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La industria del entretenimiento no está detenida; ¿pero cómo están sobreviviendo sus exponentes?

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La expansión insólita del Covid-19 ha afectado al mundo entero de diferentes formas, y esto incluye a la industria del entretenimiento, que se ha visto severamente impactada debido a las restricciones impuestas en diferentes partes del planeta.

El cambio más evidente es el cierre temporal pero prolongado -y sin fechas concretas de reapertura- de salas de cine, recintos para conciertos y bares (incluyendo los que presentaban a músicos no demasiado grandes o locales), lo que ha perjudicado no solo a artistas de fama mundial con recursos suficientes como para capear el temporal, sino también a aquellos que tenían puestos menos remunerados en este negocio y a quienes sobrevivían semana a semana ofreciendo presentaciones en las que vendían su mercancía.

Empecemos por el cine. La élite de Hollywood ha sido cuestionada muchas veces por su posición afortunada en términos económicos, y nadie debe estar esperando que sus estrellas más grandes la estén pasando realmente mal en la cuarentena, tomando en cuenta que viven en mansiones con todas las comodidades habidas y por haber (y, en algunos casos, habilitadas con sus propias salas de cine).

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Pero lo que se suele pasar por alto es que, incluso en lo que respecta a sus ‘grandes ligas’, dicha industria no está únicamente conformada por los actores, los productores y los directores, sino que le da trabajo a un número indeterminado de personas en cargos menores pero importantes (como los técnicos), como se puede ver en la inmensa lista de créditos que aparecen normalmente al final de cualquier superproducción. Y casi todos ellos están ahora sin trabajo, porque los rodajes convencionales fueron completamente suspendidos.

Las cintas postulantes pueden llegar a las plataformas de streaming y eso sería suficientes para optar al premio de la Academia

Hay quienes dicen que no todas las salas de cine están cerradas en Estados Unidos, porque todavía funcionan los autocines (o ‘drive-in’, como se los conoce en inglés). Sin embargo, se calcula que en la actualidad existen solo cerca de 300 en toda la Unión Americana, y no todos están abiertos, como es el caso del que se encuentra en la ciudad de Paramount, California, que se mantuvo en actividad durante el primer fin de semana en que empezaron a recomendarse las cuarentenas, pero que anunció su retiro poco después. En estas circunstancias, es natural que se hayan pospuesto (a veces hasta por un año) los estrenos de superproducciones como “Mulan”, “Fast and Furious 9”, “No Time To Die”, “A Quiet Place 2” y “Black Widow”.

Después viene lo del estado de Georgia, claro, donde el Gobernador Brian Kemp ha autorizado la apertura de las salas desde el próximo lunes, pero cuya ‘clemencia’ caerá probablemente en saco roto, ya que además de que AMC, Regal y Cinemark (las cadenas de teatros más grandes de la nación) mantendrán su decisión de permanecer el cierre temporal de todos sus establecimientos, los dueños más grandes de los recintos independientes han anunciado que les tomará mucho más tiempo reiniciar sus labores.

Desde frentes distintos

Cuando analizamos el cine independiente, de donde provienen habitualmente las propuestas con mayores méritos artísticos, el problema puede ser incluso mayor, y por diversas razones. Las personas que participan en este segmento ganan naturalmente mucho menos que las que laboran para el ‘mainstream’, y la propia esencia del ‘indie’ hace que este requiera de una promoción mucho mayor para lograr que el público sepa de la existencia de sus ofertas, sobre todo con esa clase de entrevistas cara a cara que son imposibles en estos momentos.

Lo que sí es cierto es que, ahora mismo, una buena parte del ‘indie’ tiene la posibilidad de refugiarse en el ‘streaming’, una opción que antes lo perjudicaba pero que se ha convertido ahora en su mejor aliada, sobre todo si se realiza a través de la novedosa modalidad de ‘Virtual Cinemas’, que ha sido apoyada por distribuidoras como Kino Lorber y que te permite entrar a enlaces específicos de las salas en las que las cintas planeaban proyectarse, lo que tiene como resultado que estas mismas salas (ahora cerradas) puedan recibir un porcentaje de las ventas de las exhibiciones virtuales.

Pese a que la salida de varios de los filmes independientes que estaban previstos para un estreno en salas ha sido también pospuesta, lo arriba descrito ayudará a que los que se hayan adscrito a esta modalidad o a la del típico Video On Demand (VOD) puedan optar por una nominación al Oscar, como lo dio a conocer ayer la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas a través de un comunicado en el que anunciaba cambios importantes a sus reglas habituales de calificación.

