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‘No crees que te pueda pasar’. Un agente de la Patrulla Fronteriza retrasó la vacunación y se contagió de COVID-19

En medio de un nuevo impulso para vacunar a los empleados de Seguridad Nacional, la esposa de un agente de la Patrulla Fronteriza hospitalizado insta a los demás a no retrasar las vacunas COVID-19.

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Todos los días, Inez Vásquez visita a su esposo en el hospital y busca en sus ojos señales del hombre con el que se casó, el padre de cuatro hijos que invirtió los últimos 18 años de su vida trabajando para la agencia de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos en El Paso.

El agente Freddie Vásquez, de 43 años, no se había vacunado contra el COVID-19. Dio positivo por el coronavirus dos veces en el trabajo, dice su esposa: primero en marzo de 2020 y de nuevo en febrero, cuando fue hospitalizado y puesto en un ventilador.

Esta semana, volvía a respirar por sí mismo, pero aún no ha hablado ni respondido a su mujer durante sus visitas diarias.

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“Le dije que se vacunara”, dijo Vásquez, de 44 años, enfermera titulada. “Me queda la duda de que si se hubiera vacunado, ¿habría sido tan grave?”

“Sigo sin creer que esta sea nuestra realidad actual”.

Más de 8.300 de los cerca de 60.000 empleados de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos han dado positivo en la prueba de COVID-19, proporcionalmente, el mayor número en Arizona (969), California (1.358) y Texas (2.858), según la agencia, que ha visto un aumento de los migrantes que llegan en las últimas semanas, abarrotando las áreas de retención de la Patrulla Fronteriza y los refugios. Hasta el momento, 28 miembros del personal de la agencia han muerto a causa del COVID-19.

Hasta la semana pasada, más de 64.000 empleados del Departamento de Seguridad Nacional, aproximadamente una cuarta parte de la plantilla, habían sido vacunados, incluidos algunos agentes de la Patrulla Fronteriza. Una portavoz de la agencia no respondió a una solicitud de estadísticas sobre cuántos de los vacunados eran personal de Aduanas y Protección de Fronteras de EE.UU.

Tras la toma de posesión del presidente Biden, Seguridad Nacional se fijó el objetivo de vacunar al 80% de su personal para finales de 2021. La operación Vaccinate Our Workforce (VOW) del departamento ha notificado al personal que cumplía los requisitos para recibir las vacunas a través de un sistema interno en línea, ha ampliado las clínicas de vacunación de Asuntos de Veteranos de ocho a 163 y ha patrocinado eventos de vacunación.

Funcionarios de la administración Biden han dicho que la respuesta de COVID para los empleados federales, incluidos los agentes de la Patrulla Fronteriza, se retrasó por la falta de planificación de la administración Trump. Los líderes del Consejo Nacional de la Patrulla Fronteriza, el mayor sindicato que representa a los agentes de la Patrulla Fronteriza y aliados de Trump desde hace mucho tiempo, también han criticado el esfuerzo de vacunación COVID de Seguridad Nacional.

La semana pasada, el Secretario de Seguridad Nacional Alejandro N. Mayorkas visitó Texas y promocionó la “Operación VOW”.

“No hay prioridad más alta que la salud y la seguridad de nuestra fuerza de trabajo”, dijo Mayorkas en un comunicado, señalando que la agencia está “comprometida a proteger a nuestros empleados asegurando que tengan acceso a las vacunas COVID-19 de una manera segura y eficaz”.

El gobernador de Texas, Greg Abbott, se mostró en desacuerdo durante una visita a la frontera el mes pasado, sin dar detalles que apoyen sus afirmaciones.

“Tenemos agentes de la Patrulla Fronteriza cuyas vidas están en juego, y el gobierno de Biden no va a dar un paso adelante y proporcionar las vacunas que necesitan”, manifestó Abbott mientras hablaba junto a Brandon Judd, el jefe del sindicato de agentes de la Patrulla Fronteriza. Judd y otros portavoces del sindicato no devolvieron las llamadas en busca de comentarios la semana pasada.

