Estadounidenses empiezan a cultivar quinua
EE.UU./AP — En un rincón de la frontera entre Estados Unidos y Canadá, Nash Huber, de 75 años, está experimentando con el cultivo de quinua.
Y el mes pasado sacó su primera cosecha comercial de la planta en un campo de 12 hectáreas, sumándose a una pequeña cantidad de agricultores estadounidenses que tratan de aprovechar la enorme demanda que hay en este país de ese cereal típicamente andino.
“Es una cosecha hermosa”, dijo Huber mientras observaba su cosechadora moliendo las plantas y escupiendo las semillas. Eligió una variedad colorada, que hizo que durante un par de semanas ante de la cosecha todo su campo se tiñese de rojo. “Todavía estamos aprendiendo cómo cultivarla”.
Los estadounidenses consumen más de la mitad de la producción mundial de quinua, que fue de 37.000 toneladas en el 2012. Veinte años antes, la producción era de apenas 600 toneladas, según la Organización de la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas.
En Estados Unidos, no obstante, se cultiva muy poco la quinua, al punto de que no figura en el censo agrícola, según Julianne Kellogg, estudiante de posgrado de la Washington State University interesada en el cultivo de quinua en la región del Monte Olympus del estado de Washington, incluido el campo de Huber. Se cree que hay entre 1200 y 2000 hectáreas cultivadas con quinua en Estados Unidos.
El valor nutritivo de la quinua ha hecho que deje de ser un producto marginal y llegue a los grandes supermercados. Celebridades como Oprah Winfrey hablan bellezas de ella.
Contiene todos los aminoácidos que necesita el ser humano, lo que la hace una proteína completa, de acuerdo con Kellogg. Es difícil encontrar otro cereal con esas propiedades. Además, no tiene gluten.
Es un cereal lleno de posibilidades que van más allá de las ensaladas y puede ser usado en leche, cerveza, desayunos, productos para el cabello y bocaditos al paso.
“Creo que pronto va a ser un producto básico”, sostuvo Sergio Núñez de Areco, boliviano cuya empresa Andean Naturals ha ayudado a popularizar la quinua en Estados Unidos, distribuyéndola en tiendas como Costco y Trader Joe’s.
El aumento en la demanda de Estados Unidos y Europa hizo que grandes empresas agrícolas de Perú comenzasen a cultivar quinua hace pocos años. Eso generó un exceso de oferta, lo que hizo que los precios bajasen.
Según un informe de julio del Servicio Exterior del Departamento de Agricultura, los precios de la quinua se desmoronaron un 40% entre septiembre del 2014 y agosto del 2015.
“Los agricultores la están haciendo a un lado”, dijo Núñez de Arco. “Se fueron a buscar trabajo a la ciudad. Fue bueno mientras duró, pero ahora se reanudó la migración rural”.
Núñez de Areco abrió una planta procesadora en California que produce la capa amarga que cubre el grano de quinua. La noticia no fue bien recibida por los agricultores bolivianos.
“Hay que mejorar algunas prácticas y lo van a aprender a partir de una competencia saludable”, señaló Núñez de Areco, quien reside en San Francisco. “Mi objetivo ha sido proteger al pequeño agricultor haciendo que el producto termine en un estante alto, lo que generará demanda”.
En el estado de Washington, la quinua de Huber está destinada a la Lundberg Family Farms, una empresa californiana especializada en la producción de quinua nacional. Este año la firma contrató a agricultores de la costa del Pacífico para ver si logran una cosecha de 2 millones de libras (900.000 kilos).
“Es bueno tener un producto que la gente consume”, dijo Tim Schultz, vicepresidente de Lundberg. La producción local “no tiene tantos kilómetros recorridos”.
Para que se popularice el cultivo de quinua en Estados Unidos es importante encontrar la combinación justa de variedad del grano y de medio ambiente. La Washington State University está investigando la resistencia de las variedades al calor y los brotes del verano, entre otras cosas. El año que viene, analizarán plantaciones de Maryland y Minnesota.
“Desde la perspectiva de los agricultores, es una opción adicional para la rotación de cultivos”, indicó Kevin Murphy, profesor adjunto de la universidad.
Eso fue algo que atrajo a Huber. La producción no fue tan alta como esperaba, en parte porque un alce pisoteaba sus plantas.
“Espero no perder dinero”, comentó con una sonrisa. “Si recupero lo invertido o si pierdo solo un poco, me sentiré satisfecho ya que aprendí muchas cosas”.
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