Historia: Sus padres fueron deportados, ahora recorren barrios para informar qué hacer en redadas
CHICAGO — Casi a diario, desde que comenzó el verano, Damariz Posadas, de 22 años, maneja unas dos horas desde la universidad a la que asiste en Kenosha, Wisconsin, hasta Chicago, para acompañar a un grupo de jóvenes que se dedican a informar a su comunidad sobre sus derechos en caso de una redada de Inmigración.
“Algo que mucha gente no sabe, es que tienen derecho a grabar y tomar fotos con su celular de todo lo que ocurra y después reportarlo”, es una de las recomendaciones que Posadas ofrece a los vecinos.
Amparada bajo DACA, Posadas dice que quiere asegurarse que lo que le sucedió a su familia —cuyo padre fue deportado en 2015— no le ocurra a nadie más. También busca que la gente en los vecindarios que la vieron crecer en el sur de Chicago, la mayoría latinos, se sientan seguros y apoyados, contó la joven.
Junto con ella, otros 27 jóvenes de entre 16 y 21 años recorren las calles de La Villita y Pilsen cada jueves y domingo para repartir información sobre lo que se debe hacer en caso de encontrarse con agentes del Buró de Vigilancia de Inmigración y Aduanas (ICE).
El grupo es parte de Fuerza Juventud, una organización pro inmigrante que aboga y promueve la equidad y justicia por quienes son afectados por el sistema migratorio de EEUU.
Aunque llevan a cabo talleres y actividades durante todo el año, y ante los posibles operativos anunciados por el presidente Donald Trump, los jóvenes se movilizan para alertar a la comunidad sobre sus derechos.
“Es aterrorizante la manera que esta administración actúa contra los indocumentados”, dijo Posadas.
“Ni siquiera nos tratan como humanos. Es un trauma del que trato de salir adelante porque sé lo que se siente vivir una redada”.
Posadas dice recordar con claridad el día en que agentes de ICE irrumpieron en su vivienda, una semana antes de su graduación de la secundaria, y le apuntaron con un arma de fuego cuando ella les exigió que le mostraran una orden de cateo, relató Posadas con voz entrecortada.
El agente la mandó a callar, contó, y arrestaron a su padre, quien meses después fue deportado a El Salvador, lugar del que huyó décadas atrás —primero a México y después a EEUU— para escapar de la violencia y la pobreza, dijo Posadas.
Fue entonces cuando la joven, ya becada para asistir a Carthage College, en Wisconsin, para estudiar religión y educación, se involucró con la activista y pastora Emma Lozano y su organización pro inmigrante Familia Latina Unida.
Ella y su madre fueron en busca de su apoyo para detener la deportación de su padre. Sin embargo, no pudieron ganar el caso.
Abrumada por la deportación de su padre, Posadas dice que decidió no sólo seguir con sus planes de asistir a la universidad, sino continuar el activismo pro indocumentados por otros jóvenes y familias como la suya.
“Quiero utilizar mi experiencia para evitar que le pase a otras familias lo que me pasó a mí, para que no sufran lo que nosotros sufrimos”, dijo.
Desde que su padre fue deportado, Posadas —quien cursará una maestría en Boston University este otoño— dice que obtiene la fuerza para seguir adelante por medio del trabajo por su comunidad.
Agregó que su meta es mostrarle a su madre y padre que valió la pena su sacrificio al traerla de Veracruz, México, ilegalmente a los 3 años.
“Es más que algo personal”, dijo Posadas.
Durante su recorrido por el vecindario registran a los ciudadanos para votar y distribuyen anuncios que pegan en aparadores de negocios, postes y en cualquier lugar visible en los que alertan a ICE que los residentes de esa comunidad saben qué acciones tomar si inmigración toca a su puerta.
También le piden a los residentes que pongan esos letreros en las ventanas de sus casas o sus negocios.
Los anuncios dicen: “HOGAR EN ALERTA DE DERECHOS HUMANOS, Zona libre de ICE”.
