Rubén Albarrán celebra 30 años de los ‘tacvbos’ sin confiar en AMLO, pero sí en los reggaetoneros
Este domingo, Café Tacvba regresa al Hollywood Bowl para ofrecer una presentación especial en la que se celebrarán sus 30 años de existencia, como parte de una gira estadounidense de 18 fechas que antecederá los conciertos de aniversario en México, país de origen de la popular agrupación.
“Estaremos tocando canciones de todos nuestros discos para celebrar la ocasión”, nos dijo durante una entrevista reciente el vocalista Rubén Albarrán, fundador del grupo al lado de Emmanuel del Real, Joselo Rangel y Quique Rangel. “Nuestra formación sigue siendo la misma con la que empezamos, con el agregado del baterista Luis Ledesma, quien toca con nosotros desde hace 13 años; y esta vez, contaremos con la participación de Ramiro del Real, hermano de Emmanuel, en la guitarra”.
Pese a que el embrión de Café Tacvba fue una banda llamada Alicia Ya No Vive Aquí, Albarrán considera que la fecha establecida para el nacimiento de la agrupación es el 27 de mayo de 1989, cuando se produjo el debut oficial en un bar de Coyoacán que se llamaba El Hijo del Cuervo. “En realidad, empezamos a ensayar a comienzos de ese año e hicimos un par de presentaciones en fiestas de amigos poco después; pero esa fuera la primera vez que alguien pagó para vernos”, precisó.
Tacvba fue insertado rápidamente en el rubro del ‘Rock en Español’, que tuvo su auge a mediados de los ’90 pero cuya popularidad ha disminuido considerablemente con el paso del tiempo, lo que nos llevó a preguntarle a nuestro entrevistado por el estado actual del género.
“Nosotros dijimos desde el comienzo que no éramos un grupo de rock, sino un grupo de música contemporánea mexicana, y ahora diría incluso que somos solo un grupo de música contemporánea”, afirmó. “Ya en ese momento, nos parecía que el rock estaba muerto, y empleábamos de hecho una caja de ritmos y secuencias en lugar de un baterista con el fin de retar a esa clase de público”.
“Estábamos haciendo mezclas muy interesantes, usando elementos de la música tradicional mexicana, el rock, la bosa nova y el jazz”, detalló. “El orgullo de pertenecer a un país también se ha transformado, especialmente en mí, porque ya no creo en los países; pienso que es más interesante el concepto de ‘matria’ que el patria”.
El drama del conejo
Nada de lo dicho evita que él mismo siga siendo visto como un líder del rock latinoamericano, como lo demostraron las voces de espanto difundidas en las redes sociales luego de que se presentara al lado de Bad Bunny en la ceremonia de premios Miaw de MTV, realizada el pasado mes de junio en el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México. Ante ello, Albarrán dio a conocer una larga carta pública que parecía indicar su preocupación por los comentarios adversos.
“No me preocupé; más bien me ocupé”, retomó el cantante. “Mi participación [en ese evento] tuvo justamente como fin abrir las mentes y crear un espacio para decir que los reggaetoneros no son delincuentes; los delincuentes utilizan cuello blanco y corbata y firman documentos para permitir que se haga minería a cielo abierto y que se practique el ‘fracking’”.
En sus palabras, los reggaetoneros están recuperando lo que les dejamos de herencia, que es un mundo hipersexualizado y violento, y lo están sublimando a través del arte. “No podemos verlos con malos ojos”, insistió. “Es lo mismo que pasaba con los abuelitos que se quejaban del rock and roll cuando este empezó”.
“Y de todos modos, hay cosas mucho más importantes, como que se está quemando la mayor selva del planeta, que nos brinda 20 por ciento del oxígeno mundial y 20 por ciento del agua que todos bebemos”, dijo, en alusión al Amazonas. “Yo salí a cantar con Bad Bunny porque me cae muy bien y me gusta mucho su música”.
“Lo admiro porque creo que es un verdadero artista”, prosiguió. “Siento que es como René [Pérez, ex Calle 13]; va a ir creciendo y va a ser alguien más importante de lo que es ahora, cuando se le pase lo de la fama y lo superfluo. Tiene la sensibilidad para hacerlo”.
Otras sustancias
La carta iba más allá del tema musical para analizar también lo que sucede con sustancias que siguen siendo llamadas drogas, como es el caso de la marihuana, que ha sido siempre defendida por Albarrán. Por ese lado, podría suponerse que el cantante está feliz de llegar a California, donde esta planta ya es legal; pero en el texto citado, él mismo cuestiona duramente a las corporaciones que están controlando supuestamente las ventas, y recomienda en cambio el cultivo casero.
