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¿Por qué algunos nativos americanos luchan contra los esfuerzos para despenalizar el peyote?

Steven Benally
Steven Benally es un “sanador” en la tradición de adoración religiosa de los nativos americanos.
(Luis Sinco/Los Angeles Times)

Algunos nativos americanos están profundamente ofendidos por un movimiento para despenalizar el peyote junto con otras plantas psicodélicas.

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Para el líder espiritual navajo Steven Benally, salvar a una religión nativo americana de la extinción significa preservar esas tierras donde el peyote alucinógeno crece de forma silvestre.

“Es un paso pequeño pero importante hacia la realización de una profecía”, manifestó el hombre de 61 años.

La preservación también significa luchar contra activistas en el Área de la Bahía de California y otras ciudades que desean legalizar el consumo del cactus psicodélico.

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“A estos extraños, les decimos: ‘Dejen en paz al peyote. Por favor’”, dijo Benally. “¿Es mucho pedir?”

Peyote cactus
El abogado defensor de los derechos de los nativos americanos Steven Moore, a la izquierda, y Steven Benally observan un cactus peyote en la casa de Benally en la reserva Navajo en Arizona.
(Luis Sinco/Los Angeles Times)

Según la ley federal, sólo los miembros de la Iglesia Nativa Americana están autorizados a ingerir peyote. Sin embargo, eso podría cambiar. Docenas de ciudades en todo el país están considerando la legislación para despenalizar una variedad de plantas y hongos alucinógenos que se conocen como “Los 5 Grandes”: hongos mágicos, iboga, ayahuasca, huachuma y peyote.

El movimiento está liderado por la organización sin fines de lucro Descriminalize Nature, en cuya declaración de misión prevé personas más felices y saludables como resultado de la legalización.

La declaración de Descriminalize Nature sugiere que el peyote y otros alucinógenos naturales deberían ser accesibles para todos, no sólo para los nativos americanos, porque son capaces de inducir experiencias inspiradoras y esclarecedoras.

Navajo Nation
Una estatua de un ángel se alza sobre tumbas en el cementerio de Thoreau, Nuevo México, un pueblo de aproximadamente 2.000 personas ubicado dentro de la extensa Nación Navajo, una reserva de 27.000 millas cuadradas que se extiende desde Nuevo México hasta Arizona y Utah.
(Luis Sinco/Los Angeles Times)

Pero algunos nativos americanos están profundamente ofendidos por la inclusión del peyote en el movimiento sorprendentemente popular de despenalización y se preocupan por el impacto que podría tener en la disminución de las poblaciones de cactus.

Ahora, en un choque racialmente teñido que se conoce como “la crisis del peyote”, los líderes de los esfuerzos de despenalización están aprendiendo una dura lección sobre la complejidad y la volatilidad de la ley y la política de los nativos americanos, que pueden cambiar tan rápido como el clima aquí en el país de la Nación Navajo.

Cuando el sol de la mañana llegó a las mesetas de tonos cobrizos en la región de Four Corners de Arizona, Colorado, Utah y Nuevo México recientemente, Benally dijo que se entristeció al ver al peyote en una tendencia psicodélica nacional.

Benally ayuda a liderar una organización sin fines de lucro creada, en parte, para administrar un rancho recién adquirido de 605 acres cargado de plantas suculentas sin espinas, de color verde azulado que brotan del suelo como galletas en el Valle de Río Grande y el norte de México, el único lugar en la tierra donde crece salvaje. El acceso al peyote debe permanecer restringido a los aproximadamente 400.000 miembros de la Iglesia Nativa Americana,

“El peyote es una medicina sagrada crucial para nuestra identidad religiosa y la supervivencia de nuestra comunidad”, manifestó. “El poder de curación espiritual que ofrece sólo se puede lograr a través del protocolo de los nativos americanos. Su objetivo es nutrir el alma en tiempos difíciles e inspirar a nuestros hijos a convertirse en hombres y mujeres responsables ”.

Peyote button
Steven Benally, un “sanador” en la tradición de adoración religiosa de los nativos americanos, muestra un botón de peyote. El alucinógeno se deriva de un cactus que crece en el desierto del suroeste.
(Luis Sinco/Los Angeles Times)

Pero no todos los líderes nativos americanos están de acuerdo con Benally.señala.

“Quizá la despenalización del peyote para todos es lo mejor”, consideró William Voelker, comanche y director de la organización sin fines de lucro Sia, un grupo dedicado a preservar la importancia espiritual tradicional de las plumas de águila en la cultura y las tradiciones de los nativos americanos. “No sería muy humilde de nuestra parte reclamar la propiedad exclusiva del peyote y evitar que otros lo usen. No se nos dio sólo a nosotros”.

