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Las escuelas privadas han rechazado a los inspectores de salud del condado de Los Ángeles que verifican el cumplimiento de las reglas ante el COVID-19

Trinity Classical Academy in Santa Clarita
Trinity Classical Academy es una de las tres escuelas privadas en Santa Clarita que han sido multadas porque estudiantes o parte del personal no usaban cubrebocas, según lo requerido por las órdenes contra el COVID-19 del condado.
(Myung J. Chun/Los Angeles Times)

Durante la pandemia, algunas escuelas han impedido en repetidas ocasiones que los inspectores de salud del condado de Los Ángeles accedan a sus instalaciones, lo que ha provocado citaciones y multas.

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Trinity Classical Academy en Santa Clarita recibió una multa de 500 dólares el invierno pasado después de que un inspector de salud se detuviera e informara que los estudiantes sin cubrebocas estaban haciendo actividades al aire libre que “no promovían adecuadamente el distanciamiento físico”.

Casi nueve meses después, cuando otro supervisor volvió para verificar si Trinity estaba siguiendo las reglas contra el COVID-19, recibió otra sanción económica, esta vez por negar el acceso al inspector de salud.

El Departamento de Salud Pública del Condado de Los Ángeles indicó que las escuelas han sido “generalmente cooperativas” con sus inspectores. Solo nueve en la jurisdicción, hasta el 19 de enero, habían sido multadas por violar las órdenes sanitarias durante la pandemia, según datos publicados por la entidad.

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Pero algunos colegios han impedido repetidamente que los inspectores de salud de Los Ángeles accedan a sus instalaciones, lo que ha provocado sanciones económicas. Es un enfrentamiento que se ha desarrollado a medida que los recintos educativos se han convertido en terrenos disputados en todo el país por la implementación de protocolos para frenar la pandemia, como el uso de cubrebocas.

Las multas del condado indican que Trinity Classical Academy negó el acceso a un inspector de salud, no solo una, sino tres veces el otoño pasado, lo que generaba otra penalización de 500 dólares cada vez. En enero, la escuela enfrentaba un brote de coronavirus que afectaba a siete estudiantes y a un miembro del personal, según los registros de salud pública.

La directora del plantel educativo, Liz Caddow, no respondió a los mensajes en busca de comentarios. A partir de enero, el sitio web del colegio declaró que se requería que Trinity Classical Academy les pidiera a los estudiantes y empleados que siguieran las órdenes del uso de cubrebocas del condado, pero “la escuela intentará no excluir a ningún alumno del aprendizaje en persona por no usar mascarillas”.

“La Administración de Trinity continúa haciendo su debida diligencia para buscar asesoría legal y consultar con los gestores de escuelas afines en el condado de Los Ángeles respecto a las pautas del COVID-19”, indicó en su página web.

En diciembre, el condado envió cartas de cese y desistimiento a Trinity, así como a otras dos escuelas privadas en el área de Santa Clarita, señalándoles que era “crucial” que hicieran su parte para frenar la propagación del coronavirus.

Legacy Christian Academy en Santa Clarita.
(Myung J. Chun/Los Angeles Times)

Las tres escuelas habían sido multadas porque estudiantes o personal no usaban cubrebocas. Todas habían impedido que los inspectores accedieran por completo a sus instalaciones, según los registros del condado.

El condado advirtió a esas instituciones educativas que, si no se comunicaban para discutir los pasos para cumplir las órdenes de salud, podrían enfrentar “acciones de acatamiento adicionales”. Funcionarios sanitarios señalaron que, hasta mediados de enero, los supervisores no habían visitado los tres planteles.

Entre los colegios estaba Legacy Christian Academy, que había sido multada una docena de veces por violaciones de las órdenes sanitarias contra el COVID-19 hasta enero, según los registros del Departamento de Salud Pública. En septiembre, un inspector descubrió repetidamente que el personal escolar en ese plantel no utilizaba mascarillas como se requiere, de acuerdo con los informes.

Cuando el mismo supervisor regresó una y otra vez en octubre, así como en noviembre, para verificar si la institución educativa estaba siguiendo las reglas de salud, trabajadores escolares negaron el acceso a las instalaciones, lo que generó más multas, como indican los registros del condado. Un administrador de Legacy Christian Academy no respondió a los mensajes en busca de comentarios.

Santa Clarita Christian School en Santa Clarita.
Santa Clarita Christian School en Santa Clarita.
(Myung J. Chun/Los Angeles Times)

Y en la Santa Clarita Christian School, el administrador Mark Wilson negó repetidamente el acceso a un inspector que estaba tratando de investigar las quejas, según los registros del condado.

Wilson no permitiría la entrada del supervisor a menos que la escuela tuviera a su asesor legal presente, escribió el enviado en un informe. A mediados de enero, la escuela de Santa Clarita había sido multada siete veces por violar los protocolos contra el COVID-19, incluso por no aprobar que el inspector de salud ingresara al campus, según los registros del condado.

