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Luis Miguel conquistó Ontario sin necesidad de ofrecer un gran despliegue vocal

El cantante mexicano Luis Miguel durante su presentación en la Toyota Arena de Ontario, California, el 26 de abril del 2024.
El cantante mexicano Luis Miguel durante su presentación en la Toyota Arena de Ontario, California, el 26 de abril del 2024.
(Raul Roa/Los Angeles Times en Español)
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No todo el mundo puede darse el lujo de realizar una gira mundial de proporciones épicas sin tener un álbum nuevo en el mercado. En el caso de este artista, la producción discográfica más reciente, “¡México por siempre!”, se lanzó en el 2017.

Eso no ha impedido que Luis Miguel haya emprendido una gira indudablemente exitosa, con llenos totales en diversas plazas, y que esta vaya a extenderse al menos hasta el mes de noviembre, pese a haberse iniciado en agosto del 2023. Esta circunstancia le ha permitido regresar a ciudades ya visitadas y actuar en muchas de ellas en varias ocasiones, como ha sido el caso de Los Ángeles, que lo tuvo por partida doble en la Crypto.com Arena, el 16 y el 17 de este mes.

En realidad, California ha sido un territorio privilegiado para los seguidores del cantante mexicano nacido de manera circunstancial en Puerto Rico, porque, solo en este año, él mismo se ha presentado en ocho tarimas locales, contando la de la Toyota Arena de Ontario, que le cedió sus instalaciones el pasado 26 de abril para convertirse de ese modo en motivo de la presente reseña.

Sucede que, a sus 54 años, cumplidos hace poco más de una semana, “El Sol de México” se encuentra en una de esas posiciones de excepción que favorecen a los artistas de fama internacional que pueden convencer a su público apelando únicamente a un repertorio compuesto por éxitos del pasado.

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El ídolo de multitudes demostró que sigue siendo el favorito de muchos en su llegada a Anaheim

En buen estado

Su vigencia tampoco se ha visto perjudicada por la existencia de una serie televisiva protagonizada por Diego Boneta que se exhibió originalmente entre el 2018 y el 2021, pero que se puede encontrar todavía -al menos en Estados Unidos- como parte del servicio de ‘streaming’ de Netflix.

Sin embargo, para mantenerse en los escenarios internacionales, hay que tener muchos ‘hits’ a la mano y haber llegado con decoro hasta la época actual, es decir, en un estado que permita sacar el concierto adelante.

Cualquier latino que no viva con la cabeza enterrada en el suelo sabe bien que a este hombre no le faltan los temas musicales memorables, porque estos han sido difundidos con generosidad en las radios y las televisoras de toda Latinoamérica. El simple hecho de presentar en vivo un gran número de canciones que la gente se sabe literalmente de memoria garantiza la asistencia masiva.

En el plano físico, Luis Miguel no podría estar mejor. Pese a que la juventud lo encontró convertido en un ‘sex symbol’ incuestionable, el paso de los años lo llevó a acumular unos kilos que, a partir de ahí, fueron difíciles de perder, por lo que la apariencia espigada y juvenil con la que reapareció a mediados del 2022 fue tan impresionante que muchos empezaron a insinuar la posibilidad de que la persona que daba finalmente la cara tras un largo periodo de alejamiento no fuera él, sino un doble (algo que, evidentemente, es una reverenda estupidez).

De ese modo, el Luismi que vimos este fin de semana (porque era definitivamente Luismi) se veía mucho más dinámico y enérgico que el que hemos visto en giras anteriores, y se mostraba como dueño de una seguridad para el movimiento que hizo más convincentes que nunca sus quiebres de cadera, sus escenas de baile con la sección de vientos adelantada y esas pataditas al aire que tienen algo de artes marciales. Hasta el traje con saco y corbata que llevó casi todo el tiempo lucía mejor, ajustado a su cuerpo pero dando a la vez cuenta de un meticuloso trabajo de sastrería que revelaba su elasticidad.

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Más encanto que canto

El problema va por otro lado. Fuera de la efectividad de su puesta en escena, de su atractivo físico y de su carisma, Luis Miguel se hizo famoso por el virtuosismo de su canto, tan potente como melódico, tan sublime como expresivo. En su caso, es particularmente importante que la interpretación esté a la altura de las expectativas, algo que se cumplió a cabalidad durante el show del Hollywood Bowl de mayo del 2018 que reseñamos en su momento. Esa noche, “El Sol” sonó como en los discos. Es decir, como los dioses.

Cuando la garganta del protagonista de esta nota se encuentra en su mejor nivel, los resultados son memorables. Cuando no, no tanto. En la Toyota Arena, el asunto se orientó más bien hacia lo segundo, con un artista que bajaba constantemente el tono de las notas, cortaba los fraseos para evitar las prolongaciones y dejaba simplemente de cantar en varias -demasiadas- ocasiones para dejar que el público -feliz, ruidoso y enardecido- lo hiciera en su lugar, mientras insistía en mantener el micrófono considerablemente alejado de sus labios, es decir, una estrategia que le conviene únicamente a quienes conservan intacto el poderío vocal. El hijo de Luisito y Marcella podrá ser muchas cosas, pero no es un ‘crooner’, pese a haber colaborado con Frank Sinatra.

