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Menos filas y anuncios en TikTok: el impulso de California para vencer las dudas sobre la vacunación

Gloved hands pull a COVID-19 vaccine dose out of the vial and into a syringe
Mientras EE.UU intenta llegar a por lo menos una dosis de vacuna para el 70% de los estadounidenses para el 4 de julio, los médicos, familiares y funcionarios de California animan a quienes aún tienen dudas.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)

California está contratando a 2.000 encuestadores para que llamen por teléfono y toquen las puertas, y está publicando una avalancha de anuncios y testimonios sobre las vacunas COVID-19.

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Tu hermano está muriendo. Quiero que vengas a visitarme y que te vacunes.

Hasta que escuchó la súplica urgente de su cuñada, Anne Block, de 72 años, no se había conmovido por los llamamientos de amigos y familiares para recibir la vacuna contra el COVID-19. Siempre había confiado en su constitución fuerte y prefería enfermarse a recibir la vacuna, pero el mensaje de su familia la estremeció.

“Tuve que respetar su pedido”, expresó Block, una operadora turística en Los Ángeles. Su decisión de aplicarse una dosis de Johnson & Johnson la convirtió en una de los millones de estadounidenses que alguna vez fueron escépticos y cambiaron de opinión sobre la inmunización contra el COVID-19.

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Al igual que los votantes indecisos en una elección, aquellos que aún no se han inoculado determinarán el resultado de la campaña de vacunación de Estados Unidos, incluida la rapidez con la que se detendrá la propagación del virus y hasta qué punto la enfermedad se prolongará y convertirá en una amenaza a largo plazo.

El presidente Biden busca lograr que el 70% de los estadounidenses tengan al menos una dosis para el próximo 4 de julio. Ese ambicioso objetivo puede estar fuera de alcance en muchas partes del país, pero aún podría cumplirse en California, donde casi el 50% de la población recibió al menos una dosis, el escepticismo sobre las vacunas es menor y los efectos de la pandemia se han extendido ampliamente en la vida cotidiana.

Mover la aguja otros 20 puntos porcentuales en el Estado Dorado será significativamente más difícil, remarcan los expertos, pero aún puede ser posible con la combinación correcta de incentivos y fundamentos, que se intensificarán a medida que las citas para vacunación se estabilicen.

En una iniciativa que se asemeja a una campaña para incentivar el voto, California contrató a 2.000 encuestadores para hacer llamadas y tocar puertas, y está difundiendo una serie de anuncios y testimonios en televisión, radio y hasta en TikTok.

Campañas similares tienen lugar a través de mensajes de texto grupales y en barbacoas familiares, a medida que los californianos vacunados presionan a sus seres queridos para que también lo hagan.

Los expertos en salud esperaban que algunas personas vacunadas contrajeran COVID-19. Pero se necesita más investigación para saber exactamente por qué está ocurriendo ahora, en pequeñas cantidades.

El estado, además, está ampliando sus esfuerzos para llegar a aquellos californianos que no tienen automóvil, acceso confiable a internet, licencia por enfermedad pagada o médicos de confianza. Los funcionarios están coordinando transporte gratuito, instalando puestos en áreas de alto tráfico -como centros comerciales y estaciones de tren- y abriendo más clínicas de vacunación sin cita previa, como ocurre en CVS, Walgreens, Rite Aid y otras farmacias que reciben dosis del gobierno federal.

“Estamos llegando a un punto en el que, si le pides a las personas que se vacunen, y hay una dosis justo frente a ellos, aceptarán”, consideró el Dr. Richard Pan, senador estatal y defensor de la inmunización. “Pero tienes que encontrarlos; no van a llegar a ti”.

El Estado Dorado aún enfrenta una batalla cuesta arriba contra la desconfianza y la desinformación, incluso de figuras públicas influyentes como Kanye West, quien afirmó el año pasado que la vacuna es la “marca de la bestia” satánica. Joe Rogan, cuyo podcast de Spotify se descarga unas 190 millones de veces al mes, cuestionó el mes pasado si las personas jóvenes y sanas deberían vacunarse (sí, deberían, según afirman los funcionarios de salud).

