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El amor real de Meghan y el Príncipe Enrique

Los recién casados duques de Sussex, Meghan Markle y el príncipe Enrique salen del Castillo de Windsor tras su boda para asistir a una recepción nocturna en Frogmore House, ofrecida por el príncipe de Gales el sábado 19 de mayo de 2018. La novia lleva un anillo que perteneció a la fallecida princesa Diana.

Los recién casados duques de Sussex, Meghan Markle y el príncipe Enrique salen del Castillo de Windsor tras su boda para asistir a una recepción nocturna en Frogmore House, ofrecida por el príncipe de Gales el sábado 19 de mayo de 2018. La novia lleva un anillo que perteneció a la fallecida princesa Diana.

(Steve Parsons / AP)
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El amor entre el Príncipe Enrique y Meghan Markle es real... o al menos así lo deja ver su comunicación no verbal.

El intercambio de miradas, la sincronía, el contacto físico y las expresiones de sus rostros denotan una gran comunión, asegura Renata Roa, consultora en imagen y experta comunicación facial.

“El hecho de que los dos volteen a verse casi al mismo tiempo y generen esta complicidad a través del contacto visual implica una gran compatibilidad. En diferentes entrevistas se ha visto cómo uno termina o complementa las frases del otro. Es un juego de mucha complicidad”, destacó la experta.

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Y ello quedó de manifiesto en su boda, pues durante toda la ceremonia, oficiada por el reverendo David Conner, el contacto físico fue mucho más constante de lo que se ha visto entre otras parejas de la realeza.

“Usualmente tienen las manos entrelazadas puestas en la pierna del otro, lo que comunica una entrega y marca de propiedad. Es común verlos tocándose la espalda de manera recurrente.

“Meghan abraza la mano de Enrique con las dos manos. Ella busca agarrarse de manera literal, pero también emocional, de él. Denota esa necesidad de ser apoyada por él en situaciones de estrés”, agregó Roa.

Las sonrisas constantes también dan testimonio del sentimiento que los une, por eso no dejaban de reír incluso al dar el “sí, acepto” o cuando intercambiaron sus votos.

“Cuando existe una sonrisa sincera, el brillo en los ojos, la tensión en las mejillas y la simetría en la boca son indispensables”, explicó la experta.

Quien mostró mayor nerviosismo fue el Príncipe, pues mientras su novia lucía relajada, él se agarraba el botón del saco, apretaba su mano y se tocaba la cara.

“Lo interesante es que, a pesar de estar acostumbrado a cámaras y la vida pública, este evento claramente generó ese nerviosismo, lo cual es normal y entendible”, expresó Roa.

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