Tony Reardon, presidente del Sindicato Nacional de Empleados del Tesoro, que representa a 28.000 empleados de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, culpó a la administración Trump por no abastecerse de vacunas para sus miembros el año pasado, diciendo que “mostró una falta de liderazgo”.

Para ser elegible a recibir la vacuna, señaló Reardon, el personal de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos tuvo que calificar como trabajadores de atención médica o de primera línea (categorías 1a y 1b) - que no incluye a todos los empleados de la agencia. Reardon dijo que recientemente pidió a Mayorkas que ampliara la campaña de vacunación de la Operación VOW a todos los empleados, pero que hasta la semana pasada no había recibido respuesta.

Reardon, que tiene su sede en Maryland, recibió la vacuna Moderna a través de una clínica local, y dijo que su sindicato ha trabajado con las autoridades estatales y locales para patrocinar campañas de vacunación COVID para los miembros.

“Si no alcanzamos la inmunidad de grupo, esto no va a desaparecer”, manifestó sobre el virus. “Es una carrera. Tenemos que vacunar a la gente antes de que estas variantes se salgan de control”.

Los funcionarios de la Patrulla Fronteriza han dicho que han hecho esfuerzos para limitar la propagación del virus en sus filas tanto durante las administraciones de Trump como de Biden. Hicieron pruebas a los agentes y exigieron a los que dieron positivo que entraran en cuarentena. Cuando las infecciones aumentaron entre los agentes en el Valle del Río Grande de Texas en enero, cancelaron las giras de prensa por primera vez en
una década.

En las últimas semanas, la agencia prohibió las visitas de la prensa a las zonas de retención de inmigrantes en la frontera, alegando la pandemia. En un principio, limitaron la capacidad de las zonas de retención, donde se realizaban pruebas de detección del virus a los migrantes y se les ponía en cuarentena. Pero a medida que el número de migrantes que llegan a la frontera ha ido aumentando, las áreas de retención de la Patrulla Fronteriza se han visto dramáticamente sobrepobladas.

La instalación más grande en Donna, Texas, que tenía una capacidad restringida para la pandemia de 250, ha albergado a más de 4.000 migrantes a la vez. Otras áreas de retención en Tucson y El Paso también estaban superpobladas, según los registros de la Patrulla Fronteriza revisados por el Times.

Pero mientras se han intensificado los esfuerzos para vacunar a los agentes, algunos, como Vásquez, seguían dudando.

Desde el comienzo de la pandemia, a principios del año pasado, Vásquez se preocupó por la posibilidad de contraer el virus, según su esposa, pero pensó que podía protegerse. Llevaba una mascarilla protectora y guantes en el trabajo. Cuando llegaba a casa, se despojaba del uniforme en el garaje y se duchaba antes de saludar a su familia, relató su esposa.

Al cabo de unas semanas, se le diagnosticó COVID-19, dijo su mujer, y sufrió síntomas leves: escalofríos, dolores y fiebre. Inez Vásquez cree que ese ataque inicial le animó a posponer la vacunación, incluso mientras seguía interactuando con otros agentes y con los inmigrantes.

El verano pasado, antes de que las vacunas estuvieran disponibles, Vásquez rescató a dos migrantes de morir ahogados en un canal fronterizo de El Paso, lo que le valió dos medallas al valor. En diciembre, el marido de una prima de Inez Vásquez murió de COVID-19 y la familia asistió virtualmente al funeral.

Con el aumento de la migración desde que Biden asumió el cargo y las vacunas ahora disponibles, su esposa le dijo: “Por favor, ponte esa vacuna”.

A couple sits on a couch
Raúl Rodríguez, un ex funcionario de aduanas sentado con su esposa, Anita, dijo: “Mucha de la gente que he conocido allí en el puente ha enfermado y ha estado a punto de morir”.
(Veronica G. Cardenas)

“Tuvimos muchas discusiones sobre lo mucho que varía (el virus) de persona a persona, cómo algunos tienen síntomas leves y luego hay quienes terminan en estado crítico”, relató Inez Vásquez, pero le dijo a su marido que estaba más en riesgo debido a su trabajo.

