional.

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A las casi 2 de la tarde de un día promedio, la inmigrante de Guanajuato, México, se toma un descanso en su cama tras una breve caminata en las calles. Ella casi no sale, pero algunas veces le resulta tedioso estar en el hogar todo el tiempo.

En lugar de prender el televisor, esta vez, María Antonia se tomó el tiempo para relatarle a esta reportera que sobrevivir al coronavirus a su edad no es fácil, pero tampoco es imposible.

“Yo le digo a la gente que luche porque la vida es muy bonita, pero se va muy rápido. Hay que aferrarnos a ella”, dijo María Antonia en voz baja y calmada.

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El pasado abril, María Antonia empezó a ver a varios de sus familiares cercanos, que no vivían con ella, enfermarse de coronavirus. El pensar que su familia en el hogar podría contagiarse la atemorizó de tal forma que prefirió evadir todo tipo de noticias sobre la enfermedad, apagaba televisores y radios como si esa acción la pudiera proteger, pero ya era demasiado tarde.

A mediados de ese mes varios miembros dentro del hogar empezaron a sentir los síntomas de la enfermedad.

María, hija de María Antonia, empezó a sentir los síntomas comunes como cansancio y dolor de cuerpo. Para el 17 de abril María resultó positiva. A los pocos días Alejandro, de 58 años, esposo de María, también dio positivo a la prueba. Asimismo, Alejandra de 25 años, nieta de María Antonia, resultó positiva.

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En ese mismo hogar, Martha, hija de María Antonia, tenía tos y no había podido dormir del dolor corporal durante los días previos a su muerte. Ella no alcanzó a hacerse la prueba. Para el 19 de abril, la señora, de 60 años, tuvo un infarto y nunca despertó.

El médico forense no le hizo un examen a Martha para saber si ella también se había contagiado, y sus restos fueron cremados, peo la familia cree que ella pudo haberse contagiado y morir por la enfermedad.

María Antonia ni siquiera había empezado a digerir la muerte de su hija de 60 años cuando empezó a tener dolor de pecho y opresión. Ella pensó que estos síntomas eran parte del dolor de perder a su hija y la duda sobre si el COVID había tenido que ver con su deceso, pero para el 23 de abril los doctores le dijeron que su examen había resultado positivo para el coronavirus.

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Ese 23 de abril hubo 1.961 casos de COVID-19 en Compton en solo ese día, y María Antonia fue uno de ellos.

A pesar de que María Antonia estaba débil y sin ánimos de hablar, en algún momento tomó fuerzas y se despidió de sus hijos diciéndoles que los quería mucho y que había vivido una vida muy feliz.

“Pensé que me moría, pero no fue así. Poco a poco me fui recuperando con todo y mi dolor y luto”, dijo.

María Antonia hizo una breve pausa y añadió que uno de sus secretos para luchar por la vida fue la reflexión sobre la muerte de su hija: “Empecé a pensar que mi hija Martha estaba descansando. Ella se fue una noche mientras dormía. Los doctores dijeron que no sufrió y eso me da paz”, relató María Antonia.

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“Tengo mucho que agradecerle a Dios. Tuve siete hijos que me han hecho feliz y un esposo que me trató muy bien. Tengo ocho nietos y cuatro bisnietos. No tengo nada de que quejarme”.

La mayor parte de su vida, María Antonia se dedicó a ser ama de casa tras casarse a los 25 años en en 1957.

Mientras su esposo trabajaba en el campo sembrando vegetales, ella cuidaba de sus hijos. Para 1995, su marido murió de insuficiencia renal, una complicación de la diabetes. Entonces, en el año 2003, María Antonia decidió venir a Estados Unidos con sus hijas.

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Pero María Antonia sabía que ahora debía cuidar su salud más que nunca porque ella también padecía de diabetes y presión alta.

La abuelita decidió alimentarse mejor, no solo para vivir más tiempo, sino para cuidar a todos sus nietos e hijos.

“Otro secreto para continuar viviendo, ha sido dejar de comer chatarra desde hace muchos años. Mi familia me motiva a estar saludable porque quiero disfrutar el tiempo que me queda con ellos”, dijo.

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“Además, otra cosa que es importante para vivir con calidad, es convivir en paz con todos los que me rodean. No me gusta estar enojada ni criticar a nadie. Me gusta dar amor”, manifestó.

A pesar de que el cuerpo de María Antonia se debilitó considerablemente con el coronavirus y la opresión de pecho que a veces experimenta, a ella le gusta repetirse a sí misma que no le duele nada, porque dice que ser positiva le ayuda psicológicamente.

“Ahorita me gusta caminar en la casa, veo televisión y mi programa favorito es La Rosa de Guadalupe. Yo les digo a mis hijos que a mí no me duele nada, que no se preocupen por mí”, dijo sonriendo.

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María Antonia dijo que, por ahora, salir a la calle de compras o pasear no es su prioridad porque busca seguirse cuidando. Para el 19 de enero, la ciudad de Compton había reportado 14.220 casos.

“No vale la pena salir a la calle a exponerse. Es mejor estar en la casa y disfrutar que te encuentras sano por ahora”, dijo.

María, hija de María Antonia, añadió que su madre siempre fue una señora muy activa a la que le gustaba limpiar el hogar, cocinar, tejer y cuidar a los niños.

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“El 2020 no fue fácil, pero mi madre nos dio una lección de vida, y esa es que tenemos que seguir adelante”, expresó María. “Lo único que sabemos que la va a hacer más feliz es cuando se abran las iglesias, porque le gusta escuchar misa”.

El 21 de diciembre, María Antonia cumplió 89 años. No hubo fiesta ni casa llena de invitados, pero sus familiares la fueron a ver a su hogar para felicitarla por una ventana.

“Para mí, el ver que mis hijos vienen a verme, aunque sea a través de un vidrio, ha sido mi mejor medicina. No puedo pedir más que eso como regalo”, dijo María Antonia.

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“La mejor medicina para la sanación de un enfermo es el amor que le dan cuando se siente morir, yo tuve muchas dosis de amor, como no iba yo a sobrevivir”, expresó.

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