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Columna: ‘Se siente como una vacuna de segunda clase’. El problema de equidad de las vacunas de Johnson & Johnson

Vials of the COVID-19 vaccine from Johnson & Johnson.
La vacuna contra COVID-19 de una sola inyección de Johnson & Johnson ha comenzado a implementarse en California y en todo Estados Unidos.
(Associated Press)
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Después de semanas de ser comentada y adulada por los funcionarios de salud pública, la nueva vacuna contra COVID-19 de Johnson & Johnson finalmente está comenzando a aparecer en California.

En la mayoría de los distritos, esto ha sido motivo de celebración. ¿Dosis que no tienen que almacenarse en congeladores y pueden administrarse en una sola aplicación, en lugar de las dos inyecciones requeridas para las vacunas de Pfizer y Moderna? No es de extrañar que haya escuchado a varios políticos llamarlo un “cambio de juego”, especialmente después de tantos meses de escasez en el suministro.

Pero, en otros sectores, la llegada de la vacuna de Johnson & Johnson se ha tratado más como un motivo de preocupación, otro recordatorio adicional de que tener dosis disponibles y realmente llevarlas a los brazos de las personas de manera equitativa son dos desafíos muy diferentes.

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Lo que está en juego son los temores sobre la efectividad del antígeno más nuevo, en comparación con las ofertas de Pfizer y Moderna, y las sospechas de que se enviará principalmente a los vecindarios pobres negros y latinos donde los casos de COVID-19 han sido los más mortales. (Tanto los funcionarios estatales, como federales, han insistido en que están tomando medidas para garantizar que esto último no suceda).

“Que vayan a poner a Johnson & Johnson en nuestras comunidades realmente se siente como una bofetada en la cara”, comentó Corey Matthews, director de operaciones de Community Coalition. “Simplemente no parece que sea la mejor vacuna. Se siente como de segunda clase”.

Mientras tanto, el mensaje de los funcionarios de salud pública ha sido constante: tome cualquier vacuna que se le ofrezca. Las tres le salvarán la vida y evitarán que termine en el hospital con un respirador. La marca no importa, tampoco las calificaciones de eficacia. Los antígenos son todos seguros y básicamente iguales.

Matthews, quien ha estado yendo de puerta en puerta, reservando citas para personas en el sur de Los Ángeles que, de otro modo, probablemente no sabrían cómo ser inoculados, se muestra escéptico de que tales mensajes funcionen en una población marginada por el racismo sistémico y que desconfía de las instituciones gubernamentales.

Persuadir a las personas para que dejen de lado sus dudas y se vacunen ha requerido educarlas sobre los antígenos de Moderna y Pfizer, señaló Matthews, y agregar una nueva a la combinación podría socavar el progreso. La gente “no sabe qué es Johnson & Johnson”, comentó, y por eso no la obtendrá.

Luego hay confusión sobre las calificaciones de eficacia. La vacuna de Johnson & Johnson tuvo una puntuación más baja que las otras dos para prevenir infecciones sintomáticas por COVID-19. Pero tampoco es tan simple. Las tres se probaron en diferentes ensayos clínicos en distintas condiciones, pero nunca una frente a la otra, por lo que una comparación directa del tipo que todos quieren hacer es realmente imposible.

“Ya estás hablando de comunidades de difícil acceso”, dijo Matthews. “Y ahora básicamente vamos a socavar el pequeño progreso que hemos logrado”.

El alcalde de Detroit, Mike Duggan, fue aún más directo cuando inicialmente rechazó las nuevas dosis para sus electores. “Johnson & Johnson es una vacuna muy buena, pero Moderna y Pfizer son las mejores”, comentó. “Y haré todo lo posible para asegurarme de que los residentes de la ciudad de Detroit obtengan lo mejor”.

