Un silencio que recordó la importancia del apoyo que necesitan los ‘Dreamers’
WASHINGTON — El silencio se apoderó de uno de los cinco salones de juntas del hotel Hamilton en Washington DC; a unas calles del Congreso donde fue derrotada la Acta del Sueño en el 2010, pero también a unos pasos de la Casa Blanca, donde el presidente Obama decretó en el 2012 el alivio migratorio para los jóvenes que llegaron de niños a Estados Unidos.
En ese momento, en el salón se encontraban cuatro de estos jóvenes conocidos como ‘Dreamers’: José Abastida, José Antonio Machado, Andrea Pinillos y Sarahí Espinoza. Ellos contaban su historia hace unos días a decenas de periodistas en la conferencia ‘Equidad en la educación: lo que significa para los latinos’ que realizó la Asociación de Escritores de la Educación (EWA, por sus siglas en inglés).
Ya habían pasado más de ocho años, desde que Sarahí Espinoza le habló por teléfono a su madre para pedirle su número de seguro social y así llenar la solicitud FAFSA que le ayudaría para ir a la universidad, y como aquella vez, el recordar la respuesta la volvió a derrumbar.
“Me dijo que no los tenía, que yo por ser indocumentada no tenía esos números”, dijo Espinoza, quien de repente ya no pudo hablar, el sentimiento de tristeza la inundó al igual que al resto en el salón. Hubo algunos de los reporteros que también pasaron saliva con dificultad ante el relato de la joven.
“I am sorry. Fue un día muy difícil para mí”, siguió. “Aprender que el país que yo conocía como mi hogar, y en el cual me había empeñando mucho para salir adelante no me valoraba como persona… Fue difícil. Me hicieron sentir que no era lo suficientemente importante para permitirme continuar la universidad”.
Espinoza enfatizó que lo que más le había dolido era que ya no podía cumplir la promesa hecha a su madre de sacarla de la inestabilidad que vivían. Ella se esforzó para graduarse con honores de high school y cumplió con todos los requisitos universitarios, pero nada contó.
Eileen Truax, escritora del libro ‘Los Dreamers, la lucha de una generación por su sueño americano” y quien conducía el panel ya había advertido ‘en broma’, que las historias de los jóvenes necesitarían más de una hora para ser expuestas; aunque ya en ese momento parecía no importar el tiempo que se llevaría el taller. Los periodistas solo querían seguir escuchando.
“Ese tema si me pega”, comentó Paolo Sasso, periodista de la Prensa de Minnesota.
Después de saber su estado migratorio, Espinoza contó que cayó en depresión por un tiempo, pero no se rindió y empezó a organizar, protestar y demandar una solución al problema que viven aproximadamente 1.5 millones de jóvenes en Estados Unidos. Ante el rechazo del Acta del Sueño en el Senado en el 2010 y la presión de los jóvenes a nivel nacional, en el 2012, el presidente Obama no tuvo otra que decretar un alivio migratorio (DACA) para los jóvenes como ella; desde entonces, Espinoza no para.
Inmediatamente se inscribió al colegio, luego fue una de las 20 dreamers elegida para trabajar en Silicon Valley con Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, con el objetivo de crear herramientas que ayudaran a impulsar la reforma migratoria.
Fue en ese programa donde nació Sarahi.tv para ayudar a los jóvenes como ella a conseguir becas privadas porque aunque algunos dreamers ya tenían permiso de ir a la universidad, el dinero seguía siendo un obstáculo para muchos. Gracias a este esfuerzo, en el 2014 fue nombrada ‘Campeona del Cambio’ por la Casa Blanca a donde tuvo oportunidad de asistir y recibir el reconocimiento.
Ese mismo año, se inscribió en el concurso Voto Latino Reto de Innovadores para ampliar sus esfuerzos de ayudar a los dreamers a conseguir becas privadas.
“El objetivo del concurso era proponer una idea para solucionar un problema en su comunidad a través de la tecnología”, comentó la joven. “ Yo ya tenía un blog, pero ahora quería crear una aplicación que ampliara la ayuda a esos mismos jóvenes sin documentos; así que llegue a Washington D.C., a competir, gané el primer lugar y me dieron 100 mil dólares para crear DREAMERsroadmap”.
