Por qué persiste el comercio de carne de perro en Indonesia, pese a que su consumo es ilegal
TOMOHON, Indonesia — La venta de carne de perro para consumo es teóricamente ilegal en Indonesia, pero los visitantes podrían no darse cuenta de ello al caminar por el concurrido mercado central de Tomohon.
Los carniceros en esta remota ciudad rural, en la provincia ecuatorial de Sulawesi del Norte, no tienen reservas de mostrar a los animales para la venta después de sacrificarlos y luego carbonizar sus cuerpos para quitarles la piel.
La carne de perro no está reconocida como alimento según la ley indonesia, lo cual hace que sea ilegal venderla en el mercado. Los trabajadores involucrados en el comercio también violan las normas cuando transportan perros regularmente entre provincias donde la rabia es endémica. De las 34 provincias de Indonesia, sólo ocho se consideran libres de rabia.
El comercio persiste porque los gobiernos locales rara vez han aplicado esas leyes, afirman los activistas de animales de esa región.
El mercado de Tomohon fue el foco de los videos grabados por Marc Ching, un activista por los derechos de los animales que reside en Los Ángeles, cuando visitó el área, en 2016. Las horribles imágenes de ese viaje aparecieron en un anuncio de servicio público con Matt Damon, Joaquín Phoenix, Rooney Mara y otras celebridades en apoyo de la fundación caritativa de Ching, que crea conciencia sobre la brutalidad de la industria de la carne de perro en varios países asiáticos.
Pero una investigación de The Times encontró evidencia que contradice lo dicho por Ching sobre la autenticidad de algunos de sus videos más impactantes.
Varios carniceros le dijeron a The Times que Ching les pagó para colgar y quemar vivo a un perro, y matar a varios más, mientras él grababa un video. Las imágenes en bruto del activista muestran que cuando comienza la quema, uno de los carniceros mira hacia la cámara, levanta el pulgar y hace una pregunta en un idioma local del área, cuya traducción al inglés es: “Esto es exactamente lo que quieres, ¿verdad?”.
Ching niega haber pagado a los carniceros para dañar a los perros u orquestar cualquiera de los videos. Su fundación cuestionó la credibilidad de los carniceros, alegando que el trabajo del activista amenaza los medios de vida de esa gente.
Indonesia, la cuarta nación más poblada del mundo, distribuida en más de 17.000 islas, es notoriamente difícil de gobernar. Las tradiciones locales a menudo triunfan sobre los edictos entregados desde la lejana capital de Yakarta.
Sin embargo, está ganando fuerza un movimiento para poner fin al comercio de carne de perros y gatos en Indonesia, impulsado por las preocupaciones sobre cómo los mercados rurales podrían propagar enfermedades como el COVID-19.
Muchos indonesios de clase media en las ciudades más grandes, particularmente en Yakarta y sus alrededores, los tienen como mascotas, sin embargo, la práctica de comer perros continúa en algunas partes rurales del país.
“Lo que está sucediendo en Tomohon no es representativo de la percepción y actitud de la nación hacia los animales de compañía”, afirmó Lola Webber, cofundadora y directora de la Change for Animals Foundation, con sede en Bali, una organización benéfica registrada en Inglaterra. “Las personas que no viven cerca de estos centros donde se come carne de perro no pueden creer que este comportamiento y práctica persista. Hay una cierta desconexión”.
Tomohon está aproximadamente a 1.300 millas de la capital de la nación, pero es un mundo muy diferente. La ciudad, de 120.000 habitantes, está conectada a la capital de la provincia, Manado, por una sinuosa carretera de montaña, de dos carriles, con vistas imponentes del Mar de Celebes.
Escondido en un exuberante valle, flanqueado por dos volcanes activos que a menudo lanzan humo, la lejanía del área preservó una forma de vida que ha durado siglos, intacta pese a los centros comerciales modernos, las cadenas hoteleras o de comida rápida occidental.
El grupo étnico dominante en Tomohon, los minahasa, saborea la carne de perro en ocasiones especiales. Se cree que la carne mantiene el cuerpo caliente y se disfruta al estilo “RW”, que consiste en hervirla a fuego lento en una salsa aromática hecha con chiles, galanga (conocido también como jengibre azul), hojas de lima y cúrcuma.
Los carniceros afirman que esos perros son criados especialmente para obtener su carne, pero los activistas por los derechos de los animales aseguran que muchos de los que se venden son perros callejeros, capturados localmente o de provincias vecinas.
A diferencia de la mayor parte de Indonesia, donde los musulmanes constituyen la abrumadora mayoría, Tomohon es un enclave cristiano que fue influenciado por los europeos a partir del siglo XVI, primero con los portugueses, luego con los españoles y holandeses. Las costumbres aquí están entrelazadas con las creencias católicas, protestantes y animistas. Una tradición incluía derramar sangre de un perro recién sacrificado, que simboliza la fuerza, sobre las vigas de una nueva casa. La carne era luego consumida.
“Los perros siempre se han usado en rituales”, indicó H.B. Palar, historiador local y experto en los minahasa.
No hay tabúes sobre qué animales comer, sobre todo debido a la necesidad, agregó.
Con las escuelas tradicionales cerradas en medio del brote de coronavirus, las escuelas en línea están buscando miles de nuevos profesores para mantener la demanda.
A fines de la década de 1950, la región alrededor de Tomohon era el centro de la llamada rebelión de Permesta contra el gobierno central, un levantamiento impulsado con ira porque los gobernantes javaneses en Yakarta estaban descuidando las islas remotas de Indonesia, como Sulawesi, y a sus habitantes de minorías étnicas.
El ejército respondió con una fuerza brutal y los rebeldes huyeron a las selvas circundantes, donde no podían cultivar alimentos. Para sobrevivir, debieron comer animales que se consideraban exóticos durante el tiempo de paz.
“Los alimentos eran escasos”, relató Palar. “Por eso tuvieron que comer mono, serpiente, perro e incluso murciélagos. Después de la crisis, la tradición continuó”.
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