Los lanzamientos de este fin de semana incluyen dos propuestas sumamente logradas del género de terror, una simpática comedia romántica que se podrá ver en casa y hasta dos películas extranjeras de primer nivel que pretendían competir por el Oscar.
HUESERA: THE BONE WOMAN
Directora: Michelle Garza Cervera
Reparto: Natalia Solián, Alfonso Dosal, Mercedes Hernández
Género: Terror
El cine de terror tiene no solo muchas vertientes, sino que es capaz de usar el género de los espantos para hablar de problemáticas reales que pueden ser tanto sociales y políticas como existenciales. Y cuando es reclamado por artistas cuyas voces no han sido tradicionalmente escuchadas, el interés se incrementa.
Eso es lo que sucede justamente con “Huesera” (que llega a Estados Unidos con el título agregado de “The Bone Woman”), una cinta mexicana que se estrena en salas selectas este viernes, que estará disponible en Video On Demand a partir del 16 de febrero y que, sin ser de factura completamente femenina, cuenta con una mujer como protagonista, una directora, una guionista, una productora y una directora de fotografía, lo que le otorga una sensibilidad muy particular.
La película recurre inicialmente a una metáfora que no es novedosa (el proceso de maternidad como una especie de maldición) y, por ese lado, podría remitir a más de una producción hollywoodense (el clásico “Rosemary’s Baby” es lo primero que se viene a la mente); pero el guion escrito por Michelle Garza Cervera (también directora) y Abia Castillo apela a una serie de circunstancias específicas y a unos giros ciertamente impredecibles con la finalidad de lograr una identidad propia.
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Valeria (magníficamente interpretada por la debutante Natalia Solián) es una joven mujer casada que ha logrado salir embarazada tras varios intentos fallidos y que se encuentra inicialmente sometida a unos dictámenes del patriarcado reforzados por las mujeres de su propia familia, en consonancia con los alcances reales de un machismo latinoamericano que no se limita a los hombres.
Sin embargo, Valeria va liberándose poco a poco de las ataduras, incluso en términos de identidad sexual, y los ‘flashbacks’ que la muestran como una punk rocker durante la adolescencia se combinan con su devoción actual por la Virgen de Guadalupe y sus intentos posteriores por liberarse de la maldición que la aqueja con la ayuda de unas curanderas.
Pese a que esta es su ópera prima, Garza Cervera tiene sin duda mucho que ver con el excelente desempeño de la actriz principal, y su claro dominio del lenguaje cinematográfico -sobre todo en lo que respecta a la composición de encuadres- le permite estremecer al espectador sin necesidad de apelar a recursos visuales extravagantes. Los efectos especiales, respaldados por impactantes golpes de sonido, no dejan nunca de sorprender.
SOMEBODY I USED TO KNOW
Director: Dave Franco
Reparto: Alison Brie, Jay Ellis y Kiersey Clemons
Género: Comedia romántica
La pareja de Hollywood conformada por Dave Franco y Alison Brie no comparte solo el amor, sino también los intereses artísticos, y al menos por el momento, está logrando incluso reforzar esta última faceta, porque, después de que la segunda se convirtió en protagonista de la ópera prima como director del primero, “The Rental” (2020) -un título de terror efectivo pero no sobresaliente-, ambos colaboran ahora como guionistas en el segundo largometraje en la silla de realizador del popular actor, “Somebody I Used to Know”, que tiene igualmente a Brie como figura estelar y que se podrá ver desde este viernes en Prime Video.
Tras pasar por el terror psicológico, Franco y Brie optan por abordar el género de las comedias románticas, pero desde una perspectiva mucho más realista, mucho más inclinada hacia la defensa de la mujer y, por suerte, mucho menos empalagosa. Eso no quiere decir que el asunto funcione del todo ni que estemos ante una obra memorable; pero el resultado general es sumamente satisfactorio, sobre para una producción que se estrena directamente en plataformas y que no luce como un telefilme.