“Es fácil pensar que hay algo único en aquellos que usan vacunas y aquellos que no”, comentó Jennifer Reich, socióloga de la Universidad de Colorado en Denver y experta en dudas con la vacunación. “Pero en realidad son las mismas personas, solo que en diferentes momentos o que simplemente sopesan la información de forma distinta”.

Las encuestas realizadas para el estado sugieren que uno de cada cuatro californianos, y una mayor proporción de jóvenes y trabajadores esenciales, todavía están indecisos. Algunos han estado esperando hasta que las largas filas y otras molestias de los centros de vacunación masiva disminuyan. Otros estarán de acuerdo con inmunizarse si ello es necesario o recomendado para viajar, asistir a conciertos o volver a la parafernalia de la vida normal, como ver amigos, regresar al trabajo o dejar de usar mascarillas.

Eso incluye a Andrew Reyna, de 27 años, quien estaba desesperado por volver a la normalidad después de contraer el virus, quedarse sin trabajo y perderse el funeral de un tío querido. El perfil de Facebook del residente de Whittier estaba lleno de teorías de conspiración falsas de familiares, que decían que las inyecciones contenían tejido fetal abortado o un microchip creado por Bill Gates. Pero Reyna hizo su propia investigación con fuentes más confiables, incluido un cardiólogo con 124.000 seguidores en Instagram, y rezó una oración: “¿Sabes qué, Dios? Voy a hacer esto y seré un ejemplo para mis amigos”.

“No quiero ser uno de esos cristianos escépticos que piensan que esto es una especie de microchip del fin de los tiempos”, comentó Reyna. “No deseo vincularme con eso, y tampoco quiero que otras personas lo piensen”.

Algunos médicos y dentistas, que se enfrentan a un aumento de los costes de los equipos de protección individual mientras atienden a menos pacientes, afirman que las compañías de seguros deben tomar cartas en el asunto.

Ahora completamente vacunado, Reyna comparte memes pro-vacunas y verificaciones de hechos en Instagram para contrarrestar la información errónea, y ha convencido a sus abuelos y a varios amigos para que también se vacunen. Sus padres aún no se han dejado convencer, añadió, pero cree que aún puede lograrlo. “Es posible que la gente cambie de opinión”, reflexionó. “Puedo decirles: ‘¡Amigo, solo hazlo! Yo lo hice. Al principio era escéptico y estaba bien. Ahora es tu turno’. Si ven que alguien como yo lo hizo, estarán dispuestos a hacer lo mismo”.

Crear una norma social en torno a la vacunación es una de las formas más efectivas de convencer a las personas que no se han vacunado, remarcó Pan. Eso podría significar el testimonio de un político o una celebridad, pero más a menudo, es un amigo o familiar vacunado quien puede responder preguntas, hablar sobre el proceso y demostrar que no le pasó nada malo.

Una encuesta reciente de TIME y Harris Poll encontró que el 59% de los estadounidenses que optaron por vacunarse reconocieron que las conversaciones con sus seres queridos influyeron en su decisión, y el 56% dijo que conocía a un ser querido que se había vacunado. Según el sondeo, el 52% de los consultados comentaron que no podrían viajar sin ella, y el 43% afirmó que la necesitaban para regresar al trabajo o la escuela.

Para abordar las “dudas razonables sobre las vacunas”, los funcionarios de salud del condado de Los Ángeles realizan llamadas telefónicas de preguntas y respuestas y trabajan con grupos religiosos y organizaciones sin fines de lucro para difundir información, expuso Bárbara Ferrer, directora del Departamento de Salud Pública. La gente tiene “preguntas brillantes; las preguntas correctas” sobre la seguridad y la eficacia de la vacuna, y necesitan “información precisa” para poder tomar una decisión, comentó.

Este impulso se produce justo cuando la demanda de vacunas del condado -alguna vez insaciable- se ha desacelerado. Las citas para primeras dosis en los centros del condado se redujeron a la mitad a fines del mes pasado. La ciudad de Los Ángeles ya no exige tener turno en sus espacios de vacunación, y planea cerrar el megasitio del Dodger Stadium para fines de mayo.