Numerosos trabajadores de primera línea sienten lo mismo acerca de Los Ángeles. Pero muchos otros no ven a Johnson & Johnson como una opción menor y, en cambio, perciben el debate sobre su implementación como una distracción del trabajo mucho más importante de llevar las dosis a los brazos.

Hablé con varios funcionarios electos, cuyos distritos se entrecruzan en el sur de Los Ángeles, y todos minimizaron esas preocupaciones o dijeron que no habían escuchado a nadie expresarlas. El alcalde Eric Garcetti también defendió al nuevo antígeno durante un evento reciente de Zoom para Black Angelenos sobre COVID-19.

“Johnson & Johnson: no es una vacuna secundaria. Es tan buena como las otras dos”, explicó, aparentemente en respuesta a una pregunta que nadie había hecho. “De hecho, sé que mucha gente solo quiere recibir una inyección y terminar, porque es 100% eficaz para evitar que muera y sea hospitalizado. Eso está claro”.

Las narrativas en enfrentamiento, una basada en hechos, la otra basada en miedo, ilustran lo que la Casa Blanca ha estado tratando de evitar desde que la Administración de Alimentos y Medicamentos autorizó por primera vez la vacuna Johnson & Johnson para uso de emergencia a fines de febrero.

La Dra. Marcella Nuñez-Smith, quien dirige el trabajo de la administración Biden sobre la equidad en salud y el coronavirus, señaló la semana pasada que las tres vacunas se distribuirán de manera uniforme y que, si algunas terminan constantemente en ciertas comunidades, “podremos intervenir”.

El Secretario de Salud y Servicios Humanos de California, Dr. Mark Ghaly, ha dicho lo mismo, aunque podría resultar algo más difícil de hacer, dado que el lanzamiento de la vacuna de Johnson & Johnson coincide con la decisión del gobernador Gavin Newsom de reservar el 40% del suministro de los antígenos contra COVID-19 de California para los residentes más pobres del estado.

Esto no significa que el estado inundará sitios en vecindarios negros y latinos con dosis de la vacuna de Johnson & Johnson, al menos no más que con las vacunas de Pfizer y Moderna. Pero, en nombre de la equidad, puede parecerlo.

Cientos de miles de dosis llegaron a California esta semana. Pero un problema de fabricación podría dar lugar a envíos más pequeños durante los siguientes siete días.

También existe una razón logística por la que los vecindarios pobres deberían recibir más de la parte que les corresponde de la nueva vacuna, dado que no es necesario mantenerla tan fría y, por lo tanto, es más fácil de administrar puerta a puerta en zonas donde la gente no tiene automóviles o están confinados a sus hogares. Además, la fórmula de una sola inyección es ideal para vacunar a los trabajadores esenciales con múltiples empleos y poco tiempo libre, o para personas sin hogar o difíciles de localizar para una segunda dosis.

El antígeno de Johnson & Johnson realmente puede cambiar las reglas del juego. Tiene el potencial de salvar muchas vidas. Pero lograr que los californianos lo adquieran significa que los funcionarios de salud pública primero deben tomar en serio la idea de rechazar la narrativa de que, de alguna manera, es de segunda clase.

El solo hecho de decir que todas las vacunas son iguales no va a ser suficiente, no después de que los funcionarios de salud pública pasaron meses promocionando las calificaciones de eficacia del 90% para las dosis de Moderna y Pfizer como una forma de persuadir a los estadounidenses indecisos para que suban sus mangas y se apliquen la inyección.

Tampoco decirle a la gente que no preste atención a las marcas. Esto es Estados Unidos, después de todo. Durante mi último período como voluntario en Kedren Community Health Center, que ahora ofrece las vacunas de Pfizer y Moderna, perdí la cuenta de cuántas personas solicitaron una empresa específica y quisieron discutir cuando les dijeron que no. ¿Quién sabe qué pasará cuando aparezcan las dosis de Johnson & Johnson?

“Obtenga la primera vacuna que se le ofrezca” es un buen consejo. Pero no olvidemos explicar por qué.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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