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Oaxacatown, el enclave étnico de Los Ángeles donde florece la herencia oaxaqueña

El tradicional pan de cazuela y pan de yema de Oaxaca es el que vende el empresario Zeferino García en su supermercado.
El tradicional pan de cazuela y pan de yema de Oaxaca es el que vende el empresario Zeferino García en su supermercado, ubicado en el 3315 W. Pico Boulevard.
(Soudi Jiménez/Los Angeles Times)
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La herencia de la comunidad oaxaqueña se aprecia en la ciudad de Los Ángeles, pero florece más si uno recorre el boulevard Pico. Aquí es muy fácil escuchar el idioma indígena zapoteco y encontrar tlayudas que se venden en tiendas, restaurantes y supermercados propiedad de emprendedores de ese origen. Este es el centro cultural y comercial neurálgico de esta comunidad, una zona que a pesar de no tener el reconocimiento oficial es conocida como Oaxacatown.

“Nosotros le llamamos Oaxacatown, porque la comunidad de Oaxaca es muy grande”, indicó Zeferino García, empresario que posee cinco negocios, tres de ellos ubicados en este corredor comercial.

Los aportes de esta comunidad han sido notorios; sin embargo, para alcanzar sus objetivos han tenido que sortear diferentes barreras, siendo el mayor de ellos el racismo.

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A raíz del escándalo en el que se han visto involucrados tres concejales y un líder sindical latinos, emitiendo comentarios racistas en contra de los oaxaqueños, los oriundos de esta comunidad condenan lo ocurrido. Al mismo tiempo, plantean que es el momento para abordar de raíz ese racismo anti-indígena dentro la misma comunidad latina.

“Al ofender a los oaxaqueños no reconocen la contribución económica, política, social y cultural”, dijo Odilia Romero, directora y co-fundadora de Comunidades Indígenas en Liderazgo (CIELO). Esta activista oaxaqueña ha participado en las diferentes protestas frente al Ayuntamiento de la ciudad, exigiendo la dimisión de los concejales Kevin De León, Gil Cedillo y Nury Martínez, involucrados en este escándalo.

“Cuando alguien incita violencia lingüística y étnica hacia un pueblo causa mucho dolor, coraje e impotencia”, señaló la activista.

Estanislao Maqueos imparte clases de música en su academia desde el 2005, centro de arte ubicado en el 2833 W. Pico Blvd.
Estanislao Maqueos imparte clases de música en su academia desde el 2005, centro de arte ubicado en el 2833 W. Pico Boulevard.
(Soudi Jiménez/Los Angeles Times)

Esta pujante comunidad tiene presencia en Estados Unidos desde que se implementó el programa Bracero, entre 1942 y 1964. Los inmigrantes originarios de Oaxaca, estado ubicado al suroeste de México, llegaron a trabajar en los cultivos a ciudades como El Monte, Riverside y Santa Paula, al igual que al Valle de San Fernando.

“Después de que se termina el programa Bracero se vinieron a Los Ángeles y comienzan a integrarse al sector servicios”, explica Gaspar Rivera Salgado, sociólogo y director del Centro de Estudios Mexicanos de UCLA. Este investigador, originario de Oaxaca, asegura que los primeros comités de oriundos oaxaqueños fueron creados a principios de la década de 1970.

De acuerdo al consulado mexicano, en el sur de California viven alrededor de 400 mil oriundos de Oaxaca, los líderes de organizaciones locales piensan que son 600 mil.

La mayor concentración vive en los vecindarios angelinos Pico-Union y Koreatown, es por esa razón que sobre el boulevard Pico, entre la avenida Westmoreland y el boulevard Crenshaw, se encuentra una variedad de negocios oaxaqueños, entre ellos están restaurantes, tiendas, peluquerías, panaderías, neverías, ferreterías y centros de arte, entre otros.

Una ciudad de California y otra de El Salvador se miran con sentimientos encontrados, una combinación de gratitud y culpa

“Nosotros, aunque somos inmigrantes, venimos con el afán de salir adelante”, dijo Maurilio Bautista, originario de la Sierra Juárez, quien desde hace 18 años se gana el sustento diario vendiendo helados en la calle, productos que elabora en su casa.

“Nosotros somos una comunidad trabajadora, no le andamos pidiendo nada a nadie”, subrayó.