Ante una circunstancia así, es fácil decir que el artista “ya no tiene voz”. Pero las cosas no son tan simples con Luis Miguel (nunca lo han sido). A estas alturas del tour, nuestro amigo ha ofrecido más de 100 conciertos, muchos de ellos en fechas consecutivas, con un único descanso de dos semanas que se produjo durante el cambio de calendario. Hace algunos meses, se vio afectado por una faringitis que perjudicó varias de sus presentaciones. Bajo esas condiciones, resulta irracional pedirle que ofrezca sin cesar interpretaciones impecables.

La segunda temporada de “Luis Miguel- La Serie”, que se estrena en Netflix este 18 de abril, viene cargada de una gran intensidad dramática, con un protagonista profundamente marcado por conflictos externos e internos, a veces muy descontrolado y considerablemente más soberbio que el que vimos en los episodios anteriores.

¿Tenía Luis Miguel las cuerdas vocales particularmente agotadas en Ontario? ¿Decidió de antemano cuidarse en vista de que debe ofrecer al menos 70 presentaciones más en lo que queda del 2024, y tomando en cuenta que esta no era una plaza demasiado visible?

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No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que no pudimos apreciarlo en su máximo esplendor, lo que fue particularmente doloroso en los momentos que más esperábamos, es decir, los de los coros explosivos de sus emblemáticas baladas. Para ser justos, hubo otros momentos -no pocos- en los que se le escuchó estupendamente, reproduciendo el tono agudo de costumbre y conservando ese ‘vibrato’ que no logra ser mantenido por los cantantes que tienen la garganta irremediablemente dañada.

Otro momento de la fecha californiana.
Otro momento de la fecha californiana.
(Raul Roa/Los Angeles Times en Español)

El repertorio

Por supuesto, estamos ante un vocalista de gran técnica que planifica todo de manera cuidadosa y que sabe disimular sus carencias, lo que hace que ninguno de sus shows resulte una completa decepción. Además, fuera del soporte que pueda darle la audiencia, no hay que olvidarse nunca de quienes se encuentran a su lado sobre el tabladillo, en este caso, un grupo de más de 10 personas (entre encargados de la sección de vientos, las percusiones, los teclados, la guitarra eléctrica, el bajo y los coros) que hizo de manera completamente profesional lo que le correspondía.

Hubo más por el lado instrumental, gracias a la ya habitual participación del legendario Mariachi Vargas de Tecalitlán, que apareció en el tabladillo para ofrecer primero a solas “La fiesta del mariachi” y que, después de eso, ya con el astro en el micrófono, tocó dos temas adicionales (“La bikina” y “La media vuelta”) para dar cuenta de ese interés por el folklore mexicano que Luis Miguel ha hecho evidente a través de dos álbumes: el citado “¡México por siempre!” y el más antiguo “México en la piel” (2004).

La presente gira, que no tiene un nombre específico (bueno, esta parte se llama supuestamente “Tour 2024”), ha estado recurriendo a una lista de canciones prácticamente inamovible, por lo que, en el plano musical, lo que se escuchó en la Toyota Arena no ofreció novedades. Consistió, por lo tanto, en una sesión de ‘hits’ compuesta por interpretaciones de pop bailable, baladas, boleros y piezas mexicanas tradicionales.

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El férreo mantenimiento de este molde podría decepcionar a quienes esperen sorpresas, sobre todo en el caso de los fanáticos que deciden asistir a diferentes shows del mismo cantante. Pero es una estrategia habitual en artistas de este nivel que se embarcan en recorridos particularmente extensos y exigentes, donde muchas de las fechas se dan de manera continua.

Fiesta de éxitos

Tomando en cuenta el abultado repertorio que posee, Luis Miguel ha venido brindando desde hace tiempo diversas sesiones de popurrís que, en la presente gira, han incluido un segmento de boleros (con la incorporación de “Solamente una vez”, “Somos novios” y “Nosotros”, entre otros), dos de pop rítmico (donde figuran “Un hombre busca una mujer”, “Cuestión de piel” y “La chica del bikini azul” y “Cuando calienta el sol”) y dos de baladas (en el que aparecen “Fría como el viento”, “Entrégate”, “Palabra de honor” y “La incondicional”).

Los que quieran escuchar alguna de esas canciones en su totalidad no se encontrarán satisfechos con la decisión; pero esta sirve evidentemente para tratar de complacer a todos por igual, y le dan de paso un dinamica incuestionable al show, que incluyó también duetos virtuales con los fallecidos Michael Jackson (durante la interpretación de “Smile”, un tema original de Charles Chaplin) y Sinatra (mientras se escuchaban los acordes de “Come Fly with Me”). Musicalmente, lo más sobresaliente en este segmento fue el vibrante final de ‘big band’ que el grupo insertó en la segunda pieza.

Tampoco faltaron las rendiciones individuales -y esta vez completas- de temas como “Será que no me amas” (original de The Jacksons), “Culpable o no”, “Hasta que me olvides” y “Te propongo esta noche”, presentados casi todos al inicio de un show que, en medio de lo señalado, no dejó de causar entusiasmo entre los asistentes de diferentes generaciones que llenaron el auditorio.

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Ante nuestra vista y nuestros oídos, estos manifestaron constantemente la felicidad que les producía poder compartir el mismo recinto con su amado Luis Miguel, un artista con más de cuatro décadas de carrera que parece encontrarse más allá del bien y del mal.

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