Aquí, Ally (Brie) es una presentadora televisiva que, después de la cancelación del exitoso y polémico ‘reality show’ que dirige en Los Ángeles, decide regresar a su pueblo de origen, ubicado a las afueras de Washington. Una vez allí, se encuentra de pronto con Sean (Jay Ellis), el exnovio al que dejó hace cerca de una década tras recibir la oferta laboral que la colocó en la pantalla chica.
Como es de esperarse, la historia apuntará rápidamente al plano de los sentimientos amorosos, y tiene de hecho algunos momentos inverosímiles; pero el guion plantea varios giros interesantes que no revelaremos para no caer en ‘spoilers’, la encantadora Brie hace su trabajo de manera impecable, los trámites son siempre entretenidos y el humor funciona adecuadamente, más allá de un par de escenas que se refugian innecesariamente en la comedia grotesca.
THE BLUE CAFTAN
Directora: Maryam Touzani
Reparto: Lubna Azabal, Saleh Bakri, Ayoub Missioui
Género: Drama
No es un secreto para nadie que la vida de los integrantes de la comunidad LGBTQ en los territorios dominados por el Islam no es precisamente un lecho de rosas, y es por eso que llama tanto la atención encontrarse ante una película hecha en uno de esos países que se centra no solo de manera abierta en la temática, sino que se encuentra excelentemente realizada.
Para ser claros, en Marruecos, los actos sexuales o románticos entre personas del mismo sexo son ilegales y pueden conllevar condenas carcelarias, lo que produce sin duda alguna muchos casos similares al del protagonista de “The Blue Caftan” -que se estrena este viernes de manera limitada en Nueva York y Los Ángeles-, Halim (Saleh Bhakti), un reconocido sastre cuya incuestionable identidad gay se hace evidente durante las escenas que lo muestran buscando placer en recintos prohibidos, pero que está casado y se encuentra en el closet ante la vista pública.
Su estoico rechazo al auténtico llamado del corazón empieza a resquebrajarse tras la llegada a su taller de Youssef (Ayoub Missioui), un joven aprendiz que se muestra absolutamente fascinado con la maestría de su nuevo mentor en la elaboración de unas prendas de vestir que requieren de una meticulosa labor manual si se pretende que respondan a las costumbres ancestrales.
Esta obsesión por las formas tradicionales entra en contradicción con unos deseos íntimos que no pasan desapercibidos ante los ojos de Mina (Lubna Azabal), la esposa de Halim, quien establece inicialmente una relación tirante con Youssef pero que, a la vez, desea la felicidad de su martirizado marido, lo que la lleva a tomar decisiones inesperadas.
A pesar del inevitable tono de tristeza que se halla intrínsecamente atado a las penosas circunstancias reales en las que se inspira, la cinta, que se convirtió en la apuesta marroquí para la categoría de Mejor Película Internacional (llegó hasta la ‘shortlist’), ofrece una perspectiva novedosa del problema y no descarta la esperanza, lo que tiene que deberle mucho al hecho de que se encuentra dirigida y coescrita por Maryam Touzani (“Adam”), una mujer compasiva y solidaria con el sufrimiento ‘queer’ en el Medio Oriente.
Sin dejar de lado el uso de ciertas imágenes particularmente gráficas -sobre todo por el contexto en el que se desenvolvieron-, Touzani filma todo con una elegancia visual digna de admiración. El trabajo del reparto también es estupendo, y aunque la mayor parte de las escenas se rodaron en interiores, el proceso entero tuvo que ser arriesgado para cada uno de los involucrados.
GODLAND
Director: Hlynur Pálmason
Reparto: Elliott Crosset Hove, Ingvar Eggert Sigurðsson, Jacob Lohmann
Género: Drama de época
A primera vista, “Godland”, que se estrena este viernes en salas selectas -incluyendo al Laemmle Glendale y al Laemmle Monica Film Center el área de Los Ángeles-, puede parecer un relato heroico sobre un sacerdote abnegado que pone su vida en riesgo al viajar hacia un paraje remoto con la finalidad de construir allí una iglesia y difundir las enseñanzas de Dios.
