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California supera los 8 millones de casos de coronavirus, suma 2.5 millones desde Año Nuevo

Trabajadores de la salud administran pruebas de COVID-19 en un sitio de pruebas
Trabajadores de la salud administran pruebas de COVID-19 en un sitio de pruebas en automóvil en Norwalk, el 12 de enero.
(Gina Ferazzi / Los Angeles Times)
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California ahora ha superado los 8 millones de casos acumulados de coronavirus desde el comienzo de la pandemia, el resultado final de semanas de propagación sin precedentes impulsada por la variante Ómicron altamente contagiosa.

El récord, equivalente a aproximadamente 1 de cada 5 residentes infectados en algún momento, se produce en medio de crecientes señales de que esta cepa finalmente ha alcanzado su punto máximo, pero no antes de arrasar en las comunidades de California.

Desde el día de Año Nuevo, se han reportado 2.5 millones de casos de coronavirus en el estado. Eso se acerca rápidamente al total de casos reportados en toda la entidad durante el año pasado: 3.1 millones.

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Y en todo caso, es probable que las recientes cifras altísimas sean un recuento insuficiente, indican los expertos, ya que es posible que muchos de los que pueden estar infectados no se hagan la prueba porque solo tienen síntomas leves o ninguno, mientras que otros pueden usar pruebas caseras autoadministradas, cuyos resultados no se informan automáticamente a los funcionarios de salud pública.

Las muertes diarias por COVID-19 también se han disparado en el estado.

Durante la última semana, se informó un promedio de 139 decesos por día, superando el punto más alto, a nivel estatal, del aumento de Delta, que consistió en 135 fallecimientos diarios durante el verano.

La pandemia ahora ha matado a más de 78.300 californianos.

Ómicron ha sido mucho más transmisible en parte debido a su sólida capacidad para volver a infectar a personas que previamente sobrevivieron a cepas de coronavirus anteriores. Esta variante también ha resultado en más contagios de irrupción entre los individuos vacunados.

“Ómicron fue una revelación, en parte porque las personas que se habían infectado con Delta parecen no tener casi ninguna protección contra Ómicron”, mencionó esta semana la directora de Salud Pública del condado de Los Ángeles, Bárbara Ferrer. “Y no creo que Ómicron sea la última variante”.

La directora de Salud Pública del condado de Santa Clara, la Dra. Sara Cody, comentó que cree que aún faltan más oleadas de coronavirus, pero no está claro cómo será la próxima, si será algo pequeño u otra gran montaña.

“El camino por delante todavía tiene mucha incertidumbre. No sabemos qué vendrá después”, comentó Cody en una asamblea pública el martes por la noche. “El mayor desafío para todos nosotros es que no podemos ver lo que sucederá en cada ocasión”.

California alcanzó los 6 millones de casos de coronavirus informados el 10 de enero. Una semana después, el 17 de enero, superó los 7 millones. El siguiente millón tomó nueve días más.

La transmisibilidad de Ómicron ha sido de un alcance tan impresionante que es difícil visualizar cuántos californianos más se han infectado simultáneamente durante el último mes.

Solo en las últimas dos semanas, la cantidad de nuevas infecciones reportadas es mayor que las poblaciones de San José y San Francisco combinadas.

Durante el período de una semana que terminó el martes, California reportó un promedio de 94.000 nuevos casos de coronavirus por día, un total sorprendente, pero una disminución de alrededor del 23% desde el mayor aumento de Ómicron, cuando se registraron 122.000 casos diarios entre el 10 y 16 de enero.

Aun así, esos niveles de infección son más del doble del punto más alto del invierno pasado, cuando se informaron 46.000 casos por día.

Pero si Ómicron se comporta en California como lo ha hecho en otros lugares, es posible que esos números ahora en declive continúen descendiendo, y rápido.

Lugares como Nueva York y Washington, D.C., donde la ola llegó antes, han visto disminuir los casos tan rápido como aumentaron, una experiencia que también se comparte en Reino Unido y Sudáfrica, donde Ómicron se identificó oficialmente por primera vez.

En California, los funcionarios estiman que la tasa de transmisión efectiva del coronavirus en toda la entidad, a partir del miércoles por la mañana, era de 0.6, lo que significa que cada residente infectado transmite el virus a menos de una persona, en promedio.

