Trump busca músculo militar con bombardeos, inversión, pero poca estrategia
Washington — El presidente, Donald Trump, ha capitalizado políticamente en sus primeros 100 días en la Casa Blanca la mano dura en defensa, mientras que intenta ampliar el aparato militar a niveles récord en tiempo de paz, pero sin que emerja una estrategia clara.
De los pocos éxitos contundentes que obtuvo Trump en sus 100 primeros días estuvieron las acciones militares y muestras de fuerza que tuvo con Siria, donde bombardeó un base aérea del régimen de Bachar al Asad, y el bombardeo de un complejo de túneles del Estado Islámico (EI) en Siria.
Con ambas acciones, Trump mandó un mensaje de fuerza al mundo, especialmente a adversarios como China o Rusia, que contó con apoyos tanto republicanos como demócratas, pero que hizo poco en frenar los implacables ataques sirios y rusos contra los opositores o en reducir la inestabilidad afgana.
Mientras tanto, Corea del Norte mantuvo el nivel acostumbrado de provocaciones, mientras que Trump elevaba la tensión dialéctica sin cerrar la puerta al diálogo, pero fue criticado por la falta de una estrategia clara para poner fin al programa nuclear norcoreano.
“Bajo la superficie (de los éxitos) yace una preocupante tendencia. Con la incoherencia en política exterior y la negligencia el equipo de Trump se arriesga a dejar vacías ideas, iniciativas e instituciones en las que se ha basado el orden internacional”, aseguraba esta semana en una columna de opinión William Burns, subsecretario de Estado con el ex presidente Barack Obama.
El 7 de abril Estados Unidos lanzó un ataque con misiles guiados contra la base aérea de Shayrat en respuesta al ataque químico de Jan Sheijun, que atribuyó a Damasco, dejando claro que no toleraría más ataques de este tipo contra población civil en Siria.
No obstante, el régimen sirio continúa atacando con ayuda rusa zonas rebeldes con armamento convencional, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, despegando sus fuerzas desde la misma base atacada por los estadounidenses.
En Afganistán, realizó toda una declaración de intenciones al permitir utilizar por primera vez la bomba no nuclear más potente del arsenal estadounidense, la llamada “Madre de todas las bombas”, contra un complejo de túneles del EI en una remota zona del este del país.
“Ahora mismo, tenemos que definir los desafíos (en Afganistán), el camino adelante”, explicaba esta semana el secretario de Defensa, James Mattis, desde Kabul, tras asegurar que con la muerte de casi cien combatientes del EI, se había eliminado gran parte de la amenaza del grupo terrorista en el país.
Pero mientras la Administración presumía de los resultados de ambos bombardeos, considerados también un mensaje a Corea del Norte, el Pentágono reforzaba discretamente la provincia de Helmand con más tropas, mientras que los talibán protagonizaban en una base militar en Mazar-i-Sharif el ataque más grave desde 2001 contra las fuerzas afganas, con unas 170 tropas muertas.
Del mismo, modo Trump ha sacado músculo militar frente a Corea del Norte, con el despliegue en Corea del Sur de un sofisticado sistema de misiles y el envío a la zona de un portaaviones, su grupo de ataque y de un submarino nuclear.
La Administración de Trump ha sido criticada por no ser clara a la hora de establecer una estrategia para conseguir que Corea del Norte, un país con una economía similar a la de Haití y apoyado por China, abandone sus ambiciones nucleares y con misiles de largo alcance.
“Las ambiciones de Corea del Norte son una problema de urgencia nacional y una prioridad en política exterior”, aseguraron hoy en un comunicado conjunto los secretarios de Defensa, James Mattis, de Estado, Rex Tillerson, y el director Nacional de Inteligencia, Dan Coats, después de informar a todo el Senado sobre la estrategia frente Pyongyang en una inédita reunión en la Casa Blanca.
Mientras tanto, Trump, que ha presentado un presupuesto de Defensa récord para tiempos de paz, mantiene la competencia con Rusia en Siria, Irán e incluso Afganistán, donde el Pentágono ha llegado a sugerir que Moscú arma a los talibán.
Esos conflictos subsidiarios entre dos potencias militares opuestas han llevado al mundo a los máximos volúmenes de venta de armas y de gasto militar desde la Guerra Fría, según un informe publicado esta semana por el Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI).
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