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M. Night Shyamalan mantiene el buen nivel con la lograda ‘Split’

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Luego de sufrir varios reveses de consideración en la etapa media de su carrera debido al lanzamiento de títulos como “The Last Airbender” y “After Earth”, el director indio-americano M. Night Shyamalan, también creador de cintas del nivel de “The Sixth Sense” y “Unbreakable”, se encuentra de regreso en su mejor forma.

Y es que después de habernos presentado “The Visit” (2015), un modesto pero logrado ‘thriller’ sobre un par de hermanos que se enfrentaban a unos abuelos siniestros, el realizador sube un poco el presupuesto pero mantiene el talento en “Split”, una historia de terror psicológico con tintes sobrenaturales que se encuentra sin duda entre lo mejor de su obra.

El guión, que ha sido escrito por el mismo Shyamalan, empieza con el secuestro de tres jovencitas por un sujeto que, como se verá más adelante, no anda precisamente bien de la cabeza, y que las traslada hasta el enorme sótano en el que vive. La buena noticia para ellas es que el hombre no parece tener intenciones sexuales, y la mala es que lo que les espera puede ser incluso peor que lo imaginado.

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De ese modo, poco después de despertar en el cuarto donde se encuentran encerradas, Casey (Anya Taylor-Joy), Claire (Haley Lu Richardson) y Marcia (Jessica Sula) se dan cuenta de que tendrán que lidiar aparentemente no con uno, sino con varios captores, ya que el secuestrador, Kevin (James McAvoy), sufre una enfermedad de la vida real que se denomina actualmente Trastorno de Identidad Disociativo, aunque se la conoce popularmente como Personalidad Múltiple.

Esto quiere decir que el tipo actúa alternativamente como si fuera varias personas; en su caso, tiene 23 identidades, no todas amables, y lo peor de todo es que se insinúa la pronta aparición de una adicional a la que él mismo define como “La Bestia” (a buen entendedor, pocas palabras).

Bajo esta premisa, es evidente que el papel (¿o habría que decir los papeles?) se encontraba lleno de posibilidades dramáticas, pero también que requería de un gran intérprete; y justo cuando esa parte se encontraba ya asegurada en manos de Joaquin Phoenix (“Gladiator”, “Walk the Line”), se anunció que el actor se había retirado del proyecto.

Habría sido fascinante ver a Phoenix en esto, pero la verdad es que se habría tratado también de algo predecible en vista de su extraña personalidad, mientras que su reemplazante McAvoy (conocido sobre todo por su interpretación del joven Profesor X en la saga de “X-Men”) tenía al frente muchos más desafíos.

Por fortuna para él, para Shyamalan y para los espectadores, McAvoy no cumple solamente la tarea de manera espectacular, sino que ofrece sin duda uno de los mejores trabajos de su trayectoria, hasta el punto de que podría ser un temprano contendiente para las ceremonias de premios al cine del 2018.

Sin embargo, hay que precisar que esa posibilidad se verá sin duda afectada por las críticas que le han hecho a la cinta los defensores de los individuos aquejados por problemas mentales, quienes consideran que esto reforzará los estereotipos negativos sobre ellos.

Más allá de esta discusión y de las evidentes referencias al Norman Bates de “Psycho”, McAvoy hace lo suyo de manera brillante, logrando que cuatro de las personalidades resulten únicas y distintivas y, de paso, recurriendo a todo el arsenal histriónico del que dispone, porque pasa sin cesar del drama a la comedia y de la calma completa a la rabia extrema. Nos gustó particularmente la identidad de Hedwig, caracterizado como un niño de 9 años que se encuentra lleno de inocencia y es fanático de Kanye West.

Pero no hay que olvidarse de su contraparte en el filme, Taylor-Joy, una intérprete estadounidense de ascendencia argentina que a pesar de su corta edad (tiene 20 años) ya había demostrado sus dotes interpretativas en la aclamada cinta independiente de terror “The Witch”. Además de exhibir una mezcla de vulnerabilidad y decisión que no es fácil de lograr, esta chica tiene unos ojos inmensos que parecen devorar todo lo que ocurre a su alrededor, para bien o para mal.

Finalmente, no hay que dejar de lado las habilidades visuales de Shyamalan, que vuelven a destacar gracias a una brillante puesta en escena donde se aprovecha no solo a los actores, sino que le saca también el jugo a las sugestivas y misteriosas locaciones empleadas, bajo la experta mano del director de fotografía Mike Gioulakis.

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