Las jeringas son clave para aplicar la vacuna contra el coronavirus; Trump encargó grandes cantidades a dos proveedores con poco historial
WASHINGTON — Mientras la administración Trump se apresta a comprar cientos de millones de jeringas para lo que probablemente será una campaña de inmunización contra el COVID-19 sin precedentes, el éxito depende en gran medida de dos pequeñas empresas de suministros médicos, con poco historial de cumplimiento de pedidos gubernamentales de esa magnitud.
Retractable Technologies Inc., con sede en Little Elm, Texas, anunció que se hizo acreedora a un contrato gubernamental por un valor de $83.8 millones, en mayo pasado, para proporcionar un número no revelado de jeringas y agujas que se usarían con una potencial vacuna contra el COVID-19. En términos de dólares, el pedido singular representa el doble de los ingresos totales de la compañía en 2019, según los documentos presentados ante la Comisión de Bolsa y Valores.
Los funcionarios de la empresa advirtieron recientemente sobre posibles interrupciones en el suministro relacionadas con la pandemia, debido a que el 83% de los productos de Retractable se fabrican en China, aunque también afirmaron a los accionistas que confían en poder cumplir con el enorme pedido.
La compañía que cotiza en bolsa e intentó durante años convertirse en un participante más importante en el mercado de las jeringas, vio cómo el precio de sus acciones se duplicó con creces después de que el contrato con el gobierno se hizo público.
Una segunda orden de jeringas y agujas, por un valor de $27.4 millones y con la opción de subir a $54 millones, fue destinada a Marathon Medical Corp., una firma de distribución médica con sede en Aurora, Colorado, que no tiene fábricas propias y actúa en gran medida como un intermediario.
Fundada por un veterano de la Guerra de Vietnam discapacitado, Marathon tiene un largo historial de acuerdos sustanciales de compra con el Departamento de Asuntos de Veteranos y otras agencias. Pero antes de la pandemia, la empresa, que tiene 29 empleados, nunca afrontó un contrato federal de más de $3.1 millones, según una revisión de datos de proveedores federales.
Aunque la carrera científica para desarrollar una vacuna capta la mayor atención del público, los pedidos masivos de jeringas ilustran cuántos pasos menos glamorosos necesita el gobierno para montar una campaña de vacunación.
Después de la lucha nacional por la provisión de respiradores mecánicos y equipos de protección personal, a principios de este año, los profesionales de la salud, los expertos en la cadena de suministro y los funcionarios del gobierno advirtieron que la próxima escasez crítica podría ser de jeringas, agujas y otros artículos necesarios para administrar una potencial vacuna contra el COVID-19 a unos 320 millones de estadounidenses.
Inmunizar a tal número de personas podría implicar la necesidad de hasta 850 millones de jeringas en 2021 -la vacuna quizá requeriría dos dosis- más la demanda anual habitual de jeringas utilizadas para aplicar vacunas contra la gripe, insulina y otros tratamientos. Al nivel de producción habitual y previo a la pandemia, producir esa cantidad podría tomar dos años.
Los demócratas en el Capitolio están presionando a la administración para que elabore planes de distribución de vacunas y los dé a conocer. El mes pasado, un grupo bipartidista de legisladores, liderados por el representante Josh Gottheimer (D-Nueva Jersey) exigió que cualquier proyecto de ley futuro sobre el coronavirus incluya dinero para abordar la temida escasez de agujas y jeringas.
“Estoy extremadamente preocupado de que, incluso en el mejor de los casos, si la vacuna estuviera lista antes de lo pensado, nuestro gobierno federal no tome las medidas necesarias para garantizar la producción y disponibilidad en masa”, aseveró a The Times la representante Rosa DeLauro (D-Connecticut), quien dirige el subcomité de la Cámara que financia el Departamento de Salud y Servicios Humanos, mediante un comunicado.
La semana pasada, los republicanos del Comité de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes publicaron un informe que instaba a la administración a estudiar qué se podría hacer a corto plazo para abordar el nivel de fabricación de jeringas y otros productos relacionados con las vacunas, que podrían escasear.