El condado también planea instalar quioscos de vacunas en áreas de alto tráfico, como tiendas de abarrotes, centros comerciales y escuelas, para que la vacuna sea rápida y de fácil acceso, comentó Ferrer.

La presión de vacunación de los empleadores y del sector privado también puede ayudar a mover la aguja. Algunas universidades importantes, incluidas la USC y los sistemas de la Universidad de California y la Universidad Estatal de California, anticiparon que exigirán la vacuna a estudiantes y empleados. Los espacios para eventos en vivo igualmente promocionan la inmunización; el Dodger Stadium y el Petco Park en San Diego ofrecen asientos especiales para los inoculados (en Nueva York, los fanáticos de los Mets y los Yankees pueden vacunarse en los estadios y luego obtener boletos gratis para el juego).

Entre los adultos jóvenes que no quieren vacunarse cuanto antes, el 40% reconoció que sería más probable que lo hicieran si así lo requieren las aerolíneas; 39% si ello es necesario para ingresar a salas de conciertos y eventos deportivos, y 38% si es condición para viajes internacionales, según una encuesta reciente de la Kaiser Family Foundation.

Phil Kowal, un hombre de 73 años, de Laguna Woods, cree que la vacuna contra el COVID-19 es falsa, pero se la aplicó de todos modos. Él y su novia habían estado tomando zinc con quinina para protegerse del coronavirus -un enfoque no recomendado por los funcionarios de salud pública- y creen que la pandemia es una artimaña fabricada por la élite adinerada para sacar al ex presidente Trump de su cargo.

Sin embargo, estaban desesperados por volver a subir a un crucero y les preocupaba que se les prohibiera viajar si no se inmunizaban. “Básicamente, nos vacunamos creyendo que no es más que agua bendita”.

Otro mensajero de confianza son los proveedores de atención médica. La encuesta de abril de la Kaiser Family Foundation detectó que entre quienes no han sido vacunados, el 43% de los adultos menores de 29, el 26% de las personas de 30 a 49 años y el 21% de los de 50 a 65 años tendrían más probabilidades de hacerlo si se les ofreciera la opción en el consultorio de su médico.

En Sacramento County Primary Care Clinic, la Dra. Stephany Sánchez ha estado teniendo “la charla” con sus pacientes hacia el final de sus citas para controlar cuestiones de diabetes, presión arterial alta y otras condiciones de salud. Les pregunta si han considerado vacunarse y, a veces, les ofrece una dosis en el momento.

“Ellos no hablan de aplicarse la vacuna por su propia voluntad”, reconoció la doctora.

Sánchez, como la mayoría de sus pacientes, es una hablante nativa de español que ha construido una relación duradera con muchos pacientes, lo cual los dispone más a confiar en ella para las decisiones de atención médica.

Algunos pacientes están interesados en vacunarse pero no han tenido la oportunidad, y otros temen los efectos secundarios, dijo la doctora. La mayoría, pese a todo, decide inmunizarse. Aquellos que se niegan rotundamente son minoría; Sánchez estima que ha ayudado a convencer al menos a un par de cientos de pacientes para que lo hagan.

Para los abuelos de Christina Oriel, el factor decisivo fue muy simple: los abrazos. La residente de Pasadena, de 28 años, se sorprendió al saber que ni su abuelo ni su abuela querían vacunarse. Ambos se someten a exámenes regulares y confían en sus médicos, dijo, pero habían escuchado a través de amigos y en videos de YouTube que la tecnología de ARNm era demasiado nueva para ser considerada segura aún.

Después de que faltaron a una cita de vacunación que les había reservado un pariente, Oriel comenzó a presionarlos más, y habló con ellos casi todos los días durante dos semanas para tratar de que cambiaran de opinión. No se conmovieron, dijo, hasta que compartió el anuncio del Dr. Anthony Fauci de que los abuelos completamente vacunados podían volver a abrazar a sus nietos.

Pronto concertaron citas en un Walgreens local y, para alivio de Oriel, el resto de los adultos de su hogar hicieron lo mismo. “Hablar como nieta realmente funcionó”, reconoció la chica.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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