Tras los discursos de Bill Clinton: cenas caras y elevadas facturas telefónicas
Cuando ex presidentes y dignatarios viajaban a California para ofrecer un discurso, ellos demandaban cosas, pero ninguno había insistido en volar de San Francisco en un jet privado y a solo 70 millas de distancia.
Pero todo esto era antes de que Bill Clinton llegara al poder.
Clinton cambió las reglas económicas de los discursos. Él presionaría, pero no solo a los organizadores corporativos, también a las organizaciones sin fines de lucro y universidades a pagar más allá de lo que estaban acostumbrados.
Sus colaboradores cambiarían lo que había sido un evento con un formato aparentemente gratis, en un evento donde cada pregunta de la audiencia era analizada. Él y Hillary se convertirían en dos personas tan habilidosas en obtener ganancias de sus discursos que llegarían a ganar hasta 150 millones de dólares por hablar ante audiencias después de mudarse de la Casa Blanca.
Contratos y correos electrónicos internos conectados a una media docena de discursos que Clinton dio en la Área de la Bahía después de 1998, ofrecen una visión general de las demandas tan inusuales y gastos que solicitaba por traerlo a la ciudad a hablar.
Los eventos ocurrieron como parte de una serie de discursos patrocinados por el Foothill Deanza Community College District, otro por la universidad UC Davis y otro por parte de una organización no lucrativa. El colegio comunitario lo volvió a invitar en el 2012. Los documentos se hicieron públicos luego de que un Comité Nacional Republicano, en medio de una campaña presidencial, los solicitara para examinar los cobros tan lucrativos que se le pagaron a los Clinton.
Los documentos muestran al ex presidente que se negaba a discutir los escándalos de su pasado con rehusarse a contestar preguntas que no hubieran sido seleccionadas. Además, se encuentra la factura de casi $1,400 por solo un día de llamadas desde el hotel Fairmont en San Francisco y una factura para dos personas de $700. También hay muestras que la agencia que representa a Clinton, continuó presionando para obtener un negocio con un anfitrión que mandó correos electrónicos con connotaciones racistas sobre las audiencias y bromaba refiriéndose a los colaboradores masculinos de Clinton como sus amantes.
Dar discursos políticos son un negocio muy lucrativo para la pareja Clinton. Hillary se negó a dar a conocer sus discursos que dio a los miembros de Goldman Sachs y otras corporaciones, es por eso que este tema se han convertido en un riesgo de campaña para la candidata. Las ganancias de su esposo de hasta 750 mil dólares por un solo discurso a las corporaciones es una fuente de implacable de conflicto de interés según sus críticos.
Bajo el permiso de sus propios consejeros, el ex Primer Mandatario presionó los límites de lo que se le podía pagar por discurso cuando entró al mercado en el 2001.
Hillary Clinton más tarde diría que su familia estaba casi ‘en la calle’ y llena de deudas después de pagar por años los servicios de abogados que luchaban contra el juicio político y otras controversias de su esposo. Hasta antes de los Clinton, el pago promedio a un presidente por un discurso era de 60 mil dólares.
Algunos de los organizadores de un evento en California se sorprendieron cuando la agencia Harry Walger demandó el doble de dinero para que Clinton hablara. Ellos pensaron que al final, el entonces presidente tomaría los 60 mil dólares que también le habían pagado a Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Jimmy Carter.
Pero no lo hizo. Bill Clinton colectó 100 mil dólares por discurso en seis eventos en una sola semana en el mes de noviembre de 2002. Los documentos muestran poca información del rol que pudo haber jugado el mismo Clinton en la presión para subir los costos y en la demanda de arreglos poco ortodoxos en sus gastos.
El ex presidente ha sabido dejarle los temas del dinero a sus manejadores, así que constantemente los detalles de sus transacciones diarias no son revisados, incluyendo las que tienen que ver con sus negocios y su imperio de organizaciones sin fines de lucro.
El costo de los discursos no permite que la audiencia tenga una interacción cándida con el ex presidente. El contrato con los dos eventos en la serie de Foothill-Deanza Community College District demanda que todas las preguntas sean aprobadas por el personal de Clinton.
“Hubiéramos deseado nunca habernos metido en esto”, dijo Richard Henning, quien administró la serie de discursos, el cual a patrocinado todas, excepto una del ex presidente Gerald Ford. “Él [Clinton] es la única persona, que me puedo acordar ahora, que haya pedido dicho requerimiento. Nunca antes había pasado”.
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