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La feroz división de la nación sobre la raza y la policía llega a Kenosha, que fue una vez una ciudad próspera

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En esta pequeña ciudad a la que ha llamado hogar durante 52 años, Alvin Owens se paró frente a su peluquería tapiada. Los negocios cercanos se habían convertido en cenizas. Nunca imaginó que ese tipo de fuego y rabia aterrizaría aquí, pero cuando la policía disparó a un hombre negro esta semana, todas las cosas cambiaron, tal como ha ocurrido en todo Estados Unidos desde los primeros días del verano.

Es un momento que golpea duramente a un hombre, lo hace evaluar de dónde es, incluso aquí, en las orillas del lago Michigan, donde uno podía pretender alguna vez, pero ya no, que los problemas de la nación relacionados con la raza y la policía residen en otros lugares más grandes.

“Estoy enojado. Estoy triste. Quiero justicia”, dijo Owens, un activista negro al que le lanzaron gases lacrimógenos mientras marchaba en protesta al tiroteo policial contra Jacob Blake, un joven de 29 años que quedó paralizado y esposado a una cama de hospital después de que un oficial blanco le disparara siete balas por la espalda a quemarropa. “Estoy impactado por mi ciudad. Tengo esperanzas. Quiero paz”.

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Siete millas al suroeste, justo después de la línea de la ciudad de Kenosha, Tim Pinter estacionó su camioneta GMC para bloquear la entrada a una zona habitacional. Había llegado a sus propias conclusiones. Montaba guardia con pantalones de camuflaje y un chaleco antibalas, sosteniendo un rifle semiautomático con su hijo de 17 años a su lado mientras su esposa y sus otros hijos dormían en la calle.

“He disparado muchas armas antes, pero nunca me he sentado afuera de mi casa con una”, dijo Pinter, de 47 años, un trabajador blanco de la construcción que ha vivido aquí toda su vida. “Vi lo que pasó en Portland, en Minneapolis. Nunca pensé que pasaría en nuestra casa”.

Kenosha, una antigua ciudad industrial de 100.000 habitantes, donde el trabajo por turnos era una herencia y los sindicatos prosperaban, se enfrenta, como gran parte de Estados Unidos, a una encrucijada política y moral. Las protestas diurnas dieron paso a disturbios nocturnos y vigilantes que portaban rifles de asalto. Los incendios se han extendido. El alcalde se encuentra sobrecogido; la Guardia Nacional está en las calles. Las tensiones raciales se han reavivado en una ciudad que alguna vez fue buscada como un refugio contra la segregación y el crimen de Milwaukee al norte y de Chicago al sur.

Ahora, mientras la nación observa, Kenosha se ha convertido en el punto focal no solo del último capítulo del debate estadounidense sobre raza, vigilancia y protesta, sino también de narrativas políticas en competencia que exponen divisiones que se han enconado durante cuatro años y que parece que resonarán en el futuro.

Tim Pinter protege la entrada de su barrio con un rifle semiautomático.
(Jaweed Kaleem / Los Angeles Times)

A semanas de las elecciones, el presidente Trump ha señalado a Kenosha al prometer imponer “la ley y el orden”, mientras que su rival, el ex vicepresidente Joe Biden, ha exigido que “se debe hacer justicia y se hará” para Blake. Un bastión demócrata durante mucho tiempo, el condado de Kenosha se transformó en republicano por solo 238 votos hace cuatro años en este estado crucial que Trump ganó de manera ajustada.

Las presiones no han desaparecido para los líderes de la ciudad y sus habitantes que no están acostumbrados a ser el centro de atención, donde la policía, los residentes y los manifestantes dijeron que se encontraban conmocionados y no estaban preparados para el alcance de los disturbios de esta semana.

“No soy bueno en esto”, dijo el alcalde de Kenosha, John Antaramian, esta semana en un discurso público. “Esto no es a lo que estoy acostumbrado”.

El jefe de la NAACP local, Anthony Davis, habló junto al alcalde esta semana y dijo que estaba decepcionado de que “el asesinato de Blake se haya convertido en un espectáculo”.

El jefe de policía Daniel Miskinis lamentó que su ciudad, “una vez conocida por American Motors y la orilla del lago”, ahora sea “conocida por la violencia”.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha abierto una investigación sobre el tiroteo policial del domingo contra Blake, quien fue impactado después de que los agentes intentaron arrestarlo en la calle mientras respondían a un informe de una disputa doméstica.

Un oficial agarró la camiseta sin mangas de Blake y le disparó a la espalda mientras Blake intentaba entrar en su auto. Tres oficiales están de licencia administrativa a la espera de una investigación del Departamento de Justicia del estado. Las autoridades dijeron que Blake tenía un cuchillo en su automóvil, pero no informaron si el oficial lo sabía cuando abrió fuego.

Un abogado de Blake, Benjamin Crump, ha descrito a la policía como “imprudente” y dijo que la familia demandará.

