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En riesgo cientos de niños africanos en la frontera sur de México

La situación de más de 700 niños y adolescentes de origen africano es incierta en la frontera sur de México, donde permanecen, la mayoría en compañía de adultos, a la espera de una respuesta a su pedido de asilo. Desde hace más de dos meses, los menores junto a sus familias se desplazan por la ciudad de Tapachula y en el municipio de Mapastepec en espera de ser atendidos por el Instituto Nacional de Migración (INM) para que sus solicitudes de asilo sean escuchadas por las autoridades mexicanas. Esta población tiene acceso limitado a muchos servicios esenciales que necesitan para su bienestar incluidos los de nutrición, apoyo psicosocial y educación. EFE/Archivo

La situación de más de 700 niños y adolescentes de origen africano es incierta en la frontera sur de México, donde permanecen, la mayoría en compañía de adultos, a la espera de una respuesta a su pedido de asilo. Desde hace más de dos meses, los menores junto a sus familias se desplazan por la ciudad de Tapachula y en el municipio de Mapastepec en espera de ser atendidos por el Instituto Nacional de Migración (INM) para que sus solicitudes de asilo sean escuchadas por las autoridades mexicanas. Esta población tiene acceso limitado a muchos servicios esenciales que necesitan para su bienestar incluidos los de nutrición, apoyo psicosocial y educación. EFE/Archivo

(Carlos LÛpez / EFE)
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EFE

La situación de más de 700 niños y adolescentes de origen africano es incierta en la frontera sur de México, donde permanecen, la mayoría en compañía de adultos, a la espera de una respuesta a su pedido de asilo.

Desde hace más de dos meses, los menores junto a sus familias se desplazan por la ciudad de Tapachula y en el municipio de Mapastepec en espera de ser atendidos por el Instituto Nacional de Migración (INM) para que sus solicitudes de asilo sean escuchadas por las autoridades mexicanas.

Esta población tiene acceso limitado a muchos servicios esenciales que necesitan para su bienestar incluidos los de nutrición, apoyo psicosocial y educación.

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Además corren el riesgo de ser deportados y ser víctimas de abuso o de trata durante el viaje y en los alrededores de los campamentos, ya que estos están ubicados en lugar marcados como zona roja por autoridades municipales en la frontera de México con Guatemala.

A estas condiciones difíciles se le suman que huyen de la violencia en sus países de origen y sufren de la falta de oportunidades tanto en África como en el Caribe y Centroamérica por lo que el panorama es devastador y por ello caminan y se trasladan en busca de nuevas oportunidades de vida.

El campamento de los migrantes africanos, que se ubica afuera de la estación migratoria Siglo XXI, es el más desentendido por instituciones de Gobierno y por organizaciones defensoras de los derechos del niño.

Los menores han comenzado a impacientarse y muchos tienen miedo de quedarse solos, mientras que otros presentan desnutrición e insomnio y deshidratación y sortean como pueden el factor del clima y la limitada alimentación

La población africana pasa los días y las noches en una área limitada en casas de campañas y camas hechas con cartón y han soportado por varias semanas las inclemencias del tiempo.

Su objetivo es atravesar México para pedir asilo en Estados Unidos pero conforme pasan los días las familias caen en desesperación por no ver resuelto su permiso para transitar por este país.

Hace unos días una docena de mujeres embarazadas, con más de siete meses de gestación, se entregaron a las autoridades migratorias mexicanas para obtener asistencia social ante la proximidad de dar a luz.

Ante los cientos de deportaciones que el Gobierno mexicano ha llevado a cabo, los migrantes han decidido instalar una valla humana frente a las puertas de ingreso y salidas de la estación migratoria para no permitir el acceso y salida de camiones que trasladan a los extranjeros detenidos.

En su protesta exigen a las autoridades atención para obtener un oficio de salida que les permita continuar su camino ya que para ellos retornar a sus países no es una opción.

Al final, los menores migrantes dependen de las decisiones que tomen los adultos para seguir adelante o replantear su situación en la frontera sur de México.

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