Evely Padilla, dueña de la sastrería Evely Tailor Shop, 2000 W. 23rd St., se aseguró de poner el anuncio verde neón en la ventana de su negocio.
En los 14 años que lleva en el área, dijo que nunca notó tanto miedo de redadas por parte de sus vecinos.
Aunque ella y su familia no temen enfrentar a las autoridades de inmigración, para ella es importante que sus vecinos y sus clientes sepan que tienen su apoyo.
“A pesar de ser jóvenes y poder invertir su tiempo en otras cosas, están preocupados por la situación y la separación de familias”, comentó Padilla.
“Es bonito porque muestran su respeto a la comunidad. Si todos colaboramos un poquito, podremos salir de este hoyo”.
Padilla, originaria de Jalisco, México, dijo que la labor de los jóvenes es necesaria en el vecindario porque muchos inmigrantes se enfocan en trabajar y olvidan informarse de qué hacer si ICE toca a su puerta.
Zigali Velasco, de 20 años, también es parte del grupo y su labor también va más allá de sólo informar a la comunidad, pues quiere evitar que otras familias sean separadas como le sucedió a ella. Hace aproximadamente ocho años, su padre fue deportado.
“La juventud tiene miedo de lo que nos pueda pasar a nosotros y a nuestras familias”, dijo Velasco.
“Eso es lo que nos incita a involucrarnos en una organización como Fuerza Juventud y llevar a cabo el tipo de acciones que hacemos para proteger a nuestras familias”.
En Illinois vive casi medio millón de indocumentados, la mayoría en el área de Chicago, según el Pew Research Center.
El mes pasado, el presidente afirmó que “millones” serían deportados bajo una nueva ola de operativos. El año fiscal 2018 ICE deportó a más de 250,000 personas; 57% eran criminales convictos, según sus estadísticas.
La agencia dijo que las deportaciones aumentaron un 13% respecto al año anterior.
Velasco, dijo que es importante hacer notar el trauma que esas separaciones causan a los niños y jóvenes como ella.
Recientemente, el grupo también comenzó Moral Mondays y cada lunes se reúnen frente a las oficinas locales de ICE para que los funcionarios tengan en cuenta de que siguen en la lucha, explicó.
“No quiero que más jóvenes pasen el trauma y el dolor que yo pasé cuando me arrebataron a alguien que amo”, agregó Velasco.
Mony Ruiz-Velasco, abogada, explicó que a pesar de que los indocumentados tengan antecedentes criminales o una orden de deportación, “tienen derecho a un debido proceso” y por eso es “importante saber qué hacer en caso de una redada”.
Ruiz-Velasco, directora ejecutiva del Proyecto de Acción de los Suburbios del Oeste (PASO), organización comunitaria de justicia social, agregó que el tomar acciones como la de los jóvenes o participar en marchas y manifestaciones, son un acto de solidaridad con la comunidad indocumentada.
“Las manifestaciones, y ese tipo de acciones, elevan y hacen hincapié en los problemas y cómo afectan a la comunidad”, dijo Ruiz-Velasco, cuya organización participó en una marcha al centro de Chicago el sábado 13 de julio junto con otras organización sin fines de lucro y pro inmigrantes.
“Este tipo de acciones son para exigir los cambios que se necesitan, pero también para mandar un mensaje a los funcionarios electos de que estamos juntos para defender a nuestra gente”.
La meta, dijo Ruiz-Velasco, es mostrar que existe “gran” ansiedad de la comunidad inmigrante en Illinois, dados los rumores de redadas y la situación en la frontera de un continuo flujo de cruces ilegales, separación de familias y muertes de niños bajo custodia de las autoridades.
Aunque sus peticiones para poner fin a la criminalización de la inmigración ilegal, detención y deportación de familias inmigrantes en EEUU son “complejas y tardías”, formar parte de Fuerza Juventud y acciones pro inmigrantes como la marcha, “aceleran el proceso poco a poco, y hacen que los funcionarios electos locales tomen acciones directas para proteger a esa comunidad”, dijo Ruiz-Velasco.
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