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Rubén Blades combinó salsa, jazz y propuesta social durante su regreso a L.A.

Rubén Blades durante su actuación en el Hollywood Bowl, el 11 de agosto de 2023.
Rubén Blades durante su actuación en el Hollywood Bowl, el 11 de agosto de 2023.
(Ringo Chiu/Para Los Angeles Times en Español)
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Con casi medio siglo de trayectoria y un arsenal de composiciones que se encuentra entre lo más destacado de la música latina de todos los tiempos, Rubén Blades es una figura a la que no se puede pasar por alto. Y aunque ha ocupado varias veces la tarima del Hollywood Bowl en los últimos años, poder verlo sobre ella en cualquier ocasión es un auténtico privilegio.

Se trata, además, de un privilegio que no hay que desaprovechar, porque, al igual que los fundadores de la salsa que se encuentran todavía vivos y activos, el artista panameño que vivió durante siete años en nuestra ciudad llegó ya a esa edad en la que la posibilidad de tenerlo al mando de grandes espectáculos por mucho más tiempo se hace cada vez menos segura.

Claro que, por el momento, el caballero no ha dado muestras visibles de agotamiento, porque algunas de sus presentaciones recientes en diferentes partes del mundo han alcanzado las tres horas, como pasó hace poco en Santiago de Chile, Buenos Aires y Bogotá.

No sucedió lo mismo el viemes pasado en el Bowl, que tiene un horario estricto de cierre pero que, en contraparte, es un auditorio inmenso al aire libre que se muestra ideal para escuchar música en vivo durante la temporada de verano, pese a que la disposición de bancas y de cajas para cuatro personas a lo largo y ancho del lugar no resulta ni por asomo favorable para los bailes que exige el género afroantillano.

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Christina Aguilera, Marc Anthony, Carlos Vives, Vicentico, Diego Torres, Ángela Aguilar y Flor de Toloache fueron algunas de las celebridades que cantaron en la ceremonia para honrar la trayectoria del salsero panameño y su lucha por la justicia social

Pero lo cierto es que una simple mirada alrededor del lugar donde nos encontrábamos sentados, ya bien entrado el concierto, nos permitió comprobar que casi nadie se había animado a ponerse de pie para entregarse al movimiento, lo que tenía que ver sin duda con el diseño del local y con el hecho de que muchos de los asistentes eran personas mayores de aspecto anglosajón que no estaban demasiado familiarizadas con la música del anfitrión de la noche o que, simplemente, no sabían bailar salsa.

Para ser justos, Blades no es estrictamente un salsero, o al menos, no es un salsero convencional. De hecho, la agrupación que lo acompañó este fin de semana en Hollywood, y con la que ha estado colaborando desde 1996, fue la que grabó a su lado “SALSWING!”, la placa de 2021 que le dio el Latin Grammy al Álbum del Año y el Grammy al Mejor Álbum Tropical Latino, y que incluía entre sus surcos algunos estándares de jazz en versiones apegadas a sus raíces.

Este lado particularmente sotisticado se manifestó hacia la mitad del show de dos horas, que el artista quería hacer mucho más largo -se lamentó varias veces por la supuesta brevedad de su set- pero que, debido a las restricciones de la zona, debía terminarse a las 10 de la noche.

En ese momento, Blades adoptó su mejor pose de ‘crooner’ para asumir un formato de ‘big band’ que le permitió entonar piezas como “Ya no me duele” y “The Way You Look Tonight”, la composición de Jerome Kern que es recordada básicamente por la versión de Frank Sinatra, pero que fue originalmente cantada por Fred Astaire.

La orquesta de Roberto Delgado estuvo al lado del artista.
(Ringo Chiu/Para Los Angeles Times en Español)

No lo hizo nada mal, y despertó de hecho con ello a los anglosajones que no se habían entusiasmado demasiado con sus arranques tropicales, aunque empleó para hacerlo minutos preciosos que podrían haberse invertido en clásicos de la talla de “El padre Antonio y el monaguillo Andrés” y “Desapariciones”, un tema soberbio sobre los crímenes de las dictaduras latinoamericanas que, sin embargo, no hemos encontrado en los listados de canciones de los conciertos recientes.