Pero lo cierto es que nadie está esperando realmente ver una ceremonia de esta clase -con todo el lujo y la frivolidad que implica- a inicios del 2021, cuando no se sabe ni siquiera si las cosas habrán regresado a la normalidad para ese entonces.

La televisión sigue adelante, obviamente, y se encuentra supuestamente más favorecida que nunca porque la gente está metida en sus casas; pero, fuera de lo arriesgado que resulta ahora hacer cualquier trabajo periodístico en la calle, sus productos de entretenimiento directo se están viendo también perjudicados por la necesidad del distanciamiento social, y como todas las grabaciones de producciones de ficción han sido interrumpidas (del mismo modo en que se han suspendido los rodajes de cine), podría llegar el momento en que no haya series o episodios nuevos que ofrecer.

Esa misma circunstancia afectaría eventualmente a Netflix, la plataforma gigante de alcance mundial que se ha visto favorecida por lo que viene sucediendo en el plano económico (de manera involuntaria, por supuesto), hasta el punto de haberse encontrado ante un impresionante incremento de suscriptores (se habla de 15 millones). Pero su atractivo mayor es la abundancia de propuestas y el modo constante en que estas se renuevan, es decir, algo que no se mantendría si los rodajes no se reinician en un tiempo prudente.

Lo que era un rumor cada vez más creciente acaba de hacerse realidad, porque la edición 2020 del Festival de Coachella no se llevará ya a cabo en las fechas previstas, es decir, del 10 al 12 de abril y del 17 al 19 del mismo mes, debido a la expansión del temido COVID-19.

Fuera de los escenarios

En el plano de la música, la imposibilidad de presentar su arte en vivo ha sido lo más perjudicial para quienes la practican y, por supuesto, ha causado desconcierto entre quienes adoran (o adoraban) ver a sus ídolos al lado de grandes multitudes, generando una sensación que no se ha visto precisamente aliviada tras los informes que insinúan la posibilidad de que no haya simplemente conciertos antes del 2021.

La expansión del coronavirus en Estados Unidos empezó a ser tomada realmente en serio por la industria cuando se empezaron a cancelar o posponer festivales aparentemente intocables como South By Southwest y, claro está, Coachella. Después de eso, los músicos internacionales comenzaron a hacer lo mismo con sus giras o presentaciones individuales, hasta que AEG y Live Nation (las compañías más grandes en lo que respecta a la organización de conciertos) dieron a conocer la detención completa de todos sus eventos, a lo que se sumó luego el cierre de los locales más pequeños.

Esto vino acompañado por la cancelación de lanzamientos de álbumes creados por artistas tan famosos como Alicia Keys, Lady Gaga, Willie Nelson y CNCO; y aunque no todos siguieron la misma ruta (J Balvin sacó de todos modos su disco “Colores”, por ejemplo), hay que considerar que la presentación en vivo de los cantantes en entrevistas de televisión y de radio, así como en eventos ‘in-store’, resulta muchas veces vital para el éxito de un proyecto de esta clase.

El ambicioso evento “One World: Together At Home”, organizado con la colaboración estrecha de la superestrella del pop Lady Gaga con el fin de apoyar a los trabajadores de salud que combaten el coronavirus en todo el planeta, acaba de llevar a un nuevo nivel el estilo de las presentaciones caseras que han venido ofreciendo diversos músicos del mundo a través de distintas modalidades de ‘streaming’ desde que se impusieron las cuarentenas.

Lo que hemos estado viendo es una avalancha de miniconciertos en ‘streaming’ que han ido creciendo en sofisticación y en empleo de la tecnología, hasta llegar a niveles como los del festival virtual “One World: Together at Home”, que se transmitió en televisión abierta y en el que participaron estrellas como Lady Gaga, The Rolling Stones, Billie Eilish, Paul McCartney, Maluma y muchos más.

En muchos de estos casos, los más favorecidos son los fans, porque las transmisiones son gratuitas, aunque el festival citado contó con auspiciadores que favorecieron la obtención de fondos que, de todos modos, no fueron destinados a los artistas, sino a las organizaciones médicas que combaten el virus.

Sin embargo, en vista de las circunstancias, hay músicos que están cobrando ya por los conciertos que hacen en sus casas o que están tratando de generar ganancias a través de clases virtuales, lo que ha sido visto por algunos como un aprovechamiento descarado de la situación pero que, francamente, nos parece una manera digna de mantenerse trabajando en medio de épocas funestas.

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