El nuevo Museo de la Revolución Estadounidense, el más patriota de EEUU
Miriam Barchilón Washington — La ciudad de Filadelfia inaugura este miércoles el nuevo Museo de la Revolución Estadounidense, el más patriota de EEUU, que revive el espíritu nacional e inconformista de una época convulsa que desembocó en la independencia del país.
El imponente edificio se ubica en el centro histórico de Filadelfia, rodeado por el lugar en el que se debatió y adoptó la Declaración de Independencia de Estados Unidos, el Independence Hall, y la casa de la fabricante de la primera bandera del país, Betsy Ross, entre otros emplazamientos clave para la emancipación del Imperio Británico.
El museo se ha hecho realidad exactamente 242 años después del llamado “disparo oído alrededor del mundo”, expresión que alude al primer tiro simbólico del conflicto que enfrentó a las trece colonias británicas en América del Norte y Gran Bretaña, y ha costado más de 150 millones de dólares en donaciones privadas.
Tras catorce años de proyecto, el museo honra finalmente a los héroes de la Guerra de Independencia (1775-1783) y los padres de la nación.
El edificio tiene un espacio de unos 11.000 metros cuadrados dedicados a exhibiciones permanentes y temporales, objetos personales de los protagonistas de la revolución, las armas utilizadas, teatros y espacios interactivos.
Se trata de un periplo por apartados con nombres tan sugerentes como “La Ruta a la Independencia”, “La Hora más Oscura”, “Una Guerra Revolucionaria” y, finalmente, “Una Nueva Nación”.
“El museo cuenta de forma exhaustiva la historia de la Revolución Estadounidense”, asegura a Efe el presidente y director ejecutivo del museo, Michael Quinn.
“La gente -agrega Quinn- descubrirá esta guerra y esta increíble revolución que creó la nación estadounidense desde sus causas a sus conclusiones (...) a través de objetos originales, presentando a gente real que la vivió y la lideró, objetos y películas, que hacen que la historia esté viva”.
Además, Quinn destaca que la revolución es la raíz de ideas de igualdad, autogobierno y derechos inalienables que rigen en el país, por lo que defiende lo importancia del museo para que los estadounidenses entiendan sus orígenes y su “continuo papel en la experiencia estadounidense”.
Más de 3.000 objetos, según el historiador jefe y director comisario del museo, Philip Mead, consiguen que el visitante crea que los revolucionarios, más allá de su aura histórica, fueron “personas de carne hueso”.
Entre esos objetos sobresalen los fragmentos de la estatua ecuestre del rey Jorge III de Inglaterra, derribada en Nueva York en 1776, con marcas de las herramientas utilizadas para tirarla por los insurgentes.
El resto de la estatua se transformó en 42.000 bolas de mosquetón a las que los revolucionarios llamaban, con tono burlón, “majestad fundida”.
Pero el protagonismo se lo lleva la tienda de campaña que sirvió como oficina y dormitorio hasta 1783 al entonces general George Washington y posteriormente primer presidente de EEUU, un recuerdo de los tiempos en los que “el futuro de la nación pendía de un hilo”, como afirma el narrado de un vídeo divulgativo,.
Las telas de lino de la carpa, que mide 7 metros de largo y 4,2 metros de ancho, han logrado sobrevivir al paso del tiempo y ahora se exhiben por primera vez desde mediados de los años noventa tras haber sido propiedad de la Valley Forge Historical Society, fuente de muchos artículos en la colección del museo.
La conservadora de piezas textiles Virginia Whelan explica a Efe que este tejido es una muestra de que la revolución no se hizo sola, por lo que es “responsabilidad, derecho y deber” de los estadounidenses mantenerse involucrados en la realidad del país.
“Creo que la Revolución Estadounidense, porque aún continúa, es muy relevante para los estadounidenses y para la gente de todo el mundo. Por eso, podría tener una resonancia particular para la gente por diferentes razones hoy en día. Pero va a continuar teniendo una relevancia nueva año tras año y década tras década”, agrega Mead.
Además de la “historia de los ganadores” conocida por el público, el nuevo museo destaca el papel de los nativos estadounidenses, como la tribu Oneida, que apoyó la revolución, y de la primera poetisa afroamericana en publicar en 1773 sus escritos, Phillis Wheatley.
Desde el principio de la revolución hasta la firma de la Constitución de EEUU en 1789, la exposición culmina con 150 fotografías de gente que vivió durante la Guerra de Independencia y que invitan a “conocer el futuro de la Revolución Estadounidense”.
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