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Por suerte, en medio de las omisiones, esta clase de piezas se hicieron presentes, e incluyeron una visita interesante a terrenos más o menos recientes, como fue el caso de “Las calles” -un inspirado son montuno procedente del álbum “Cantares del subdesarrollo” (2009)-, pero se extendieron a distintas épocas, como sucedió con “Ojos de perro azul” -un contundente tema de medio tiempos lanzado a mediados de los ‘80-, “Cuentas del alma” -una emotiva salsa igualmente ochentera, con arreglos progresivos y un marcado sonido de sintetizadores- y la infaltable “Decisiones” -otra pieza de la misma década, con un estilo plenamente festivo pero una letra enfocada en las desventuras de tres personajes muy distintos-.

A fines de los ‘70 e inicios de los ‘80, Blades tuvo la colaboración más celebrada y fructífera de su carrera, al lado del eminente trombonista y compositor Willie Colón, considerado con justicia uno de los fundadores de la salsa. Tras una serie de desacuerdos de trabajo que llegaron a la corte, y que se iniciaron en 2007, los dos titanes del género se distanciaron, y no han vuelto a compartir un escenario.

Sin embargo, la velada aquí comentada no dejó de lado lo que construyeron juntos, al darle cabida a “Plástico”, la animadísima oda contra la frivolidad que abrió prácticamente la noche -y que, de manera increíble, no desató ni siquiera un intento de baile-; a “María Lionza” -que tuvo osadas intervenciones de la cumbia- y, por supuesto, a “Pedro Navaja”, el éxito mayor de Blades -que, como era de esperarse, se escuchó al final, cuando la danza se había desatado ya por todos lados-.

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Tampoco faltó, por fortuna, “El cantante”, uno de los himnos incuestionables de la salsa, plasmado en una composición de su autoría que fue inmortalizada por el boricua Héctor Lavoe, vocalista por excelencia del género y primer colaborador esencial de Colón. Sin llegar a la excelencia de Lavoe, que sigue siendo irremplazable, el panameño tuvo una interpretación absolutamente convincente.

Cualquiera que esté mínimamente familiarizado con Blades sabrá que, además de ser músico, este artista se ha encontrado siempre vinculado a la política de tinte progresista, incluso de manera activa.

Aunque sus intentos por ganar las elecciones presidenciales de su país en 1994 se quedaron cortos, una década después, el también abogado ocupó el cargo de Ministro de Turismo durante el gobierno de Martín Torrijos, un político de centroizquierda.

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Esta pasión profunda por las causas sociales se mostró ampliamente en unas letras que se escucharon con claridad completa en el Bowl, y cuya comprensión resulta esencial para entender la magnitud creativa de este artista. “Plástico”, por ejemplo, cuestiona a las personas superficiales y celebra a los trabajadores latinoamericanos; “Las calles” describe la compleja realidad de los barrios panameños; “Cuentas del alma” es un tributo a la madre del autor, sumergida en la tristeza tras la partida de su esposo; y “Pedro Navaja” narra la muerte de un criminal latino en las calles más peligrosas de Nueva York.

El cantante se mostró animado y enérgico.
(Ringo Chiu/Para Los Angeles Times en Español)

Más allá de la pertinencia y de la diversidad de su repertorio, Blades demostró franca y directamente que sus 72 años no son obstáculo alguno para el mantenimiento de una calidad vocal que no mostró fisura alguna, que le permitió alcanzar siempre las notas altas que se requerían y que se prestó sin problemas para los complejos desafíos del soneo, esa improvisación vocal que, de estar bien realizada, corona con certeza las melodías ya conocidas de cualquier pieza.

Y eso no fue lo único: sin mostrarse como un danzarín incansable -nunca lo ha sido-, el cantautor hizo gala de elegantes posturas cuando era necesario, y bailó en ciertos momentos con una soltura propia de personas mucho más jóvenes mientras tocaba las maracas. Tampoco dejó de manifestar su apoyo a la huelga de intérpretes de cine y televisión en Estados Unidos, porque él mismo forma parte del Sindicato de Actores de Hollywood y ha participado en cerca de cuarenta producciones tanto para la pantalla grande como para la chica.

Por su lado, la orquesta de Delgado gozó de un sonido impecable, lo que no se encontraba garantizado en vista de que estamos hablando de un auditorio al aire libre. Cada instrumento se escuchaba perfectamente, y todos los intérpretes demostraron ser de primer nivel.

Más allá de su dominio técnico, no hay que dejar de lado su increíble versatilidad. Como lo dijo Blades en el tabladillo, se trata de una agrupación con la que le encanta tocar debido a que sus integrantes son capaces de interpretar cualquier género musical que se les ponga por delante, lo que le permite ofrecer conciertos sumamente variados.

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