México pisa tierra firme en su lucha contra la homofobia en el futbol
Después de años con la actitud del avestruz que mete la cabeza debajo de la tierra ante el peligro que se le avecina, la Federación Mexicana ha decidido pisar tierra firme para detener a sus aficionados homofóbicos, con los cuales se echará un pulso a partir de marzo.
En tiempos en los que la mayoría se une para detener los abusos milenarios a las mujeres, a las minorías raciales, nacionales y sexuales, el fútbol mexicano lleva años sufriendo la expresión homofóbica de un puñado de hinchas, que no han podido ser detenidos.
El grito “Eh, putooo”, a los guardametas de los equipos rivales fue una ofensa aislada por mucho tiempo, hasta que se hizo masiva y llamó la atención de la FIFA, que la calificó como es, un acto de homofobia y de machismo.
Como el niño de escuela que se ríe tímido en episodios de bullying, la Federación fue ingenua al creer que con ideas bonitas iba a detener a los violentos. Llamó al civismo, y al entendimiento de la misma manera que el presidente del país quiso detener la violencia de cárteles de la droga con “abrazos, no balazos”.
Un mensaje con un llamado a gritar México, en vez de “Eh, puto”, estorba a quien abre la web de la Federación, pero ha sido ignorado por los violentos, que tampoco le hicieron caso a los llamados de paz, y pidieron a gritos que les pusieran límites.
El inicio de año trajo un cambió de actitud por parte de la Federación. Su presidente, Yon de Luisa, subió el tono de voz con un anuncio de medidas que empezarán el próximo mes en el partido contra Estados Unidos en la eliminatoria mundialista y seguirá en el resto de los encuentros de la selección nacional.
Decidido a tocar la llaga, De Luisa entendió que solo si le sostiene la mirada a los homofóbicos los va a detener. De momento estableció y código de barras, que los hincas deberán sacar por la red para poder entrar al estadio, lo cual permitirá tenerlos fichados y al primer grito violento, expulsarlos de los partidos por cinco años.
La Federación, que ha pagado más de medio millón de multas por el grito, tendrá su gran prueba el 24 de marzo, cuando México recibirá a Estados Unidos con unos 45.000 aficionados en el estadio Azteca. Ahí entrará en vigor el sistema de código de barras, puesto a prueba con 2.000 hinchas en los partidos ante Costa Rica y Panamá.
“Tenemos dos objetivos claros. El primero es el deportivo, seguir sumando para clasificar lo más pronto posible al Mundial de Catar. Y, segundo, terminar con los actos discriminatorios, se lo hemos hecho saber a la FIFA y al TAS. Para nosotros tener a la afición en el estadio siempre será fundamental”, dijo en enero De Luisa.
Además de registrar a los aficionados con su código antes de entrar al estadio, según la Federación, promoverán un clima de no discriminación y se elevará la cantidad de guardias capacitados para identificar y retirar del estadio a quienes incidan en actos de discriminación.
Aunque los jerarcas del fútbol empiezan a pisar tierra firme y han cambiado el discurso, la cero tolerancia la aplicarán de momento solo en los partidos de la selección. Es una medida tibia porque cada semana en los juegos de liga los homofóbicos gritan y también lo hacen en los encuentros de México en Estados Unidos.
“Si esto funciona, será una medida que tendrá eco en clubes. Lo tenemos que hacer bien en selección para que los clubes lo puedan evaluar”, reconoció el jerarca del fútbol mexicano.
Lo peor no es que la medida sea limitada a la selección, sino que el presidente de la Federación dude de que su plan funcione. Si eso ocurre sucederá algo trágico. Las autoridades deberán reconocerse incapaces de detener a los homofóbicos.
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