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Un sueldo ya no basta. Se busca satisfacción y un propósito

Una muchedumbre se apresta a tomar el tren PATH en el World Trade Center
Una muchedumbre se apresta a tomar el tren PATH en el World Trade Center de Nueva York el 18 de noviembre del 2019.
(Mark Lennihan / Associated Press)
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A Jack Craven le tomó un año darse cuenta de que no quería pasar el resto de su vida vendiendo artículos en el negocio de mercancías baratas de su familia. También comprendió que su infelicidad con su trabajo estaba afectando su relación con sus seres queridos.

“Me di cuenta de que no hacía lo que quería”, dijo Craven, quien vive en las afueras de Chicago. “Culpaba a los demás de todo lo que no me gustaba”.

¿Cómo fue que enderezó su vida? Superado el período de encierros y aislamiento de la pandemia del coronavirus, personas de todas las edades están reinventándose, dejando sus trabajos y buscando otros caminos que les den un significado a sus vidas. A veces, la transformación consiste en un proceso lento, como en el caso de Craven. Otras veces, en tratar de cumplir un viejo sueño. Mayormente, llega por donde nadie la esperaba.

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Luego de trabajar un tiempo como abogado, Craven se hizo cargo del negocio que fundó su padre. No estaba contento, pero no sabía realmente lo que quería. Asistió entonces a un retiro holístico sobre liderazgo y analizó a fondo todos los aspectos de su vida.

El retiro dio nacimiento a un sistema de apoyo a largo plazo de comerciantes como él. En el 2015, en base al trabajo emocional que había hecho consigo mismo, empezó a ejercer como coach de ejecutivos, ayudando a CEOs, presidentes de empresas y organizaciones enteras a superar los obstáculos que los frenaban. Resultó que ayudar a otros era exactamente lo que necesitaba.

“Ser vulnerable es el primer paso, sin duda”, dijo Craven.

Su familia cerró el negocio cuando él se fue, pero no todos los segundos actos tienen que ser tan drásticos.

Michal Strahilevitz, de Moraga (California), tiene un doctorado y enseña márketing desde hace más de 20 años.

“Me encantaba, lo pasaba bien”, comentó. “Con el correr del tiempo, lo hacía porque era lo que había hecho siempre. Entonces vino el COVID y muchos de mis estudiantes luchaban contra la ansiedad y la depresión. Para ser sincero, yo también lo hacía. Quería hacer algo más significativo”.

Fue entonces que inventó un curso sobre la ciencia de la felicidad y el bienestar, en el que las tareas estaban pensadas para darles a sus estudiantes felicidad y salud. Ella misma hacía las tareas.

“Mi consejo para quienes consideran cambiar sus vidas es que se aseguren de que hacen algo que los llene, que les permita crecer y brillar”, dijo Strahilevitz. “Si gano una montaña de dinero en una lotería loca, seguiría haciendo esto. No creo que vaya a necesitar jamás volver a encontrarme a mí misma. Nací para hacer esto que estoy haciendo”.

Ya sea a partir de un nuevo trabajo o asumiendo otro papel en su empleo actual, indicó, “la gente de todo el mundo está buscando cosas más satisfactorias, que les den felicidad. Ya no estamos dispuestos a conformarnos con un sueldo”.

Alguien que sabe lo que es buscar la felicidad es Arthur C. Brooks. Primero fue músico clásico, tocando la trompa. Luego presidente del centro de estudios conservador American Enterprise Institute y ahora miembro de la Harvard Kennedy School y de la Harvard Business School. Escribe libros, tiene un podcast sobre la felicidad y publica la columna “How to Build a Life” (Cómo construir una vida) en The Atlantic.

Brooks investiga a fondo el tema de la felicidad y los segundos actos en la vida en su nuevo libro, “From Strength to Strength” (De fuerza a fuerza). Brooks es un científico social que llenó su libro con explicaciones y teorías acerca del funcionamiento del cerebro y de sus altibajos a lo largo del tiempo, con anécdotas acerca de las aptitudes de algunas de las figuras más famosas de la historia, desde Charles Darwin hasta Linus Pauling, ganador de dos premios Nobel, uno de química y otro de la paz.

Brooks describe dos tipos de inteligencia, una que disminuye con el tiempo y otra que aumenta y se mantiene alta.

“Al principio, tenemos una inteligencia fluida, natural”, declaró a la Associated Press. “Cuanto más te esfuerzas, más consigues en tu primera carrera. Esto tiende a disminuir en los 40 y los 50. La segunda curva en la vida es la capacidad de comprender el significado de las cosas, de combinar ideas, enseñar, formar equipos. La curva de la sabiduría”.

Esta última curva, afirmó, aumenta en los 40 y los 50, y se mantiene alta en los 60 y los 70. “Es muy, muy importante saber pasar de una etapa a la otra si quieres mantenerte fuerte y feliz”, dijo Brooks.

Perder aptitudes es lo que más preocupa a los luchadores. “La gente le teme a la pérdida de facultades”, señaló. “Pero para los que buscan la excelencia profesional, eso es mucho más grave”.

Es vital enfrentar ese temor, según Brooks, quien dice que la felicidad requiere tres factores: satisfacción, dicha y un propósito.

“Necesitas esas tres cosas y una buena dosis de equilibrio. La satisfacción no es lo más difícil de conseguir. Pero es la que más cuesta mantener”, manifestó.

Brooks dice que no todos los segundos actos giran en torno al trabajo o los negocios. También puede ser una búsqueda espiritual, un compromiso de hacer trabajo de voluntario. Sea lo que sea, no es sencillo obtenerlo.

“Necesitas tener una vida con muchos problemas para disponer de muchas oportunidades”, explicó. “Si todo te resulta fácil y tienes todo lo que ambicionas, te vas a aburrir en grande”.

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