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Elecciones 2016: ¿es realmente el presidente de Estados Unidos la persona más poderosa del mundo?

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Estados Unidos elige este martes si su presidente durante los próximos cuatro años será Hillary Clinton o Donald Trump, dándole a uno de ellos un poder inmenso para gobernar la superpotencia planetaria.

De hecho, muchos creen que los estadounidenses están escogiendo en las urnas a la persona más poderosa del mundo.

El razonamiento detrás de esa idea es claro: el triunfador será a la vez el jefe de Estado y de gobierno del país con la principal economía, un alcance global único y las mayores Fuerzas Armadas.

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Expertos como Daniel Drezner, profesor de política internacional en la Universidad Tufts y miembro no residente de Brookings Institution, un centro de análisis de Washington D.C., comparten la noción de que el inquilino de la Casa Blanca posee más poder que cualquier otro individuo.

“Diría que sí, dado que el presidente de EE.UU. tiene el comando de uno de los mayores arsenales nucleares del mundo, y puede decidir lanzar esas armas sin el control y equilibrio de otra rama del gobierno”, dice Drezner a BBC Mundo.

Sin embargo, ¿cuánto poder ejerce realmente en la práctica un presidente estadounidense?

O, planteado de otra forma, ¿pasarán a ser la demócrata Clinton o el republicano Trump la persona capaz de afectar más vidas en la Tierra, directa o indirectamente?

“Débil”

La cuestión del poder real que tiene un mandatario estadounidense ha sobrevolado de un modo peculiar la campaña electoral en este país.

Clinton alertó varias veces sobre la posibilidad de que los códigos nucleares de EE.UU. puedan quedar en manos de Trump, a quien acusa de falta de temperamento y experiencia para ser comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.

El magnate inmobiliario ha dicho que la proliferación nuclear es el “mayor problema” que enfrenta el mundo y no descartó el uso de ese tipo de armas como última opción siendo presidente, aunque aclaró que no sería de “gatillo fácil”.

Arturo Valenzuela, que manejó temas interamericanos en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca en el gobierno de Bill Clinton y encabezó la diplomacia hemisférica de EE.UU. con Hillary Clinton como secretaria de Estado, dice que lainquietud radica en la capacidad de actuar que tendría Trump ante un “tema dramático”, como por ejemplo un desafío de Corea del Norte.

“Sin embargo, en relación los temas de América Latina y la política exterior que podría implementar, el presidente de Estados Unidos es relativamente débil”, aclara Valenzuela, que ha sido uno de los portavoces de la campaña de Clinton.

“Sus facultades para actuar de forma independiente son muy relativas”, explica a BBC Mundo. “Va a precisar del apoyo del Congreso y de otras entidades. El presidente de Estados Unidos no puede llegar, hacer un decreto y cambiar toda la política hacia la región. Y pasa lo mismo en temas de política interna”.

Poder con límites

Los límites que tiene un mandatario de EE.UU. para actuar están marcados por la Constitución y la ley, y responden a una obsesión que tenían los fundadores de este país: evitar la tiranía.

Asuntos importantes como la firma de nuevos acuerdos comerciales o una declaración de guerra por parte de Washington requieren autorización del Congreso.

Es cierto que un presidente estadounidense tiene margen, por ejemplo, para alterar pactos y políticas comerciales, o enviar tropas a una guerra sin esperar por el aval del Capitolio, como ha ocurrido, aunque en este último caso precisa de la autorización poco después.

El presidente Barack Obama ha intentado que el Congreso autorice la guerra contra Estados Islámico, pero no lo logró y su campaña militar contra ese grupo se apoya en un aval votado tras los ataques de septiembre de 2001 para luchar contra sus autores.

Varios expertos señalan que en los últimos tiempos, sobre todo después de aquellos ataques de al-Qaeda en Nueva York y Washington, los poderes del presidente de EE.UU. se han expandido.

Pero hay quienes creen que fuera del Despacho Oval existen líderes con más poder.

¿Putin?

La revista Forbes ha colocado al presidente ruso, Vladimir Putin, al tope de su lista de personas más poderosas del mundo en los últimos tres años, señalando su capacidad “para hacer lo que quiera y salirse con la suya”.

El segundo lugar de esa lista en 2015 tampoco fue para Obama sino para la canciller alemana, Angela Merkel, por considerarla “la columna vertebral de la Unión Europea de 28 miembros”.

El presidente estadounidense quedó tercero, porque para Forbes su influencia disminuía al entrar en su último año de mandato, mientras el papa Francisco figuró cuarto, como líder espiritual de “un sexto de la población mundial”.

Y hay otras personas que podrían aspirar al podio.

¿Qué tal por ejemplo de Xi Jinping, el presidente chino que ha concentrado poder?

¿Y Janet Yellen, la presidenta de la Reserva Federal, definida en la revista The Atlantic cuando fue propuesta para el cargo, como alguien que sería “la mujer más poderosa en la historia del mundo”?

Yellen, y no Obama o quien lo suceda, tiene una voz clave al decidir el cambio de las tasas de interés, que afectan los costos de tomar prestado de un banco o el valor del dólar globalmente.

Discrecionalidad

El propio Trump sorprendió en esta campaña al hablar de Putin como un líder más fuerte que Obama, o al decir que el presidente ruso ha sido más astuto que el estadounidense y que Clinton.

Y ahora muchos se preguntan cómo una presidencia de Trump, que ha hablado de levantar un muro en la frontera con México o revisar pactos comerciales o de cooperación internacional, podría afectar a EE.UU. y al mundo.

“Si eligen a Donald Trump, me preocuparía mucho. Porque por un lado el presidente de EE.UU. está muy restringido por límites institucionales. Pero por otro lado, tiene mucha discrecionalidad”, señala Peter Gourevitch, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de California en San Diego.

“En cuestiones de seguridad, hay varias formas en que el presidente puede causar muchos problemas”, agrega en diálogo con BBC Mundo. “En la crisis de misiles de Cuba, el presidente (John F.) Kennedy tuvo mucha discrecionalidad. Y (Lyndon) Johnson en Vietnam”.

El propio Obama ha usado ampliamente su autoridad ejecutiva para dejar su huella en política doméstica y exterior eludiendo al Capitolio, por ejemplo al normalizar las relaciones con Cuba, aunque no logró que el Congreso levantara el embargo a la isla.

Quizá otra prueba de la influencia limitada de un mandatario en este país sea el hecho de que alguien como Trump, tan distinto a Obama en tantos aspectos, esté a un paso de llegar a la Casa Blanca.

“Los presidentes de Estados Unidos”, dice Randall Kennedy, un profesor de derecho en la Universidad de Harvard, “son poderosos pero no son todopoderosos: no son capaces de cambiar la cultura política de Estados Unidos”.

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