Al menos en dos ocasiones, en 2013 y 2018, han sometido propuestas a la alcaldía de Los Ángeles para que esta zona, que abarca 2.1 millas sobre el boulevard Pico, sea reconocida oficialmente como “Corredor Oaxaqueño”, pero la iniciativa no ha prosperado.

Al recorrer esta área, propios y extraños pueden encontrar quesillo, pan de trigo de la sierra, mole, chocolate, chorizo, tasajo, chiles de agua, tamales y empanadas de pollo, entre otros productos.

“La comunidad oaxaqueña encontró aquí lo que le gusta hacer: emprender [negocios]”, indicó Mauro Hernández, presidente de la Organización Regional de Oaxaca (ORO), entidad creada en 1987 para promover la cultura, la cual realiza en el sur de California el festival Guelaguetza, una celebración tradicional en Oaxaca.

Asimismo, ORO impulsa el esfuerzo para obtener la denominación oficial de “Corredor Oaxaqueño”, basada en el aporte económico y cultural de sus connacionales. En esta zona, hace una década había alrededor de 60 negocios, en la actualidad son 90 emprendimientos oaxaqueños.

“A pesar de la crisis creada por la pandemia, los negocios oaxaqueños siguieron creciendo”, aseguró Hernández, detallando que todo lo que alguien compra en un mercado de Oaxaca se encuentra en este corredor.

Al mismo tiempo, en toda la ciudad de Los Ángeles hay más de 10 centros de arte, donde instructores enseñan clases de música y danza oaxaqueña. Algunas de ellas, como Maqueos Music se han instalado en el boulevard Pico.

Estanislao Maqueos, de 47 años y originario de San Andrés Solaga (Oaxaca), estableció su academia musical en el 2005. Ahí les enseña el solfeo a niñas y niños de diferentes edades, de igual forma imparte clases para que aprendan a tocar clarinete, trompeta, tuba, saxofón, flauta o batería.

“Lo único que hacemos es venir a trabajar, trayendo nuestra cultura, para enriquecer a este país”, dijo el músico que desde los 8 años de edad comenzó a tocar trompeta en su tierra natal.

El empresario Zeferino García posa frente a una imagen de la Iglesia Santo Domingo, de la ciudad de Oaxaca.
El empresario Zeferino García posa frente a una imagen de la Iglesia Santo Domingo, de la ciudad de Oaxaca, la cual es parte de las decoraciones de su restaurante Expresión Oaxaqueña.
(Soudi Jiménez/Los Angeles Times)

Al pasar por la esquina de la avenida Van Ness y el boulevard Pico, uno se encuentra con el restaurante Expresión Oaxaqueña y el supermercado La Mayordomía, ambos son propiedad del empresario Zeferino García, originario de la Sierra Norte de Oaxaca. Los otros tres negocios los tiene distribuidos en diferentes puntos de la ciudad.

“En todos los negocios le damos empleo a unas 65 personas”, reveló el emprendedor.

García, de 56 años, llegó a Los Ángeles en 1986. Al principio dice que laboró en limpieza, luego fue lavaplatos y cocinero en diferentes restaurantes. Y también, durante cinco años fue vendedor ambulante, anduvo empujando un carrito en donde vendía hot dogs.

Este empresario, al igual que sus compatriotas, ha demostrado un vigoroso espíritu de lucha. En 1998 estableció su primer negocio, se trató de una tienda de productos nostálgicos. Si bien ahora su trabajo es supervisar las operaciones de cada establecimiento, cuenta que hay personas que lo buscan para que los asesore.

¿Cómo ha sido su experiencia con el racismo? Se le pregunta.

“La discriminación ha sido más por parte de nuestra misma raza”, confesó García.

En el trato diario con su familia este emprendedor habla zapoteco, su idioma materno. Dice que en ocasiones, cuando visita negocios latinos percibe malas miradas por su estatura, vestimenta o el lenguaje que utiliza.

“Nos miran y quizás piensan que no tenemos dinero en la bolsa, no nos hacen caso, no nos atienden bien, [los empleados] primero le dan prioridad a alguien que lleva corbata; y uno que viste una camisa oaxaqueña como que no les importamos”, relató.

En una oportunidad, la esposa de García estaba en una tienda latina. Mientras buscaba los productos que iba a comprar, los empleados del negocio la escucharon hablar en zapoteco.