El tiroteo a Blake fue seguido por más derramamiento de sangre. La policía arrestó a Kyle Rittenhouse, de 17 años, al otro lado de la frontera en Illinois por cargos de matar a dos personas el martes por la noche en una estación de servicio en la parte alta de la ciudad que patrullaba con un AR-15. Los videos mostraban a Rittenhouse, un autodenominado justiciero, huyendo de la gente que lo perseguía. Debe comparecer en un tribunal del condado de Lake, Illinois, el viernes para una audiencia de extradición.

De repente, Kenosha estaba en el mapa de los fuereños con diferentes agendas. La policía de Kenosha dijo el jueves que arrestaron a nueve personas que se dirigían hacia la ciudad en una minivan, un camión y un autobús escolar con placas de otro estado. La policía informó que encontraron “mascarillas antigás, chalecos protectores, fuegos artificiales ilegales y sustancias controladas sospechosas” en los vehículos.

Garbage and dump trucks were set ablaze on Sunday near the Kenosha County Courthouse.
Los camiones de basura fueron quemados el domingo cerca del Palacio de Justicia del Condado de Kenosha, donde se habían instalado para evitar daños al edificio.
(Associated Press)

Los arrestados enfrentan cargos por alteración del orden público. El arresto se produjo el miércoles por la noche, la primera noche de esta semana sin un incidente importante después del toque de queda de las 7 p.m.

Hombres como Owens y Pinter se preguntan cuándo volverá la calma, cuándo ellos y las mujeres saldrán de las calles y la cerca que rodea el Palacio de Justicia será derribada, y los manifestantes con escudos y máscaras antigás ya no correrán a través de la neblina de gases lacrimógenos.

Owens, cuya tienda Rebel Barber Collective y centro de recursos para adolescentes se suponía que abriría con una celebración el domingo por su cumpleaños, ahora será el anfitrión de la familia de Blake en una marcha de “Justicia para Jacob Blake” que partirá de su propiedad el sábado por la tarde.

Hijo de un trabajador automotor de Chrysler, creció como uno de nueve hijos no lejos de su tienda. Dijo que abrió su negocio para “retribuir a la comunidad”.

Está al final de un pasillo de un salón de cócteles a pocas cuadras de Sheridan Road, una calle principal que se ha aburguesado rápidamente con pequeñas empresas a lo largo de los años, algunas ahora quemadas hasta los cimientos. Las tiendas en este momento están tapiadas y los propietarios han pintado sobre la madera murales brillantes: “Igualdad”, “#PrayForKenosha” y “vote por el cambio”.

“Esta es una ciudad segregada, y siempre ha habido cierta tensión y racismo”, dijo sobre la ciudad en un condado donde el 74% de las personas son blancas, el 7.4% son negras y el 13.5% latinas. “Este es ese tipo de lugar al que la gente se mudará pero luego se cambiará nuevamente cinco años después, o el sitio donde los niños crecen, van a la universidad y nunca regresan. Me pregunto si ahora más personas querrán irse”.

La fábrica donde trabajaba su padre, la American Motors Lakefront Assembly Plant, atrajo a miles a la ciudad y la convirtió en un bastión sindical antes de cerrar en 2012. En los últimos años, los nuevos centros de distribución no sindicalizados, incluidos Amazon y Uline, han intentado llenar el vacío que todavía se siente hoy.

La promesa de mejorar lugares como Kenosha, una vez parte del poderoso Medio Oeste industrial, ha sido clave para la campaña de Trump. El jueves, Owens se presentó en una conferencia de prensa mientras el alcalde, el reverendo Jesse Jackson y los líderes de la NAACP locales y nacionales exhortaban a los miembros de la comunidad a votar, diciendo que el presidente avivaría aún más las tensiones raciales si fuera reelegido.

De vuelta en Pleasant Prairie, el suburbio popular entre los ayudantes del alguacil donde Pinter custodiaba su calle con una multitud armada que se había triplicado en tamaño durante la semana, el copropietario de la empresa de construcción que había construido varias tiendas en la zona residencial dijo que sentía dolor por su ciudad y temía que él y sus vecinos fueran relacionados con los vigilantes de la zona alta.

“Lo siento por la familia Blake, pero tampoco quiero que mi ciudad, los negocios dirigidos por personas que son mis amigos y clientes, se quemen. Dejemos que la investigación siga su curso”, manifestó Pinter, un partidario de Trump que dijo que confiaba más en el presidente que en su gobernador demócrata para cuidar de Kenosha.

Residente de la zona desde hace 42 años, que creció con un papá que era ingeniero y una mamá que era maestra, se unió a sus dos hermanos que también salieron a hacer guardia.

“No tengo intención de lastimar a nadie, y creo que los tiroteos de ese adolescente esta semana son horribles”, comentó Pinter, quien dijo que se reunió con docenas de sus vecinos esta semana, asignando turnos y decidiendo comunicarse con walkie-talkies mientras custodiaban la subdivisión de viviendas unifamiliares.

Aunque la policía emitió advertencias públicas contra las milicias armadas y la justicia por cuenta propia, la ley estaba detrás de la portación de armas.

“Detrás de las armas, solo somos personas normales”, dijo Pinter, “que queremos mantener a nuestras familias seguras”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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