Tarantino habla de su celebrada película sobre el Hollywood de fines de los ‘60
Nostálgica, melancólica o emotiva son elogios poco “tarantinianos” que la crítica dedicó a “Once Upon a Time... in Hollywood”, pero Quentin Tarantino , que admitió que este es un filme muy personal, dijo que en esta mirada al cine de los 60 no todo es tan bonito y brillante como parece.
“No es un Hollywood todo de color rosa. La película muestra una industria en cambio constante, muestra una industria que puede tener mala memoria y que puede juzgar duramente”, explicó el cineasta en un encuentro con un grupo reducido de medios al que asistió Efe.
“Y también muestra una ciudad (Los Ángeles): una ciudad y una industria trabajando codo con codo. Muestra una ciudad que suena como una gran ciudad en la que me encantaría vivir, pero en la que luego tienes gente como ‘la Familia Manson’ de los que no tienes ni idea”, añadió.
En la actual era triunfal del cine de superhéroes, las secuelas y los “remakes”, muy pocos directores pueden presumir de que sus estrenos sean todavía acontecimientos mundiales. Tarantino es uno de ellos.
Presentada con todo lujo y parafernalia en el pasado Festival de Cannes de la mano de un impecable reparto liderado por Leonardo DiCaprio, Brad Pitt y Margot Robbie, “Once Upon a Time... in Hollywood” es un viaje sentimental a la pasión cinéfila de Tarantino y también a sus recuerdos de niño en Los Ángeles. De ahí que la haya definido en varias ocasiones como su “Roma” (2018) particular.
“He usado eso como ejemplo de vez en cuando porque Alfonso Cuarón realmente enfatizó cómo era una obra de recuerdos, un recuerdo de su infancia. Y esa es la mejor manera de describir esto porque viví en Los Ángeles en aquella época”, reflexionó sobre una cinta que ocurre en 1969.
No obstante, Tarantino subrayó los peligros de la memoria: “No es un registro histórico, son tus percepciones. Crees que fue un año y puede que fueran tres”.
La historia de un actor venido a menos de wésterns televisivos (DiCaprio) y de su doble de acción (Pitt) es la excusa de Tarantino (Knoxville, EE.UU., 1963) para adentrarse en un Los Ángeles palpitante y con apasionantes cambios asomándose en cada esquina.
Así, “Once Upon a Time...in Hollywood” sugiere en el cine la decadencia del sistema de estudios mientras se va consolidando el Nuevo Hollywood; y retrata unas calles en las que se cruzaban los sueños contraculturales de los hippies, las pesadillas de mentes diabólicas como Charles Manson y el desconcierto de gran parte de la sociedad ante tanta transformación.
“Se ha recreado esta época antes, pero pensé que sería una idea interesante abordarla y crearla con dos personajes que no son de esta cultura”, detalló Tarantino. “Son de fuera de esa cultura y miran hacia adentro. Y no me acerco desde su perspectiva ni tampoco desde la de los hippies. Como que las pongo juntas y veo cómo lidian entre ellas”.
De Bruce Lee a Steve McQueen, esta cinta metafílmica encierra cameos y secretos, entre divertidos y cariñosos, para enamorar a los cinéfilos. Pero ninguno de esos homenajes de Tarantino tiene más miga que el importante papel que otorga en la trama a Sharon Tate, aquí interpretada por Margot Robbie y de cuyo asesinato a manos de “la Familia” se cumplieron ayer cincuenta años.
“Quizá porque está como congelada en el tiempo, debido a la tragedia de su final, pero ella es como la representante definitiva de la ‘it girl’ (chica de moda) de aquella época”, consideró.
“Está como atrapada en el tiempo en cuanto a sus vestidos, sus ‘looks’... Casi no puedes separarla de su tiempo (...). Pero lo que era más importante para mí, a falta de una manera mejor de decirlo, era traerla de nuevo a la vida, básicamente. Cuanto más averiguaba sobre ella, más angustiado me sentía porque sea una mujer definida por su trágico final”, argumentó.
Sin renunciar a los diálogos chispeantes, la mezcla de estéticas y géneros cinematográficos y el uso de la violencia que forman parte de su identidad como director, “Once Upon a Time...in Hollywood” deja entrever también una faceta más íntima y tierna de Tarantino, quien aceptó este punto pero cuestionó con suavidad que se trate de su filme “más personal”.
“Puede que lo sea, pero diría que todas mis películas son realmente personales: simplemente entierro eso en un género y no es tan obvio”, explicó. “Pero el hecho de que se base en la ciudad en la que crecí, en mis recuerdos infantiles y todo eso, la hace personal. No podría haber hecho esta película así si no tuviera recuerdos de deambular por Los Ángeles. Puedo recrear Washington en 1963 mirando fotos, pero nunca sabría más que nadie. De esto, sé cómo era la televisión, cómo sonaba la radio”.
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