“Estás ahí fuera todos los días; en cuanto puedas, por favor, programa para que te vacunen”, le dijo.

No le convenció, reveló ella.

Aunque había recibido una notificación por correo electrónico en el trabajo de que podía recibir las vacunas de dos dosis de Moderna o de Pfizer, insistió, dijo ella, en esperar la de una dosis de Johnson & Johnson.

“Me la voy a poner, pero déjame esperar por la vacuna de dosis única”, recuerda su mujer que le respondió. “Así que lo dejamos que esperara. Es que nunca piensas que te va a afectar de esta manera”.

“No crees que te pueda a pasar”.

Raúl Rodríguez, de 53 años, ex funcionario de aduanas en un puente fronterizo en el Valle del Río Grande de Texas, señaló que algunos de sus antiguos compañeros de trabajo han sido vacunados y otros aún no. Su cuñado, un agente de la Patrulla Fronteriza en San Diego, recibió la vacuna de Johnson & Johnson la semana pasada, relató, y su esposa, que trabaja para otra agencia de Seguridad Nacional, USCIS, está programada para vacunarse a través del trabajo muy pronto.

Rodríguez dijo que también conoce a muchos antiguos compañeros de trabajo que se han vacunado contra el COVID-19.

“Mucha de la gente que he conocido allí en el puente ha enfermado y ha estado a punto de morir. Me alegro de no estar trabajando en el puente en este momento”, manifestó.

Vásquez se desplomó en su casa el día de San Valentín, sin poder mover el brazo y la pierna izquierdos. Su mujer llamó a los paramédicos, que lo llevaron al hospital, donde dio positivo en la prueba del virus. Los escáneres mostraron que su cerebro estaba hinchado. Días después, se le colocó un respirador.

Los médicos acabaron diagnosticando a Vásquez el COVID-19, que, según ellos, había desencadenado la inflamación de su cerebro. No pudieron predecir el grado de daño cerebral que había sufrido, ni si podría volver a caminar y hablar, y mucho menos volver a trabajar.

Su mujer y sus hijos no han desarrollado síntomas de COVID-19.

Inez Vásquez recibió recientemente su primera vacuna de Pfizer. Está tomando una licencia no remunerada de su trabajo, dice, para cuidar de su marido y sus hijos.

El perro de la Patrulla Fronteriza de Vásquez, Meni, una mezcla de pastor belga malinois y alemán, ha sido transferido a otros adiestradores en una instalación cercana en Demming, N.M., aunque lo llevaron a la casa de Vásquez para visitar a sus hijos, a petición de ellos. Los niños aún no han visitado a su padre en el hospital, pero han estado en contacto a través de videollamadas.

El mes pasado, Vásquez fue trasladado a un centro de cuidados de larga duración, se le retiró el respirador artificial, pero sigue dependiendo de un collarín de traqueotomía y de oxígeno.

“Cuando empezó a abrir los ojos, tenía la mirada perdida, como si no estuviera realmente allí”, relató su esposa.

A principios de este mes, se dio cuenta de que establecía contacto visual, lo que le levantó el ánimo pero también la entristeció, al sospechar que se sentía atrapado dentro de su cuerpo enfermo.

“Para alguien a quien le gusta hablar, no puedo imaginar la frustración de no poder comunicarse”, dijo.

Ella era la tímida en las fiestas, dejando que su marido tomara el protagonismo, pero ahora Vásquez quiere concienciar a otros agentes de la Patrulla Fronteriza de que deben vacunarse lo antes posible.

“Ellos están en primera línea, especialmente ahora la Patrulla Fronteriza, ya que se encuentran muy ocupados con tantos grupos que intentan cruzar”, expuso. “Pónganse la vacuna. Estoy devastada porque mi marido no se la puso tan pronto como pudo programarla, y no dejo de preguntarme qué diferencia habría supuesto para él, y si estaríamos ahora en esta situación”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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