Una tasa sustancialmente inferior a 1.0 significa que es probable que la propagación del virus esté disminuyendo.

Aún más prometedor es que las cinco regiones definidas por el estado (el Área de la Bahía de San Francisco, el Norte de California, el Gran Sacramento, el Valle de San Joaquín y el Sur de California) tienen tasas de transmisión estimadas que están muy por debajo de ese punto de referencia, lo que indica que la propagación del virus se está desacelerando en el Estado Dorado.

“Esta tendencia a la baja es alentadora e indica que es probable que hayamos superado el punto máximo de transmisión de Ómicron y estamos comenzando a ver una disminución real en la cantidad de personas recién infectadas”, señaló Ferrer esta semana.

Una ola que retrocede rápidamente sería una buena noticia para los asediados hospitales de California, que durante semanas han tratado de manejar una avalancha de pacientes con coronavirus mientras lidiaban con la escasez de personal a medida que sus propios trabajadores se infectaban.

“Espero que todos los informes sobre Ómicron sean ciertos, que siga mostrando una reducción en la cantidad de muertes y hospitalizaciones. Pero debe darse cuenta de que la gran cantidad de casos de COVID con este aumento es mucho mayor que con cualquier otro incremento”, señaló la Dra. Regina Chinsio-Kwong, subdirectora de Salud del condado de Orange.

En aumentos repentinos anteriores, los incrementos o disminuciones en los casos generalmente tomaban alrededor de dos semanas para desencadenar el movimiento correspondiente en las hospitalizaciones por COVID-19.

Sin embargo, dado que los datos indican que es menos probable que Ómicron cause una enfermedad grave en comparación con la variante Delta, anteriormente dominante, es posible que el período de latencia sea más corto esta vez.

Ya parece que la cantidad de pacientes afectados por la pandemia puede estar comenzando a estabilizarse.

Hasta el martes, 15.279 pacientes positivos al coronavirus fueron hospitalizados en todo el estado. Eso continúa esencialmente sin cambios desde hace una semana.

En comparación, entre el 11 y el 18 de enero, ese censo hospitalario aumentó un 23%. Durante la semana anterior, creció un 53%.

Los funcionarios señalan que estas cifras incluyen tanto a los que están hospitalizados específicamente por COVID-19 como a los pacientes que pueden estar buscando atención por alguna otra dolencia y dan positivo al ingreso.

Pero ya sea que alguien esté hospitalizado por o con COVID-19, los funcionarios explican que requieren precauciones intensivas en recursos para obstaculizar la transmisión, lo que representa una carga adicional para los sistemas de atención médica.

Sin embargo, incluso con el recuento de pacientes que ya no aumenta exponencialmente, los hospitales todavía se encuentran en aprietos.

“Aunque es alentador que Ómicron parezca estar causando una enfermedad menos grave, es importante recordar que todavía nos enfrentamos a una alta carga general de enfermedad”, señaló la Dra. Rochelle Walensky, directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés), durante una sesión informativa el miércoles.

“Las hospitalizaciones han incrementado rápidamente en un corto período de tiempo, ejerciendo presión sobre muchos sistemas de salud locales. Es importante destacar que ‘más leve’ no significa ‘leve’, y no podemos mirar más allá de la tensión en nuestros sistemas de salud y la cantidad sustancial de muertes como resultado de la variante Ómicron extremadamente transmisible”.

Hay tantas enfermeras que están contagiadas o en cuarentena en Adventist Health Glendale, detalló la presidenta Alice Issai, que el hospital no puede poner a los pacientes en todas las camas que tiene, ya que no podrían ser atendidos por los trabajadores necesarios.

Eso significa que los pacientes que reciben tratamiento en la sala de emergencias tardan más en ser admitidos, mientras que los demás tienen que esperar más tiempo para ser atendidos en la sala de urgencias.

El hospital ha dependido de enfermeras temporales y ha buscado contratar más trabajadores. También está retrasando algunas cirugías que requieren hospitalización.

“Es una conversación que se tiene a diario con los cirujanos, nuestro personal de quirófano y nuestro jefe de cirugía para determinar si esta [operación que se está considerando] es verdaderamente electiva, si eso puede esperar tal vez una semana, dos o tres semanas”, expuso Issai.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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