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Todos reconocen que EEUU vive una crisis de indigentes, pero no coinciden en cómo abordarla

ARCHIVO - Una mujer recoge sus pertenencias
ARCHIVO - Una mujer recoge sus pertenencias antes de las tareas de retiro de un campamento de desamparados en San Francisco.
(Jae C. Hong / Associated Press)
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La alcaldesa de San Francisco, London Breed, ha lanzado una nueva ofensiva contra quienes duermen al aire libre en una campaña para retirar de las aceras los campamentos de indigentes que han llegado a definir la ciudad.

Sus cuatro rivales en las elecciones de noviembre, todos demócratas, afirman que no ha manejado la crisis de manera efectiva, aunque el mes pasado la ciudad contó sólo 300 tiendas de campaña y otras estructuras temporales, la mitad que el año anterior.

Pero sus oponentes no coinciden respecto a una estrategia.

“Realmente se puede cambiar la reputación de San Francisco de ser un lugar donde hoy en día la gente cree que puede venir a nuestra ciudad, montar una tienda de campaña y quedarse todo el tiempo que quiera, a ser una ciudad donde, si ese es el estilo de vida que eligen —busquen en otra parte”, dijo Mark Farrell, quizás el más conservador de los contendientes.

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Es algo similar en otras ciudades grandes de Estados Unidos que eligen alcaldes este año.

La mayoría se encuentra en el oeste del país, donde una prolongada crisis de indigencia fue avivada por los altos costos de la vivienda y se profundizó durante la pandemia de coronavirus, que trastornó a la nación hace cuatro años. Hay miles de personas sin un lugar donde vivir, y para muchos residentes que tienen vivienda esto se ha convertido en una preocupación sobre la calidad de vida, lo que la ha convertido en una cuestión política prioritaria.

El gobernador de California, Gavin Newsom, demócrata y exalcalde de San Francisco, amenazó la semana pasada con retirar fondos estatales a las ciudades y condados que no hagan más para sacar a la gente de los campamentos y llevarla a refugios.

Un recuento de 2023 mostró que había 653.000 indigentes en un momento dado en todo el país, un aumento de 63.000 respecto a una década antes. El problema se ha hecho mucho más visible: 257.000 personas vivían en las calles o en otros lugares no aptos para ser habitados, 61.000 más que en 2013.

La mayoría de los alcaldes y candidatos de las grandes ciudades —casi todos demócratas— coincide en que se necesitan más viviendas asequibles y servicios adicionales para los indigentes. El centro del debate, como en San Francisco, es si resulta aceptable obligar a la gente a abandonar las calles.

En dos de las ciudades más grandes del oeste de Estados Unidos, los rivales están enfatizando la crisis de las personas sin hogar en sus contiendas contra los titulares que ganaron cómodamente hace cuatro años.

Larry Turner, un agente de la policía que intenta derrocar al alcalde de San Diego, Todd Gloria, afirma que el titular está dando demasiado énfasis a las viviendas temporales, incluyendo un plan para convertir un almacén en un refugio con capacidad para 1.000 camas. La campaña de Gloria señala que él está trabajando en viviendas tanto a corto plazo como permanentes.

En Phoenix, Matt Evans sostiene que la titular Kate Gallego no ha hecho lo suficiente para hacer cumplir las leyes y retirar los campamentos. Gallego se opone a lo que ella llama la criminalización de los desamparados y ha añadido cientos de camas en refugios.

Las elecciones podrían cambiar el tema. Y la situación en las calles, por supuesto, puede cambiar dependiendo de quién sea elegido.

“Los alcaldes pueden marcar una gran diferencia”, dijo Ann Oliva, directora ejecutiva de la Alianza Nacional para Acabar con la Indigencia.

Pero critica la idea de arrestar o multar a personas que no tienen dónde vivir.

“No se puede buscar la criminalización como forma principal de perseguir a los indigentes y al mismo tiempo reducir las cifras”, destacó Oliva.

Algunos nuevos alcaldes han logrado reducir el número de desamparados sin imponer sanciones, añadió.