Además de inducir sentimientos que son difíciles de distinguir de las sensaciones que los místicos han interpretado como diálogo divino, algunas investigaciones científicas sugieren que los psicodélicos pueden resultar útiles para tratar problemas de salud mental como depresión, trastorno de estrés postraumático, ansiedad y adicción. Los beneficios terapéuticos del peyote y otras plantas alucinantes naturales deberían estar disponibles para todos, exponen.

Navajo Nation of Arizona
Steven Benally muestra a los visitantes los alrededores de su propiedad en la Nación Navajo de Arizona. Benally es un “sanador” en la tradición de adoración religiosa de los nativos americanos que usa peyote, un alucinógeno derivado de un cactus que crece en el desierto del suroeste.
(Luis Sinco/Los Angeles Times)

Pero este argumento ha sido poco convincente para aquellos nativos americanos que ven el peyote como un regalo divino, un sacramento consumido para enfocar las oraciones de los fieles al Creador. Su derecho legal a tener acceso y usarlo es el resultado de costosas batallas judiciales y luchas culturales dolorosas con el gobierno de Estados Unidos, señalan.

“Este es un tema muy complicado”, dijo Miriam Volat, científica del suelo y codirectora de la Fundación RiverStyx, un grupo filantrópico que ha ayudado a financiar la preservación de la tierra en Texas y México, donde el peyote está amenazado por la caza furtiva, la minería, la industria petrolera, la usurpación urbana y los ranchos ganaderos operados por terratenientes antipáticos.
“Tratar de separar a los nativos americanos de una planta que está intrincadamente entrelazada con su cultura y creencias espirituales es simplista y miope”, consideró. “En lugar de decir: ‘nos debes esta planta’, el movimiento de despenalización debería decir: ‘Nos gustaría ayudarte a cuidar tu medicina sagrada’”.

La controversia surgió en junio, luego de que el Ayuntamiento de Oakland aprobara por unanimidad una resolución para hacer del uso, posesión y cultivo de plantas y hongos que contienen compuestos psicoactivos naturales una prioridad muy baja para la aplicación de la ley.

La acción de la ciudad se tomó sin aportes de los líderes del Consejo Nacional de Iglesias de los Nativos Americanos y la Iniciativa de Conservación de los Peyotes Indígenas. Ellos respondieron con una declaración formal que era a la vez suplicante y severa.

El Ship Rock Peak sobresale del suelo del desierto en la Nación Navajo en el oeste de Nuevo México. La nación se extiende hasta las vecinas Arizona y Utah y cubre aproximadamente 27.000 millas cuadradas. Es el hogar de unos 350.000 nativos americanos.
(Luis Sinco/Los Angeles Times)

Solicitó que no se haga referencia a sus grupos como partidarios del movimiento sin su permiso formal. También dijo: “Creemos que el curso respetuoso es NO incluir la palabra ‘peyote’ en las resoluciones o iniciativas locales para presentar ante los órganos rectores”.

Después de todo, señalaron estos nativos americanos, existen otras fuentes naturales de mescalina como el cactus San Pedro que no tienen las mismas implicaciones ecológicas y culturales.

En una entrevista, Carlos Plazola, desarrollador inmobiliario y cofundador de Descriminalize Nature Oakland, que escribió la ordenanza de la ciudad y presionó con éxito para su aprobación, dijo que su grupo acordó eliminar la palabra “peyote” de su sitio web y ahora está activamente alentando a las ciudades a eliminarlo de la legislación propuesta.

Pero suprimir las imágenes extravagantes del cactus del sitio web y los materiales promocionales de su grupo está, al menos por ahora, fuera de discusión.

“El proceso para eliminar las imágenes de nuestro sitio web, por ejemplo”, dijo, “requeriría una conversación entre nuestra junta y los miembros de la Iglesia Nativa Americana. Eso no ha sucedido “.

El peyote, Lophophora williamsii, será un tema polarizador si los expertos de todo el mundo, incluidos los líderes espirituales de los nativos americanos, todavia se reúnen en la Mission District de San Francisco en abril en una Cumbre Psicodélica de la Libertad para discutir los problemas legales, culturales y políticos que rodean el renacimiento del psicodélico emergente.

Tom Kiefer, que dedica su vida a fotografiar objetos confiscados en la frontera con México, habla de la profunda respuesta a un artículo del Times.

Algunos partidarios de los elixires psicodélicos, por ejemplo, tienen afición por citar a los chamanes tribales, pero muestran poco interés en vivir de acuerdo con sus enseñanzas. Los líderes de la Iglesia de los nativos americanos insisten en que el acceso al peyote es su derecho exclusivo, pero los críticos sugieren que sus advertencias suenan mojigatas y fuera de contacto con la cultura moderna.