Los encargos gubernamentales para Retractable y Marathon, firmados el 1º de mayo pasado, son por un total combinado de 320 millones de jeringas y agujas, que deberán entregarse antes del 30 de abril de 2021. Las órdenes se hicieron bajo la Ley de Producción de Defensa, lo cual exige que las compañías prioricen las necesidades del gobierno.
Irwin Redlener, profesor de la Universidad de Columbia que creó programas para ayudar a los departamentos de salud pública a prepararse para desastres, teme que Retractable y Marathon sean “extremadamente inadecuadas” para responder a los desafíos futuros. El docente señaló las “capacidades de fabricación y distribución de aspecto muy insuficiente” de ambas empresas.
No obstante, el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) enfatizó en un comunicado que las propuestas Marathon y Retractable fueron “consideradas aceptables para cumplir con los requisitos de entrega establecidos”.
Hasta la semana pasada, algunos expertos de la industria habían notado la ausencia del principal fabricante de jeringas de la nación, Becton, Dickinson and Co. (o BD) de la campaña del gobierno. Les preocupaba que la administración no avanzara lo suficientemente rápido como para asegurar contratos adicionales, puesto que EE.UU ya compite contra otras naciones que se esfuerzan de manera similar por una vacuna.
Salud y Servicios Humanos alivió parte de esa incertidumbre la semana pasada, con un contrato adicional de $18 millones por 50 millones de jeringas de BD, a entregar en diciembre.
Este miércoles, BD anunció un acuerdo gubernamental a largo plazo para desarrollar nuevas líneas de producción en sus plantas en Nebraska, dando al HHS los primeros derechos para la producción de jeringas y agujas durante una crisis. Dicha producción comenzará recién en julio de 2021.
La administración Trump tomó medidas adicionales para apuntalar el suministro. Emitió un contrato de $138 millones a ApiJect Systems America para construir rápidamente líneas de suministro en las instalaciones existentes, con el objetivo de producir 30 millones de jeringas precargadas cada mes, una vez que se desarrolle una vacuna.
A fines de mayo, los funcionarios federales hicieron un pedido adicional para comprar aún más agujas y jeringas. HHS expresó que quiere adquirir 500 millones de agujas y jeringas dentro de un año; “la mayor cantidad posible” de ellas para fin de 2020, según la convocatoria de propuestas. Los presupuestos debían presentarse el 9 de junio, pero la solicitud reconoció que aún no había fondos disponibles.
Retractable remarcó en recientes presentaciones ante la SEC que esperaba aumentar la producción nacional y extranjera, así como contratar empleados adicionales. “Ciertamente creemos que tenemos la capacidad de cumplir con ese pedido”, aseguró su fundador, Thomas J. Shaw, en un llamado con inversores, el 22 de junio pasado. El ejecutivo controla más de la mitad de las acciones de la compañía.
Los funcionarios de la empresa no respondieron a las llamadas telefónicas ni contestaron a las preguntas enviadas por correo electrónico acerca del contrato y sus negocios.
No obstante, Brad Leonard, miembro gerente de BML Capital Management, que según los informes posee el 5% de las acciones de Retractable, señaló que la compañía cumplió rápida y exitosamente un pedido del gobierno por un valor cercano a los $10 millones durante la pandemia de H1N1, en 2009.
Aún así, ejecutivos de la firma reconocieron que se enfrentan a nuevos desafíos debido a la pandemia de COVID-19. En una reciente presentación ante la SEC, escribieron que la compañía experimentó una interrupción temporal en su suministro de productos de China cuando el nuevo coronavirus atacó por primera vez, pero en la actualidad creen que poseen “suficiente inventario para satisfacer la demanda”. Sin embargo, la empresa advirtió que aunque la situación es “fluida”, presenta “desafíos e incertidumbres”.
El 17 de abril, cuando la economía de EE.UU tambaleaba por los cierres relacionados con el coronavirus, Retractable obtuvo un préstamo de $1.4 millones en el marco del Programa de Protección de Pagos de Salarios de la Administración de Pequeñas Empresas, creado por el Congreso para ayudar a firmas a cumplir con los pagos a sus empleados y evitar despidos.