En Los Ángeles, la ciudad con la mayor población indigente de Estados Unidos, Karen Bass asumió el cargo en diciembre de 2022 e inmediatamente firmó una orden de emergencia que facilita a la ciudad contratar hoteles para dar refugio. Según el recuento de personas sin hogar de enero, el total de indigentes en la ciudad cayó un 2%, la primera disminución después de años de aumentos. Bass tiene más de dos años antes de buscar la reelección.

En los primeros seis meses de Mike Johnston como alcalde de Denver el año pasado, la ciudad trasladó a 1.000 personas a hoteles, una comunidad de estructuras similares a cabañas y a otras viviendas de transición.

Otros nuevos alcaldes, como Cherelle Parker de Filadelfia, han incorporado el enfoque duro que muchos de los candidatos están pidiendo y que la Corte Suprema validó con un fallo en junio que permite a las autoridades prohibir dormir a la intemperie.

Una docena de candidatos compiten por el puesto en las elecciones abiertas a la alcaldía en noviembre en Portland, Oregon, el centro de un zona metropolitana donde un recuento de enero de 2023 reveló que casi 4.000 personas viven en la indigencia.

El concejal Rene Gonzalez instó al condado Multnomah, donde se encuentra Portland, a que suspenda la distribución de tiendas de campaña y lonas a las personas sin hogar.

González presionó por una ordenanza municipal más estricta el año pasado, pero se unió a una decisión unánime del concejo municipal en mayo para permitir a las autoridades multar o incluso encarcelar a los indigentes que rechacen una oferta de refugio.

En San Francisco, la oficina de Breed emitió un memorando en julio en que se advirtió que las personas sin hogar que sigan rechazando ofertas de refugio y servicios enfrentarán penas cada vez mayores, incluyendo su arresto, si continúan acampando en público.

Breed también ordenó que a los desamparados que no sean de San Francisco se les ofrezcan boletos de autobús o tren para regresar a casa antes que se les proporcione refugio o servicios, y agregó en un comunicado que “no podemos resolver las necesidades individuales de vivienda y salud conductual de todos”.

Uno de los rivales de Breed, el supervisor de San Francisco, Aaron Peskin, se opone a las redadas de campamentos. Otro oponente, la supervisora Ahsha Safaí, dice que las redadas son crueles a menos que haya suficiente refugio disponible.

El candidato Daniel Lurie, heredero de la fortuna de Levi Strauss y que tiene una organización sin fines de lucro que financia pequeñas casas temporales, prometió construir 1.500 camas de refugio en los primeros seis meses de su gobierno a fin de que las personas obligadas a abandonar los campamentos tengan un lugar adonde ir.

“Simplemente no ha habido ningún plan para los últimos tres años con este gobierno”, subrayó Lurie.

El gobierno de Breed ha añadido miles de camas de refugio temporales y más permanentes, pero todavía hay una escasez considerable.

“Sus oponentes no ofrecen lugares donde construirán refugios, cómo lo harán y cómo planean pagar sus planes”, dijo Joe Arellano, un portavoz de la campaña de Breed.

Michael Johnson, quien no vive como indigente en San Francisco, la ciudad donde creció, se estaba preparando para mudarse recientemente antes de un esperado retiro de tiendas de campaña para evitar lo que, según dijo, sucedió en un operativo anterior cuando la policía y la limpiadores de las calles de la ciudad le dieron 10 segundos para levantar su tienda y sus pertenencias. No lo hizo y lo perdió todo.

Las personas sin hogar suelen rechazar las ofertas de refugio si eso significa renunciar a sus pertenencias o mascotas, separarse de sus seres queridos o dormir en lugares rodeados de extraños, entre ellos algunos que pueden ser violentos.

A Johnson, de 41 años, no le gusta vivir como indigente. Pero señala que nadie le ha ofrecido un alojamiento adecuado y, dondequiera que vaya, siempre las autoridades lo retiran de nuevo.

“Esto es un tiovivo”, dijo. “No importa si me quedo en el lugar en el que estoy o encuentro uno nuevo. Al final estarán aquí”, sostuvo.

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Mulvihill reportó desde Cherry Hill, Nueva Jersey. Los periodistas de The Associated Press Terry Chea en San Francisco y Claire Rush en Portland, Oregon, contribuyerona este despacho.

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