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LOS ÁNGELES — En un domingo reciente, Tracy Quinn condujo por la autopista Pacific Coast para evaluar los daños causados en la costa por el incendio de Palisades.
La línea de agua estaba oscurecida por las cenizas. Había restos quemados de lavadoras, secadoras y electrodomésticos metálicos esparcidos por la orilla. La orilla era un lodazal. Las olas durante la marea alta lamían las casas carbonizadas, arrastrando escombros y cenizas potencialmente tóxicas hacia el océano a medida que retrocedían.
“Fue simplemente desgarrador”, comentó Quinn, presidenta y directora ejecutiva del grupo ambiental Heal the Bay, cuyo equipo ha reportado cenizas y escombros a unos 40 kilómetros (25 millas) al sur del área quemada de Palisades, al oeste de Los Ángeles.
Mientras los equipos trabajan para remover lo que podrían ser cientos de miles de toneladas de materiales peligrosos de los incendios forestales en Los Ángeles, investigadores y funcionarios tratan de determinar cómo han impactado al mar los fuegos en tierra. Los incendios de Palisades y Eaton carbonizaron miles de hogares, negocios, automóviles y dispositivos electrónicos, convirtiendo artículos cotidianos en cenizas peligrosas compuestas de pesticidas, amianto, plásticos, plomo y metales pesados, entre otros.
Dado que gran parte de esto podría terminar en el océano Pacífico, hay preocupaciones y muchas incógnitas sobre cómo podrían afectar los incendios a la vida submarina.
En Pacific Palisades algunos residentes lavaban sus entradas al garaje cubiertas de lodo
“No hemos visto una concentración de hogares y edificios quemados tan cerca del agua”, dijo Quinn.
Los escombros del incendio y las cenizas potencialmente tóxicas podrían hacer que el agua sea insegura para surfistas y nadadores, especialmente después de las lluvias que pueden arrastrar productos químicos, basura y otros peligros hacia el mar. A largo plazo, a los científicos les preocupa si y cómo afectarán los contaminantes urbanos carbonizados a la cadena alimentaria.
El río atmosférico y los aludes de tierra que azotaron la región de Los Ángeles la semana pasada agravaron algunos de esos temores.
Cuando estallaron los incendios en enero, una de las primeras preocupaciones de Mara Dias fue la contaminación del agua del océano. Los fuertes vientos llevaban humo y cenizas mucho más allá de las zonas quemadas que terminaban en el mar, dijo la gerente de calidad del agua de la Surfrider Foundation, una organización ambiental sin fines de lucro.
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Científicos a bordo de un barco de investigación durante los incendios detectaron cenizas y desechos en el agua a hasta 161 kilómetros (100 millas) mar adentro, dijo la ecóloga marina Julie Dinasquet, del Scripps Institution of Oceanography de la Universidad de California, San Diego. Cosas como ramitas y fragmentos. Describieron el olor como el de dispositivos electrónicos quemándose, recordó, “no como una agradable hoguera”.
La escorrentía de las lluvias también es una gran preocupación inmediata. La lluvia recoge contaminantes y basura mientras fluye hacia el mar a través de una red de desagües y ríos. Esa escorrentía podría contener “muchos nutrientes, nitrógeno y fosfato que terminan en las cenizas del material quemado que puede entrar en el agua”, dijo Dias, así como “metales pesados, algo llamado HAPs, que se liberan cuando se queman diferentes tipos de combustible”.
La lluvia se intensificó el jueves en California, donde se espera que el río atmosférico más fuerte de la temporada provoque aguaceros, vientos fuertes e inundaciones en las áreas devastadas por los incendios forestales.
Los deslizamientos de tierra y los flujos de escombros en la zona calcinada por el incendio de Palisades también pueden arrojar más desechos peligrosos al océano. Después de los incendios, el suelo en los terrenos quemados tiene menos capacidad para absorber la lluvia y puede desarrollar una capa que repele el agua a partir de los restos de material orgánico carbonizado. Cuando hay menos material orgánico para mantener el suelo en su lugar, aumentan los riesgos de deslizamientos de tierra y flujos de escombros.
Las autoridades del condado Los Ángeles, con la ayuda de otras agencias, han instalado miles de metros de barreras de concreto, sacos de arena, capas de sedimento y otros recursos para evitar que los escombros lleguen a las playas. La Junta de Supervisores del Condado de Los Ángeles también aprobó recientemente una moción solicitando ayuda estatal y federal para expandir las limpiezas de playas, prepararse para la escorrentía de tormentas y analizar el agua del océano en busca de posibles toxinas y productos químicos, entre otras cosas.
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Más allá de las muestras habituales, los funcionarios estatales del agua y otros analizan la presencia de metales totales y disueltos como arsénico, plomo y aluminio, así como compuestos orgánicos volátiles.
También hacen estudios en busca de microplásticos; hidrocarburos aromáticos policíclicos, o HAPs, que son dañinos para la vida humana y acuática, y bifenilos policlorados, o PCBs, un grupo de productos químicos sintéticos que se ha demostrado que causan cáncer en animales y otros efectos graves para la salud. Ahora prohibidos para su fabricación, se usaron en el pasado en productos como pigmentos, pinturas y equipos eléctricos.
Los funcionarios de salud pública del condado dijeron que las pruebas químicas de las muestras de agua el mes pasado no generaron preocupaciones de salud, por lo que rebajaron el cierre de una playa a un aviso sobre el agua del océano. Aún así, se aconsejó a los bañistas que se mantuvieran fuera del agua.
Una empresa de servicios públicos de California declaró el jueves que su equipo probablemente provocó un incendio forestal en Los Ángeles que se desató el mismo día que dos grandes incendios en la zona causaron la muerte de al menos 29 personas y destruyeron miles de hogares.
Dinasquet y sus colegas trabajan para entender hasta dónde se dispersaron las cenizas y escombros potencialmente tóxicos por el océano, a qué profundidad y con qué rapidez se hundieron y, con el tiempo, dónde terminan.
Los incendios forestales pueden depositar nutrientes importantes como hierro y nitrógeno en el ecosistema oceánico, impulsando el crecimiento de fitoplancton, lo que puede crear un efecto positivo en cascada en todo el ecosistema. Pero las cenizas potencialmente tóxicas de los incendios urbanos costeros podrían tener consecuencias graves, dijo Dinasquet.
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“Los reportes ya muestran que había mucho plomo y amianto en las cenizas”, agregó. “Esto es realmente malo para las personas, por lo que probablemente también sea muy malo para los organismos marinos”.
Una gran preocupación es si los contaminantes tóxicos del incendio entrarán en la cadena alimentaria. Los investigadores planean tomar fragmentos de tejido de los peces en busca de signos de metales pesados y contaminantes. Pero dicen que tomará un tiempo entender cómo un gran incendio urbano afectará al ecosistema más amplio y nuestro suministro de alimentos.
Dias señaló que el océano ha absorbido durante mucho tiempo la contaminación de la tierra, pero con incendios y otros desastres, “todo se complica y la situación es aún más grave”.
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