Muchos expertos en comercio, incluidos varios funcionarios de la administración Trump, han presionado a las compañías de suministros médicos de EE.UU para que reduzcan su dependencia de China e integren más manufactura en el país, y advirtieron que esa nación oriental podría incautar productos vitales fabricados dentro de sus fronteras. “¿Qué pasa si el fabricante no cumple con el contrato porque tiene un comprador que paga mejor en otro sitio?”, preguntó Prashant Yadav, miembro sénior del Center for Global Development, que trabajó anteriormente en temas de cadena de suministro en la Fundación Bill y Melinda Gates. “¿O si se enfrentan a la presión estatal de China para abastecer sólo a esa nación?”.
Retractable anticipó que si no puede comprar productos de sus fabricantes chinos, tendrá que encontrar alternativas o aumentar su producción nacional.
“Es una gran tarea para ellos”, remarcó Chaun Powell, quien dirige la preparación para desastres y estudia los servicios de la cadena de suministro para Premier Inc., una organización de compras grupales para hospitales.
Marathon, fundada en 2002 por John St. Leger, es un proveedor desde hace mucho tiempo de órdenes de compra federales, particularmente para centros médicos de Asuntos de Veteranos (VA, por sus siglas en inglés).
Debido a que la Ley de Producción de Defensa fue citada en el contrato, la orden del gobierno obtendrá las primeras dosis de cualquier jeringa que Marathon pueda obtener. Pero como Marathon no tiene fabricación propia, no puede acelerar la producción en sí.
La falta de producción de Marathon ya planteó problemas en el pasado. Semanas después de iniciada la pandemia, el VA optó por evitar un contrato de 2018 con Marathon para proporcionar respiradores artificiales y concluyó que el gobierno podría obtenerlos más rápido y a un costo más económico tratando directamente con el fabricante, Covidien, también conocido como Medtronic.
El tiempo de espera de Marathon, de seis a ocho semanas, “probablemente era mayor que el de un pedido realizado directamente” a Covidien, según un documento de VA. El precio con descuento de la firma por 30 respiradores también era más bajo que el de Marathon, con una diferencia superior a los $200.000, según el documento.
Los ejecutivos de Marathon no respondieron las llamadas telefónicas ni las preguntas enviadas por correo electrónico.
Inicialmente, en 2018 el HHS estableció contratos de cuatro años con Retractable y Marathon para suministrar productos a la Reserva Nacional Estratégica, el almacén de artículos médicos del país que se emplean en las crisis de salud. En ellos se incluyeron opciones para ampliar drásticamente los pedidos del gobierno en caso de una emergencia, lo cual podía aumentar el valor de los contratos de tan sólo $25.000 a $85 millones, según la solicitud de propuestas de 2018. Cuando comenzó la pandemia de COVID-19, el HHS amplió sus pedidos en virtud de los contratos existentes.
“Guau. Ese es un enorme incremento”, afirmó Sandor Boyson, profesor de la Universidad de Maryland y experto en cadena de suministro. Tal rango de demanda podría presentar desafíos para compañías más pequeñas, consideró.
Los contratos se establecieron en respuesta a un déficit identificado durante la crisis de la gripe H1N1, en 2009. En ese momento, el gobierno federal no tenía una relación existente con los proveedores de jeringas y le costó mucho encontrar fabricantes, según un exempleado de HHS responsable de la respuesta a la pandemia de gripe.
Retractable y Marathon ganaron la oferta, y superaron a otra compañía no identificada.
El recuento final de cuántas jeringas se necesitarán para la campaña de inmunización contra el COVID-19 dependerá en parte de la naturaleza de la vacuna. Es ampliamente esperado que una vacuna inyectable deba administrarse dos veces. Los métodos alternativos, como aerosoles nasales, el consumo oral o los parches, podrían reducir la demanda de jeringas.
Al ser interrogado por los legisladores en una audiencia el 9 de junio, el contralmirante John Polowczyk, quien dirige el Grupo de Tareas de Estabilización de la Cadena de Suministro de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, afirmó que el gobierno federal espera tener alrededor de 400 millones de jeringas listas para el invierno (boreal) y un total de 700 millones listas para el año próximo.
El asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, advirtió en un memorando en febrero pasado que la administración debía comenzar a comprar y almacenar jeringas y otros productos relacionados con las vacunas.
“Podemos encontrarnos en la situación”, escribió, “de contar con suficientes vacunas, pero no tener forma de administrarlas”.
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