“Los vendedores le dijeron: ‘Habla en inglés, no hables eso’”, rememoró.

A lo largo del boulevard Pico se estima que hay alrededor de 90 negocios oaxaqueños.
A lo largo del boulevard Pico se estima que hay alrededor de 90 negocios oaxaqueños, razón por la que esta comunidad denomina esta zona como Oaxacatown.
(Soudi Jiménez/Los Angeles Times)

Enfrentar esa discriminación constante ha sido lacerante. Y a pesar de ese trato, la comunidad oaxaqueña ha demostrado su fortaleza y valor.

Oaxaca es el lugar de origen de la afamada cantante y compositora, Lila Downs. En ese estado nació Yalitza Aparicio, la actriz que hizo su debut en la película Roma, dirigida por Alfonso Cuarón. Es la cuna del extinto presidente mexicano, Benito Juárez; y de José Vasconcelos, escritor y filósofo que fue rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre otras figuras.

El artista oaxaqueño Mario Sibaja, residente en Downey, considera que las expresiones de racismo hacia su comunidad reflejan la ignorancia de los concejales y el líder sindical involucrados. Al mismo tiempo, este oriundo de Juchitán, señala que estos atropellos son similares a los que han vivido los indígenas en su natal México.

“Todo el tiempo se les está discriminando, por una razón o por otra; a veces por su físico o porque no hablan bien español, pero [a pesar de eso] han mostrado una fortaleza tremenda de trabajo y conocimiento”, señaló Sibaja, artista reconocido por sus vistosas obras de tallado en madera.

El artista oaxaqueño Mario Sibaja posa junto a su obra de arte denominada “Filósofos, Matemáticos, Observadores, Pensadores…”
El artista oaxaqueño Mario Sibaja posa junto a su obra de arte denominada “Filósofos, Matemáticos, Observadores, Pensadores…”, elaborada en el 2012. Esta obra mide 8 pies de alto y 20 de ancho, está compuesta por cinco piezas de madera que al unirse muestran el aporte científico, ahí se observa a matemáticos y astrónomos prehispánicos.
(Soudi Jiménez/Los Angeles Times)

El sociólogo Rivera Salgado sostiene que el racismo contra la comunidad indígena no es nuevo, es un problema heredado por los colonizadores cuando llegaron a América Latina, en el Siglo XVI.

“El problema de racismo viene desde la colonia, donde había una jerarquía racial; mientras más blanco era alguien, más privilegios tenían”, dijo el académico de UCLA. “Necesitamos de una vez por todas liberarnos de ese racismo que hemos venido arrastrando y que es histórico, y está muy establecido en nuestros países de origen”.

El investigador considera que los concejales de Los Ángeles, cuyos comentarios racistas aparecen en la grabación que obtuvo Los Angeles Times, tuvieron un comportamiento propio de los “peores enemigos” de la comunidad a la que decían representar.

“Con el corazón roto renuncio a mi escaño por el Distrito 6 del Consejo”, escribió Nury Martínez en un comunicado.

El reto ahora, dice el experto, es buscar las maneras de seguir adelante. Y una de ellas es empezar a reflexionar y dialogar para romper los estereotipos raciales. Asimismo, el investigador plantea que la alcaldía de Los Ángeles debe asumir un compromiso, puede ser a través del establecimiento de una oficina de alto nivel que vigile las expresiones de racismo.

El oriundo de Jalapa elabora esculturas, arte en relieve, tallado en madera y pintura en acrílico sobre diferentes superficies

“Dentro los latinos hay una jerarquía racial, hay un proyecto de supremacismo blanco, que también se debe conversar, habría que criticarlo y ponerlo en el centro del debate político y también en el centro de nuestra educación comunitaria”, advirtió Rivera Salgado.

Al empresario García le da tristeza saber que líderes latinos hayan caído tan bajo. En su caso, sostiene que se siente orgulloso de sus raíces y es lo que le enseña sus cinco hijos: a que amen su cultura, su idioma y su historia, la cual tiene una vasta riqueza.

También considera que se debe inculcar a las nuevas generaciones el respeto, de modo que no importe el color de piel o el idioma que hablen las personas para darles valor. “Estoy enseñando a mis hijos que si un día llegan a tener una posición como la de esos personajes [concejales] que sepan valorar a todo tipo de persona”, concluyó García.

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