El silencio que había prevalecido en la audiencia después de ver y escuchar a Espinoza relatar el instante cuando supo que era indocumentada fue interrumpido. Los aplausos, gritos y algarabía llegaron por los periodistas, parecía que se anunciaba la derrota Donald Trump.
“Es imposible escuchar un testimonio como ese y no conmoverse porque somos humanos”, expresó el periodista Mario Guevara de Mundo Hispánico en Atlanta.
El periodista Rafael Navarro, editor de El Nuevo Georgia, expresó: “No tengo ninguna pregunta específica, ustedes lo han dicho todo… los admiro, admiró la historia de cada uno por lo que han hecho…. Ustedes (dreamers) han logrado lo que no ha podido lograr el activismo hispano en Estados Unidos y es el haber movido por lo menos un dedito del presidente Obama para que hiciera el DACA…”.
Navarro se refería a los cuatro testimonios de los jóvenes dreamers que no dejaban de asombrar a los presentes con sus historias.
José Abastida fue llevado de Honduras a Estados Unidos a los 11 años, pero gracias a sus esfuerzos ahora es estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad de Florida. Previamente el joven asistió a un colegio donde dos clases le costaron 5 mil dólares por lo que tuvo que trabajar dos años para pagar sus estudios.
Abastida ha luchado incesantemente por los derechos de los dreamers y ayudó para que el gobierno de Florida cambiara la ley estatal y cobrara a los dreamers una colegiatura como a los estudiantes residentes del estado. Actualmente es miembro de Chispas, una organización que defiende a los estudiantes sin documentos y donde fundaron la beca ‘Saliendo de las sombras’ para ayudar a los estudiantes a pagar sus estudios; recientemente realizó un servicio social o ‘internship’ en la Casa de Representantes en el Capitolio en Washington.
Al joven le gustaría que los periodistas no se formularan un juicio de los estudiantes indocumentados sin conocerlos ya que en ocasiones algunos reporteros han pensado que porque los dreamers no nacieron en este país no pueden salir adelante, trabajar o vestir bien.
“No porque somos indocumentados quiere decir que no podemos lograr grandes cosas, que no podemos trabajar en posiciones de alto nivel… la verdad, nosotros ya no estamos soñando, estamos logrando”.
Andrea Panillos, originaria de Lima, Perú, fue traída a Estados Unidos a los 11 años. Para ella fue muy difícil compartir con sus amigos que no tenía documentos. La joven subrayó que es muy fácil caer en depresión cuando quieres seguir estudiando y por razones fuera de su alcance no pueden; además cuesta mucho trabajo hablar sobre el estado legal de los estudiantes porque la presión es fuerte.
“Hablar de una situación de ser ilegal no es fácil, por lo menos para mí cuando yo estaba en high school. No era fácil decirle a mis compañeros: yo no tengo papeles, no sé qué voy hacer, pero poco a poco y gracias a las demás personas, como mis queridos compañeros aquí presentes, hemos podido salir a la luz y salir de las sombras ya que nosotros también soñamos en grande como todos los estudiantes de nuestras edades.
José Antonio Machado, fue llevado a Estados Unidos a los 4 años de Nicaragua, pero en el 2011 le deportaron a su madre luego de ser detenida por las autoridades por llevar una luz del vehículo descompuesta. El joven ya no pudo verla y fue puesto en un hogar de Crianza del condado donde vivía en el estado de Florida. Tiempo después se involucró en la lucha de los estudiantes indocumentados y actualmente estudia en el Miami Dade College. A él le gustaría ver la historia de toda la gama de estudiantes sin documentos en los medios y les pide a los reporteros, particularmente a los que hacen su trabajo con cierta prisa, que los entiendan, para ellos contar un relato, particularmente cuando los han separado de su familia, es muy fácil.
“Les pido que diversifiquen a la gente que van a entrevistar, los dreamers no son todos latinos, no son todos de México… hay del Caribe tenemos que dar a conocer la historia de todos”.
Al terminar el taller, un gran número de periodistas trató de entrevistarlos, tomarse la foto con ellos y compartir su historia.
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