“Es que todo eso forma parte de la manipulación a las que nos somete el sistema”, nos dijo. “Por un lado, nos hace delincuentes y nos apunta con el dedo porque decidimos utilizar ciertas sustancias, y por el otro, termina eventualmente legalizándolas para hacerse dueño del negocio. Es importante darse cuenta de esa manipulación para no ser parte de ella”.
“También debemos darnos cuenta de que la comida es una droga, especialmente en Estados Unidos; la gente está enajenada con la carne, y nuestra alimentación está destruyendo el planeta”, proclamó. “La marihuana, en cambio, es una planta medicinal que tiene muchos usos fuera de lo psicotrópico, y que ayuda a gente con Alzheimer, Parkinson y diferentes malestares. La han prohibido para proteger al sistema médico, que prescribe las que sí son drogas, porque te vuelven realmente adicto”.
Aunque es vegano, Albarrán no intenta imponer su postura de manera radical, como lo hace alguien como Morrissey, quien exigió por ejemplo en el Tropicália Music and Taco Festival del 2018 (llevado a cabo en el Queen Mary de Long Beach) que dejara de venderse cualquier tipo de carne en el evento antes de subirse al escenario.
“El mensaje se tiene que dar de la manera más amorosa que sea posible”, señaló. “En mi familia hay carnívoros, y no puedo ponerme en contra de ellos. No puedo culpar a las personas que no se han dado cuenta [del problema]. Ojalá pudiera hacerle entender a esos empresarios, quienes escucharon en la escuela de todo el daño que hicieron tipos como Hitler y Mussolini, que ellos mismos están haciendo más daño, porque están destruyendo el entramado de la vida, cuando nosotros somos solo un hilo dentro de este”.
“La minería, la ganadería, la agroindustria y todas estas corporaciones le están prendido fuego al Amazonas, y somos nosotros los que les damos el dinero para que lo hagan”, aseveró. “Invito a las personas a que seamos conscientes de que nuestro estilo de vida es el que está causando estos incendios; es nuestro propio ser interno el que trae estas llamas. Tenemos que dejar de consumir los productos de esas corporaciones; es difícil, porque estamos inmersos en este sistema, pero hay que ir haciéndolo poco a poco”.
Por un mundo distinto
Para Albarrán, lo que viene sucediendo con el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, tampoco resulta positivo, pese a que se trata de un mandatario con inclinaciones supuestamente progresistas.
“Siento que esto es un patrón, porque primero [en Estados Unidos] tuvieron a [Barack] Obama, una persona que daba confianza y que pensamos que iba a actuar de buena forma, pero no lo hizo; y después vino este reaccionario radical [Donald Trump]”, recordó. “Sucedió lo mismo en Brasil, que primero tuvo a [Luiz Inácio] Lula [da Silva], en quien se podía confiar de cierta forma, pero que hizo destrozos por debajo de la mesa; y ahora tenemos a [Jair] Bolsonaro [el nuevo presidente]”.
“En el caso de AMLO, mucha gente se la creyó y se la sigue creyendo, cuando no está haciendo las cosas bien; de hecho, las está haciendo peor que [su antecesor Enrique] Peña Nieto, porque a ese ya le teníamos desconfianza desde el inicio, mientras que AMLO está yendo por el mismo camino, y más rápidamente”, aseguró.
“Tiene un gran proyecto, el del tren transoceánico, que pretende ser como el Canal de Panamá, para conectar el Pacífico con el Atlántico y lograr que todas las mercancías norteamericanas crucen por ahí”, describió. “Eso provocaría un ecocidio tremendo, porque esa es la selva de los chimalapas. No está tomando en cuenta la voz de los pueblos originarios”.
“Es el muro sin tabiques que Trump está pidiendo, porque se van a construir fabricas a donde van a llegar todos los indocumentados centroamericanos que necesitan trabajar”, dijo. “Es perfecto, porque así van a tener conflictos sociales y mano de obras sin derechos”.
Con todo lo señalado, es razonable concluir que Albarrán no cree en ningún político tradicional. “No tengo esperanzas en la clase política, que está simplemente al servicio de la clase empresarial”, concluyó. “El cambio no va a provenir de las cúpulas de poder, sino de los pueblos, de la gente que se ponga a trabajar en proyectos productivos, en tratar de vivir esos otros mundos con los que soñamos”.
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