Wilson se negó a ser entrevistado, citando discusiones en curso con el condado.

La institución educativa comunicó en los protocolos contra el COVID-19 emitidos el verano pasado que “respalda la autoridad de los padres para tomar la decisión con respecto a los cubrebocas” y que “no impondrá el uso”. Sin embargo, también señaló que los estudiantes los portarían si así lo solicita un empleado escolar.

En todo el país, los departamentos de salud pública han luchado en ocasiones para hacer cumplir las reglas durante la pandemia de coronavirus ante la escasez de personal y la polarización política sobre las órdenes sanitarias. En el condado de Los Ángeles, un restaurante en Westlake Village desafió el mandato y acumuló multas durante un año antes de que la jurisdicción presentara una demanda para detenerlo.

Cuando las escuelas ignoran los protocolos a seguir durante la pandemia, los reguladores de la salud enfrentan algunos obstáculos adicionales. Los campus escolares generalmente están más estrictamente controlados que los restaurantes o teatros, donde los inspectores pueden ingresar fácilmente. A excepción de las instalaciones de servicio de alimentos, como las cafeterías, las escuelas no se someten regularmente a las supervisiones obligatorias por ley del Departamento de Salud Pública del condado de Los Ángeles.

La Association of Christian Schools International, cuyos miembros incluyen las tres escuelas en Santa Clarita, indicó que no comenta sobre las operaciones de los colegios de manera particular.

La agrupación explicó que generalmente recomienda que las escuelas sigan una “orientación razonable y apropiada” de las autoridades de salud, pero también las apoya en la revisión de los mandatos gubernamentales que creen que no responden de la mejor forma a los intereses de sus estudiantes, así como en “desafiar las acciones que pueden infringir sobre sus derechos”.

Los administradores de la Universidad Estatal de California están de acuerdo con un informe que afirma que los exámenes estandarizados son menos eficaces que las calificaciones de la escuela secundaria para predecir el éxito universitario.

El uso de cubrebocas por parte de los alumnos ha sido un punto de división política: Una encuesta de Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research en agosto encontró que la mayoría de los demócratas respaldaron los requisitos de mascarillas para estudiantes y docentes, mientras que la mayoría de los republicanos se opusieron.

En la Santa Clarita políticamente púrpura, algunos padres se rebelaron públicamente contra los requisitos del uso de mascarillas en las escuelas. “Hasta que encuentre un cubrebocas que demuestre que detiene la propagación, esto es innecesario y abuso infantil”, sostuvo un padre a la junta del Distrito Escolar Unido de Saugus en enero, instándolos a “hacer que la portación sea una opción”.

Varios padres entrevistados por The Times elogiaron las prácticas en las escuelas de Santa Clarita que recibieron multas, argumentando que estaban manteniendo seguros a los niños, pero se negaron a ser citados por su nombre.

La Academia Estadounidense de Pediatría actualmente recomienda “el uso universal de mascarillas en la escuela, con énfasis en la portación en interiores”. El año pasado, investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés) descubrieron que los aumentos en las tasas de casos pediátricos al comienzo del año escolar eran menores en los condados estadounidenses donde los colegios requerían cubrebocas.

A medida que se incrementaron los casos de coronavirus este invierno, el condado de Los Ángeles continuó exigiendo mascarillas en espacios públicos interiores y el estado extendió su propia orden. La jurisdicción también requiere un “uso de cubrebocas universal” tanto en los salones como en el exterior de las escuelas, a menos que alguien esté comiendo, bebiendo o se encuentre en un lugar al aire libre donde “se pueda mantener el distanciamiento físico de manera confiable”. Los funcionarios angelinos planean eliminar la portación en sitios abiertos en los planteles educativos una vez que disminuyan las hospitalizaciones.

La supervisora del condado, Kathryn Barger, cuyo distrito incluye a Santa Clarita, argumentó recientemente que los líderes locales deberían reevaluar los mandatos del uso cubrebocas después de que el gobernador Gavin Newsom y otras autoridades de California fueran fotografiados sin mascarillas en el estadio SoFi.

Barger comentó en una entrevista que el condado de Los Ángeles debería alinear sus reglas de cubrebocas para las escuelas con las órdenes estatales. Ella agregó que había escuchado la frustración de los padres de que los alumnos del condado angelino estaban obligados a usar mascarillas afuera en el patio de recreo, lo que llamó “un exceso”.

El enfrentamiento entre las escuelas y los inspectores de salud es “desafortunado”, aceptó Barger. “Creo que ésta es la frustración de la gente por lo que perciben como una extralimitación del gobierno en lo que respecta al COVID”.

Sin embargo, la supervisora del condado puntualizó que el Departamento de Salud tiene la obligación de hacer cumplir las reglas. “Hay leyes que están en los libros que a muchas personas no les gustan”, señaló Barger, “pero eso no significa que simplemente puedas ignorarlas”.

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