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Las piedras rodaron y conquistaron por partida doble a L.A., pese a una ausencia irreparable

De izq. a der., Ron Wood, Mick Jagger y Keith Richards, durante el concierto de este domingo en el Estadio SoFi.
De izq. a der., Ron Wood, Mick Jagger y Keith Richards, durante el concierto de este domingo en el Estadio SoFi.
(Ulises Alatriste )

Los Rolling Stones seducen nuevamente en vivo

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Cada presentación de los Rolling Stones en la ciudad de Los Ángeles es un verdadero acontecimiento, y al igual que los fanáticos anglosajones, la comunidad latina que radica aquí o en los territorios cercanos acude también con generosidad a sus históricos conciertos, como lo pudimos notar durante el segundo de los dos eventos ofrecidos en cuatro días de la misma semana por la célebre agrupación en el Estadio SoFi de Inglewood, con capacidad para 70 mil almas.

A la salida, nos encontramos no solo con numerosos fans de origen mexicano y centroamericano que, en algunos casos, habían viajado desde ciudades distantes para poder ver a la banda, sino que nos topamos también en uno de los patios del inmenso recinto con una especie de reunión oficial de lo que podría describirse como la brigada argentina de admiradores del conjunto, ya que los gauchos tienen desde hace varios años una relación de amor muy particular con Jagger y cía.

El domingo en la noche, el SoFi estaba completamente lleno, hasta el punto de que resultó complicado ingresar incluso al estacionamiento que teníamos asignado, así como poder alcanzar finalmente nuestros asientos, ubicados en una zona cercana al escenario a la que se demoraba mucho en llegar estando ya dentro.

Pero, más allá de los temores que podía causar una aglomeración semejante (había que mostrar la tarjeta de vacunación a la entrada y la ausencia de mascarillas era clamorosa), esa era obviamente la mejor forma de ver a unos Stones (con el perdón de quienes los llaman ‘los Rolling’) que, pese a haber ocupado poco antes la misma tarima, convocaron nuevamente a una enorme multitud que pareció disfrutar plenamente cada minuto del show de cerca de 2 horas y 40 minutos.

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Los Rolling Stones están de gira nuevamente, esta vez sin su latido, o al menos sin su ritmo de fondo

Esto tuvo que ver sin duda con el carácter legendario de estos músicos, pero también con el hecho de poder ver un espectáculo de esta magnitud tras muchos meses de sequía musical y, yendo más allá, con la necesidad de gozar con la presencia de unos artistas que tienen ya muchas décadas en este mundo y que acaban de enfrentarse a una pérdida irreparable.

Hace menos de dos meses, dejó de existir Charlie Watts, el baterista que estuvo con el grupo prácticamente desde su inicio (es decir, a inicios de los ’60) y cuyo estilo simple y contundente era una parte esencial del sonido ‘stoniano’. Pero ya en agosto de este mismo año, la banda había decidido proseguir con la gira estadounidense que estaba planeada y había anunciado como reemplazante (entonces temporal) de Watts a Steve Jordan, un viejo conocido que ha tocado desde mediados de los ‘80 en un proyecto paralelo del guitarrista estrella de los Stones, Keith Richards.

Watts es irremplazable, y su desaparición es tan reciente que la banda ha decidido rendirle un pequeño tributo -con imágenes de archivo y de distintas épocas en las pantallas gigantes- durante cada parada del actual tour, titulado “No Filter”. Pero ha decidido también que la música debe seguir, y por fortuna para todos nosotros, lo que ofrece sigue siendo tremendamente emocionante e inspirador para cualquiera que aprecie el rock’n’roll y la música popular en general.

¿Estuvo un poco menos activo Mick Jagger en el tabladillo el pasado fin de semana que en ocasiones recientes? Puede ser. En julio, cumplió 78 años. Pero continúa moviéndose casi todo el tiempo, bailando y haciendo esos gestos legendarios que algunos de sus devotos imitan en la pista de baile, como notamos al salir momentáneamente de nuestros asientos (aunque estuvimos siempre parados) y circular por el área sin butacas del mismo piso.