Pero la apuesta de Dinamarca para la categoría de Mejor Película Internacional del Oscar está lejos, muy lejos de ser una de esas películas cristianas de mensaje supuestamente inspirador que llegan de vez en cuando a las salas, incluso cuando el inicio de su extenso metraje -dura 138 minutos- nos presenta justamente al personaje arriba descrito.
Este responde al nombre de Lucas (Elliott Crosset Hove), y es un cura luterano y danés de fines del siglo XIX que parece estar plenamente comprometido con su causa, por lo que acepta sin dudarlo la difícil misión que se le encomienda: recorrer a pie un largo trecho de Islandia -que en esos momentos era todavía colonia de Dinamarca- hasta llegar al lugar donde se edificará el centro religioso.
Sin embargo, lo que se va mostrando poco a poco no es solo el efecto anímico y físico que el largo y penoso viaje -acompañado por imágenes que destacan la profunda belleza del lugar- producirá en Lucas, sino también la revelación de que él mismo se encuentra lejos de ser un santo, porque se trata de una persona egoísta sin mayor empatía por quienes lo rodean.
Eso va de la mano con la interpretación del personaje por parte de Crosset Hove, quien construye a un individuo intencionalmente opaco y distante con el que no resulta fácil identificarse, a diferencia de los que sucede con los demás, incluyendo al rudo -pero definitivamente sensible- guía Ragnar (Ingvar Eggert Sigurðsson) y a la familia que acoge al sacerdote en su destino final.
Pese a que no analiza de manera directa los temas de fe, el filme parece decretar que no es suficiente ser un sacerdote para adjudicarse el título de “hombre de Dios”, mientras se pone definitivamente del lado de los lugareños para cuestionar junto a ellos las conductas del forastero.
Por otro lado, el director islandés Hlynur Pálmason (“A White, White Day”) opta por presentarnos todo lo que vemos a través del “formato académico” -que ofrece un imagen cuadrada-, probablemente para aludir de modo ingenioso la estrechez mental de Lucas y, de paso, a la pesada y lenta la cámara de fotos que el mismo protagonista lleva a todos lados con la finalidad de retratar a las personas de un país que no puede comprender.
DAUGHTER
Director: Corey Deshon
Reparto: Casper Van Dien, Ian Alexander, Elyse Dinh
Género: Terror
El cine independiente nos da sorpresas gratas en los momentos más inesperados, y esta semana, la prueba de ello no es solo el estreno de “Huesera” -que comentamos más arriba-, sino también el de “Daughter”, una impresionante producción estadounidense cargada de esa rareza que espanta a los espectadores adeptos al cine comercial y que deleita a los cinéfilos ansiosos por ver propuestas artísticas realmente inusuales, por más que están sean perturbadoras o generen incomodidad.
En ese sentido, y para llevar el asunto al presente, si ya fuiste a ver la “Infinity Fool” de Brandon Cronenberg y no saliste corriendo de la sala, es probable que estés capacitado para ver “Daughter”, otra cinta implacable que apela a situaciones extremas para hacer feroces comentarios sobre la sociedad actual, llevándonos en este caso al interior de un hogar que luce ciertamente atípico desde el comienzo y que va revelando aristas incluso más siniestras mientras se desarrolla la historia.
En medio de su tono ominoso, reforzado por el uso del formato de 16mm para su filmación, la película plantea ideas vinculadas a la religiosidad extrema y al patriarcado al colocar al frente a “Padre” (Casper Van Dien), una suerte de pastor radical que tiene bajo su control a “Hijo” (Ian Alexander) y a “Madre” (Elyse Dinh), y que acaba de secuestrar a una joven inocente (interpretada por Vivien Ngô) para que esta se convierta en su “Hija”.
Aunque la violencia llegará eventualmente, esto no es ni por asomo una muestra de “torture porn”, sino un filme de terror psicológico complejo e intenso que se desarrolla prácticamente en interiores y en el que, curiosamente, hay dos personajes de ascendencia vietnamita que usan frecuentemente el idioma de sus antepasados. De manera igualmente inesperada, Van Dien -quien se ha especializado últimamente en títulos de escaso valor cinematográfico que se estrenan muchas veces de manera directa en la pantalla chica- ofrece una actuación formidable.
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