Este ‘Spider-Man’ es mucho más jovial y divertido, aunque se aleja de la tradición
Los Ángeles — Tras probar suerte con el actor británico Andrew Garfield en un par de películas que no estuvieron mal, pero que no dieron los resultados deseados -al menos cuando se las compara con la primera trilogía encabezada por Tobey Maguire-, la división cinematográfica de Marvel apuesta por el inicio de un nuevo ‘reboot’ que, en vista de las tempranas reacciones que viene teniendo en los Estados Unidos por parte de quienes lo han visto, parece ser una apuesta mucho más segura.
Lo adelantó ya con la exitosa presentación de su nuevo Hombre Araña, Tom Holland, en “Captain America: Civil War”, que insertaba de lleno al recién llegado en el gran universo de los superhéroes pertenecientes a la misma compañía, y cuya sombra sigue pesando de manera definitiva en “Spider-Man: Homecoming”, una cinta que, a pesar de ser supuestamente individual, cuenta con una fuerte participación de Tony Stark/Iron Man (Robert Downey Jr.) y tiene también por ahí de un modo u otro a Steve Rogers/Captain América (Chris Evans), revelando con ello una clara intención comercial y de franquicia que, si nos preguntan, resulta un tanto incómoda.
Eso hace que el espectador sienta que es prácticamente un requisito haber visto lo que se estrenó anteriormente en las salas, lo que se encuentra lejos de ser un hecho fortuito; pero lo dicho no invalida la calidad de esta entrega ni la vuelve menos entretenida, sobre todo porque se ha buscado intencionalmente un tono más ligero y cercano a la comedia que no desentona con el aspecto juvenil de Holland ni con la ubicación actual de la historia.
Peter Parker es aquí un estudiante de secundaria que actúa con el entusiasmo y la inocencia propias de un chico de 15 años, un hecho que lo relacionará sin duda con una audiencia de menor edad que la habitual y que es plasmado de manera verosímil por Holland, pese a que el carismático intérprete cuenta con 21 años. Desesperado por contar con la atención de sus superiores, víctima de ‘bullying’ en su escuela y enfrentado a la necesidad de cumplir con varias tareas a la vez, este es un superhéroe sumamente apropiado para las nuevas generaciones.
Claro que, si se es un espectador más grande y se ha seguido al personaje a través de los cómics de la “época dorada”, es posible sentirse decepcionado por los incontables cambios que se le ha hecho a la mitología original, empezando por algunos que se mostraron ya en “Civil War” (el papel de mentor principal de Stark y la severa reducción en la edad de la Tía May, en manos de la encantadora Marisa Tomei) y siguiendo con varias modificaciones y alteraciones físicas de personajes que tienen buenas intenciones, pero que se salen de la norma.
Así, el amor platónico de Peter es una muchacha llamada Michelle Jones, cuyas siglas corresponden a MJ, como lo notamos mientras escribimos esta reseña, pero que no nos remitió nunca a la conocida Mary Jane al ver la cinta porque se llama de otro modo y porque en lugar de ser una pelirroja es una morena (encarnada por una artista conocida simplemente como Zendaya, de ascendencia afroamericana).
La decisión de mostrarla de este modo corresponde sin duda la intención de buscar diversidad en una megaproducción hollywoodense, la misma que se hace extensiva a Ned, el mejor amigo de Peter, quien luce ahora un aspecto asiático bajo la interpretación de Jacob Batalon, y a “Flash” Thompson, que se transforma en latino (aunque pensamos inicialmente que era indio) por obra y gracia del hijo de guatemaltecos Tony Revolori.
La meta es loable, por supuesto, y refleja probablemente lo que se produce en una escuela contemporánea de un área de Nueva York; pero no deja de ser desconcertante para los que tenemos ciertas imágenes de estas figuras desarrolladas en nuestras mentes. Finalmente, si se trata de cumplir con cuotas, se podría haber empleado a personajes completamente originales.
En realidad, hay muchas modificaciones que no corresponden a las ideas que teníamos de estos sujetos y de otros detalles de la trama tras haber leído las historietas de los ‘60 y los ‘70 y de haber visto todas las películas anteriores, que respetaban con una fidelidad mucho mayor estos aspectos; y eso incluye adjudicarle a Stark la creación del traje del arácnido y darle además al uniforme características ultra tecnológicas (tiene incluso una voz femenina de guía) que aparecieron quizás en alguna versión publicada que desconocemos, pero que significan un despegue radical de la tradición.
Afortunadamente, bajo la adecuada dirección del director y coguionista Jon Watts (“Cop Car”), todos estos detalles vienen al menos justificados en la historia y se prestan para situaciones cargadas de emoción, de humor y de sorpresa, como sucede con la bien desarrollada relación entre Peter y Adrian Toomes/Vulture, encomendado al siempre excelente Michael Keaton.
Y cuando se le suma al combo la implementación de escenas de acción que en medio de su espectacularidad son comprensibles y llegan filmadas sin innecesarios excesos visuales, el resultado es un platillo que no podría caer mejor en esta época del año.
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