La humanidad necesitará hacer grandes cambios si quiere vivir bien en el planeta
Malas noticias, terrícolas: sería posible para todos en el planeta vivir una “buena” vida. También podría ser posible que los humanos vivan con sus recursos ambientales.
Pero si las tendencias actuales continúan, no habrá forma de que ambas cosas ocurran al mismo tiempo.
Esa es la sombría -aunque no demasiado sorprendente- evaluación de los investigadores del Sustainability Research Institute, de la Universidad de Leeds, en Inglaterra, y del Instituto de Investigación Mercator sobre Bien Común y Cambio Climático, en Berlín.
Los expertos llegaron a esta conclusión después de considerar los 11 ingredientes necesarios para una existencia bien vivida. Algunos de los elementos de su lista son necesidades humanas básicas: ingresos de al menos $1.90 por día, electricidad, suficiente comida y una expectativa de vida de al menos 65 años. Otros fueron objetivos sociales, como la igualdad, tener amigos y familiares confiables, y un grado digno de satisfacción ante la vida (al menos 6.5 en una escala del 1 a 10).
Los investigadores también consideraron el costo de lograr estas cuestiones para el planeta. Lo dividieron en siete categorías, como las emisiones de dióxido de carbono y el uso de recursos naturales como nitrógeno, fósforo y agua potable. Lo que descubrieron es que la humanidad tiene mucho trabajo por hacer.
En este momento, no hay un solo país en la Tierra que ofrezca a su gente una vida buena y sostenible. Ni uno. De hecho, no hay ninguno que se acerque siquiera a ello.
Los investigadores, liderados por el economista Daniel O’Neill de la Universidad de Leeds, creen que esto es posible. Pero tomará mucho trabajo.
Comencemos con la buena vida.
De los aproximadamente 150 países estudiados, solo tres (Austria, Alemania y los Países Bajos) ofrecen actualmente a sus ciudadanos los 11 elementos de la lista. Otros siete (Australia, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Japón y Suecia) ofrecen 10 de 11. Los Estados Unidos logran nueve, al igual que Canadá.
Pero ninguno de ellos está cerca de hacerlo de forma sostenible. De hecho, ninguno cumple con más de dos de los siete requisitos establecidos para la sostenibilidad ambiental.
Los Estados Unidos no cumplen con ninguno de ellos, y les falta “un amplio margen”, aseguró O’Neill. Las emisiones de CO2 per cápita de los Estados Unidos son 13 veces más altas que el nivel sostenible, su uso de fósforo es ocho veces mayor y el de nitrógeno es siete veces superior. Como si eso no fuera suficiente, sus huellas ecológicas y materiales son cuatro veces más altas que los niveles sostenibles.
En el otro extremo del espectro hay 35 países donde la vida es bastante lamentable. De las 11 cuestiones necesarias para una buena existencia, estos sitios no proporcionaron ninguna, o solo una.
En general, mientras más beneficios sociales haya disponibles en un país, es más probable que éste viva por encima de sus recursos ambientales. Lo contrario también es cierto: los que operan de manera sostenible tienden a ofrecer menos beneficios sociales.
Quizás el país que logra el mejor equilibrio es Vietnam, indicaron los investigadores. Aunque solo cumple seis de los 11 objetivos sociales, satisface todas las metas de sostenibilidad, excepto una. La única transgresión ambiental de Vietnam es que emite demasiado dióxido de carbono para evitar que el planeta se caliente en más de dos grados Celsius, la meta establecida en el Acuerdo de París.
Del mismo modo, el país con el peor balance es Suazilandia. Esta nación es tan ambientalmente insostenible como China, Corea del Sur y el Reino Unido, y falla en cinco de siete objetivos. Sin embargo, a pesar de utilizar tantos recursos naturales, no logra darles a sus ciudadanos ni siquiera uno de los 11 componentes necesarios para una buena vida, hallaron los investigadores.
En todo el mundo, los países hacen bastante poco para vivir de forma sostenible. Dos tercios de ellos emiten demasiado CO2 y más de la mitad usan grandes cantidades de nitrógeno y fósforo. Además, el 56% de los países emplea sus tierras de forma insostenible.
Solo 16 territorios en el análisis cumplieron los siete objetivos ambientales.
Aunque la imagen general puede parecer sombría, los investigadores encontraron algunos signos de esperanza. Por ejemplo, hubo algunos países que lograron buenos puntajes en educación y satisfacción con la vida al tiempo que mantuvieron sus emisiones de CO2 muy por debajo del nivel medio global (es decir, el punto en el que la mitad de los países emiten más y la otra mitad emite menos).
Este descubrimiento “demuestra que son posibles muchos más sistemas de aprovisionamiento eficientes en carbono”, escribieron O’Neill y sus colegas.
De la misma manera, los datos sugieren que las necesidades de nutrición, ingresos, salud y electricidad de todas las personas de la Tierra podrían cumplirse “sin exceder significativamente los límites planetarios” para la sostenibilidad, consideraron.
Si alguien pudiera mover una varita mágica y reasignar los recursos de la Tierra para que todos la compartan equitativamente, probablemente habría lo suficiente para satisfacer las necesidades humanas básicas (la lista que incluye sobrados alimentos y dinero para evitar la pobreza extrema, entre otras cosas), destacó O’Neill.
Pero de todas maneras no permitiría que todos disfruten de “metas más ambiciosas, como la educación secundaria y la alta satisfacción con la vida”, agregó. Para eso, “necesitamos volvernos de dos a seis veces más eficientes para transformar el uso de los recursos en bienestar humano”.
Desde luego, es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Y se vuelve aún más complejo si se tiene en cuenta que a fines de siglo habrá 11,200 millones de personas en el planeta, según las proyecciones de las Naciones Unidas.
En teoría, los países ricos podrían reducir su uso de recursos pero mantener sus logros en el frente social. Algunos primeros pasos sencillos incluyen “cambiar de los combustibles fósiles a la energía renovable, producir artículos con vidas más largas, reducir el desperdicio innecesario, pasar de los productos animales a los cultivos e invertir en nuevas tecnologías”, escribieron los investigadores.
Y en un mundo futuro “con una organización o tecnologías sociales muy diferentes”, podría haber una ecuación distinta para convertir los recursos naturales en bienestar humano que les permita a todos disfrutar de todos los aspectos de la buena vida, dijo O’Neill. “¿Es esto realista?”, se preguntó. “Eso espero, porque la alternativa podría ser una catástrofe ambiental”.
El estudio fue publicado este lunes en la revista Nature Sustainability. Los resultados y las soluciones pueden verse en este sitio interactivo.
Traducción: Valeria Agis
Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí
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