El vocalista Mick Jagger en el mismo show.
(Ulises Alatriste)

Y, por supuesto, sigue cantando con el mismo timbre, intensidad y volumen de siempre, lo que no deja nunca de sorprender y produce la sensación de estar escuchando a la agrupación en los viejos tiempos. Tampoco ha abandonado el acertado uso de la armónica (presente esta vez en cortes como “Miss You” y “Midnight Rambler”) ni el de la guitarra acústica (que sacó a lucir durante “Wild Horses”), además de que no ha perdido un ápice de su capacidad de comunicación con la audiencia, a la que tuvo siempre entre sus manos.

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Como lo saben también quienes siguen a los Stones, Ron Wood, quien se sumó en 1975 como reemplazo del guitarrista Mick Taylor, es el encargado de casi todos los solos en las seis cuerdas, que sigue practicando de manera absolutamente convincente; pero Richards, quien ha compuesto casi todos los temas al lado de Jagger, resulta esencial en la parte rítmica, y sigue teniendo la oportunidad de cantar dos piezas (en este caso, fueron “Connection” y “Before they Make Me Run”) en cada show.

Jordan, que tiene una enorme responsabilidad sobre los hombros, hizo muy bien lo suyo, aunque no pudimos realmente notar si estaba tratando de modificar su estilo para no opacar el inimitable estilo de Watts. Como es habitual, los Stones tuvieron a varios otros invitados, entre los que destacó notoriamente la deslumbrante corista Sasha Allen, quien se colocó al frente con Jagger durante la interpretación de “Gimme Shelter” para dar cuenta de la grandeza de su voz.

En lo que respecta al repertorio, no hubo muchas sorpresas, con la excepción de las inclusiones de “All Down the Line” (una composición de 1972) y, en cierta medida, de “Wild Horses” (que fue el tema elegido de manera previa por los fans angelinos a través de una encuesta, y que es simplemente fabuloso).

Una toma general del escenario.
(Ulises Alatriste)

Fuera de ello, la lista de canciones estuvo exclusivamente compuesta por ‘hits’, lo que nos hizo extrañar la presencia de más cortes ‘oscuros’ pero nos expuso constantemente a algunos de los mejores himnos creados por el género guitarrero, con la curiosa excepción de “Brown Sugar”, que ha sido retirada de la gira sin mayores explicaciones, pero cuya ausencia puede deberse perfectamente a los cuestionamientos cada vez más fuertes que ha estado recibiendo debido al carácter supuestamente cuestionable de su letra.

De ese modo, además de lo ya citado, se escucharon “Beast of Burden”, “You Can’t Always Get What You Want”, “Start Me Up”, “Honky Tonk Women”, “Paint It Black”, “Sympathy for the Devil”, “Jumpin’ Jack Flash” y, claro, “(I Can’t Get No) Satisfaction” como cierre inevitable, a las que se agregó “Living in a Ghost Town”, la gran pieza nueva sobre la cuarentena debido a la pandemia del Covid-19 que lanzaron en abril del 2020 (y que algunos podrían considerar una sorpresa).

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Personalmente, disfrutamos mucho con “Midnight Rambler”, un tema rockerísimo que alcanzó sonoridades especialmente intensas al trasladarse a un largo ‘jamming’; con “Jumpin’ Jack Flasg”, que es simplemente una de nuestras canciones favoritas; y con “Sympathy for the Devil”, que además de encontrar a Jagger en uno de sus mejores frenesís vocales, vino de la mano de impresionantes proyecciones de fuego en unas pantallas gigantes que jugaron un papel destacado en la implementación de la impresionante puesta en escena.

Por ese mismo lado, los Stones optaron en más de un momento por una estética ochentera que se plasmaba en los colores de las luces empleadas y en sus propias vestimentas, sobre todo cuando lucieron camisas de satín con colores chillones. Hubiéramos preferido un ambiente mucho más de raíz y de tono setentero, pero nada de eso le quitó méritos a una presentación que, como se esperaba, fue ciertamente memorable.

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