Dawn Davis, de 43 años, experta en conservación de peyote y miembro de las tribus Shoshone-Bannock de Fort Hall, Idaho, teme que los esfuerzos de despenalización renueven el tipo de fascinación con las experiencias psicodélicas que llevaron a una generación a comprar peyote en el mercado negro en la década de 1960.

Para Davis, el poder del peyote para los nativos americanos está incrustado en su antigua relación con el suelo y los ritmos de vida propios del hábitat natural del peyote.

“Para nosotros, el peyote es un antepasado y un pariente vivo”, manifestó. “El cultivo de peyote fuera del terreno que comparte con los pueblos indígenas es un paso hacia la hibridación y comercialización”.

A bald eagle perches in a tree in Farmington, New Mexico
Un águila calva se posa en un árbol en Farmington, Nuevo México, que sirve como puerta de entrada oriental a la Nación Navajo.
(Luis Sinco/Los Angeles Times)

La controversia sobre el peyote amenaza con afectar las operaciones comerciales de un puñado de personas en Estados Unidos, todos ellos tejanos, a quienes se les permite cosechar botones de peyote y venderlos a los nativos americanos.

Para obtener el permiso, el solicitante debe presentar cartas de referencia notariadas de la policía local a la Administración Federal de Control de Drogas.

El permiso federal cuesta alrededor de $1.400 y es renovable anualmente. Antes de eso, los solicitantes deben tener un lugar para cosechar peyote, que cada vez es más difícil de encontrar.

Los cosechadores, conocidos localmente como peyoteros, recolectan las plantas en colinas desérticas cálidas y secas cubiertas de espinos y mezquite. Tienen una industria exclusiva en los condados de Webb y Starr en Texas.

Hoy, los nativos americanos deben primero orar en agradecimiento a los grupos de peyote plantados deliberadamente por peyoteros cerca de donde venden sus botones de peyote cortados y secos por alrededor de 35 centavos cada uno.

Este año, la pandemia de coronavirus obligó a los líderes espirituales navajos a cancelar su peregrinación de abril al hábitat de peyote en Texas y a aconsejar a los adultos mayores que no participaran en los rituales en que lo usan.

Sin embargo, ahora por la cuarentena, no es la primera vez que esta tradición espiritual se ve frustrada.

La familia Loy se dio cuenta rápidamente de que algo andaba mal con su nuevo cachorro, una bolita peluda de color marrón rojizo a la cual bautizaron Penny.

A principios de la década de 1960, un momento que se recuerda con amargura en esta remota comunidad ganadera de la Nación Navajo, los agentes de la ley cabalgaban a caballo por la pradera sin caminos por la noche para impedir los rituales de peyote dirigidos por los nativos americanos. Para los granjeros y los ganaderos de ovejas de la región de Four Corners, fue un asalto a su cultura y la supervivencia misma de su comunidad.

“Entonces, luchamos y ganamos”, recordó Benally. “Según una ley federal aprobada por el Congreso en 1994, sólo los miembros de la Iglesia Nativa Americana están autorizados a poseer y usar peyote”.

Un esfuerzo de colaboración dirigido por la Fundación Riverstyx, el Fondo de Derechos de los Nativos Americanos con sede en Boulder, Colorado y el Consejo Nacional de Iglesias de los Nativos Americanos compró recientemente el rancho de 605 acres en el condado de Jim Hogg, Texas, salpicado de jardines de peyote silvestres.

Una nueva organización sin fines de lucro llamada Iniciativa para la Conservación del Peyote Indígena, cuyos miembros de la junta incluyen Benally; Sandor Iron Rope, presidente de la Iglesia Nativa Americana de Dakota del Sur; Andrew Tso, presidente de la Iglesia Nativa Americana de América del Norte; y Arlen Lightfoot, presidente de la Iglesia de los Nativos Americanos de Oklahoma, ayuda a administrar la tierra como un lugar para comenzar a restaurar sus viejas tradiciones y enseñar a una nueva generación sobre su herencia espiritual.

“En lugar de tener que dar gracias al peyote plantado en los lugares donde los peyoteros hacen negocios”, dijo Benally, “lo hacemos en esos 600 acres, que se han convertido en el primer lugar que visitamos durante nuestras peregrinaciones de peyote a Texas”.

Sosteniendo un botón de peyote seco del tamaño de una moneda, Benally sonrió y agregó: “Según la ley federal, sólo los miembros de la iglesia nativa americana pueden poseer o usar esta medicina sagrada”.

“Es una de las pocas leyes federales de nuestro lado, y queremos mantenerla”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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