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Sylvia Falcón y Afro Peruvian Jazz Orchestra adelantan la celebración de la Independencia Peruana

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Sylvia Falcón durante su presentación del 16 de julio del 2024 en el Teatro Wilshire Ebell de Beverly Hills, organizado por el Consulado General del Perú en Los Ángeles.
(@studio.onak)
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Sin llegar ni por asomo a las cifras correspondientes a la población de inmigrantes mexicanos establecida en esta parte del mundo, la comunidad peruana cuenta con una presencia cada vez más importante en el Sur de California, lo que ha incrementado en los últimos años el interés en la realización de eventos culturales que se encuentren protagonizados por personas vinculadas a la nación andina.

Esto se hace particularmente evidente en los días finales de cada mes de julio, debido a que la fecha destinada para la celebración de la independencia peruana es el 28. Este año, la jornada coincide con el término del fin de semana, cuando se llevarán a cabo varios festivales y conciertos que describiremos en otra nota; pero, al menos en esta ciudad, la fiesta empezó de manera anticipada para los descendientes de los incas debido a la presentación de un concierto de alto vuelo -y de justa recordación- que fue organizado por el Consulado de Perú en Los Ángeles.

El show gratuito, que se llevó a cabo el 16 de julio en el Teatro Wilshire Ebell de Beverly Hills, tuvo como acto principal a Afro Peruvian Jazz Orchestra, un conjunto fundado por dos inmigrantes peruanos y formado por instrumentistas tanto peruanos como anglosajones, cuyo primer álbum, “Tradiciones” (2020), fue nominado al Grammy y ganó un Latin Grammy en la categoría de Mejor Arreglo.

En la tarima del Ebell, la distintiva ‘big band’ desempeñó una labor sobresaliente; pero el momento más espectacular de la velada fue sin duda el que encontró al grupo angelino colaborando en vivo con Sylvia Falcón, una cantante peruana de ascendencia andina que sigue radicada en Perú y cuya celebrada carrera discográfica se ha visto enaltecida por las enormes virtudes de su voz, capaz de alcanzar las notas aparentemente imposibles que lograba imponer su legendaria compatriota Yma Sumac.

De hecho, la colaboración citada consistió en la presentación de “Taki Rari”, “Indian Carnival” y “Gopher Mambo”, tres temas procedentes de “Mambo” (1955), la producción discográfica más célebre de la estrella desaparecida, que fueron cantados por Falcón con impresionante fidelidad y ejecutados de manera impecable en el plano musical gracias a la misma orquesta.

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La sorpresa ante la maravillosa actuación de Falcón, que incluyó también un popurrí de valses del renombrado compositor José Escajadillo que nos puso la carne de gallina y la interpretación del himno nacional peruano en quechua, se incrementó debido a que esta era la primera vez que la soprano -quien lució unos trajes formidables- se subía a un escenario angelino, aunque había estado anteriormente por aquí para grabar justamente una nueva versión del disco “Mambo!” cuya fecha de salida es todavía incierta.

Estas no son las únicas ocasiones que han tenido a Falcón en California, porque, entre el 2008 y el 2009, ella permaneció durante varios meses en la ciudad de Carmel, más precisamente, en el estudio de David Gordon, un maestro de canto estadounidense.

“Yo acababa de terminar la carrera de Antropología y me puse a buscar clases de música por internet”, nos dijo la vocalista, quien cursó los estudios académicos a los que se refiere en la Universidad de San Marcos. “Fue allí donde encontré a este tenor, que tenía predilección por la música country y que me pareció el más apropiado para mi, porque yo venía de la música vernacular y no quería a alguien muy acartonado dentro de la música clásica”.

La cantante peruana en otro momento de su presentación.
(@studio.onak)

Más allá de estas lecciones, Falcón no tuvo una educación vocal de conservatorio y aprendió lo que sabe hacer a punta de práctica, ya que, inicialmente, no lograba llegar a las notas a las que llega ahora. “Es importante nacer con el talento necesario, pero es también importante el modo en que lo desarrollas, siendo disciplinado y tratando siempre de superar los límites para llevar tu voz a lugares insospechados”, precisó la artista.

Pese a que la mayor parte de sus álbumes -tiene seis hasta la fecha- corresponden al ámbito de la música andina, Falcón ha probado suerte en diferentes géneros. De hecho, antes de convertirse en solista, formó parte de Brumalia, una banda de rock gótico que llegó a grabar varias canciones.

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“A mí me fascinan la música y todas las facetas de la voz humana, por lo que siempre apunto hacia los géneros que más exigen al cantante”, retomó la intérprete. “Brumalia mezclaba sonoridades súper etéreas con voces súper agudas, y esa propuesta me encantó”.

En ese sentido, las influencias artísticas de nuestra entrevistada son sumamente eclécticas, ya que incluyen tanto a intérpretes andinas como La Pastorcita Huaracina, La Calandria del Sur, Nelly Munguia y Flor Pucarina como a la estrella afroamericana del pop Whitney Houston, la mezzosoprano italiana Cecilia Bartoli y la soprano española Montserrat Caballé.

Pero no vayan a confundirse: sus interpretaciones folklóricas, que son entonadas muchas veces en quechua -un idioma que conoce pero que no domina-, son absolutamente satisfactorias y auténticas, y coexisten sin problemas con aventuras musicales mucho más osadas, como es el caso de Punku, el proyecto electrónico que desarrolló al lado de Grimaldo del Solar, quien se encarga de los ‘beats’ por computadora de Novalima.

Hay tres eventos en el Sur de California para recordar a la emblemática Yma Sumac

“Afortunadamente, los puristas nunca se han metido conmigo”, aseguró Falcón. “Creo que eso se debe a que, desde el inicio de mi carrera, he demostrado un respeto profundo por nuestra música, que escucho cada vez que voy al pueblo de mi papá, ubicado en la provincia de Pauca del Sara Sar, al sur de la ciudad de Ayacucho”.

A diferencia de los artistas que rechazan las tradiciones familiares en la niñez y que empiezan a apreciarlas una vez que crecen, nuestra interlocutora sintió siempre orgullo de sus raíces. “Yo cantaba huaynos desde chiquita”, aseveró ella.“Defendía el hecho de que mis padres fueran serranos y me dio mucha fuerza descubrir que mis dos abuelas cantaban. De hecho, mi primer disco incluye varias de las canciones que interpretaban”.

En el escenario del Ebell, Falcón dio un sentido discurso en el que pidió a cada peruano presente que diera lo mejor de sí para dejar en alto el nombre de su patria y demostrar que la honestidad es un bien irrenunciable, en momentos en que la situación en su país se ve comprometida por los niveles de corrupción que se viven en todas las instancias y por una inestabilidad política que ha despertado cuestionamientos internacionales.

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“Somos una maravilla, porque no se puede entender que sobrevivamos de esa manera”, reconoció la cantante. “El aparato cultural y educativo es muy débil, y existen muchos prejuicios y mucha ignorancia. La educación está muy desmejorada. No hay un arreglo inmediato, y es por eso que hay que trabajar, estudiar y generar conciencia”.

“Los artistas no tenemos un cargo político, y a veces, si nos metemos en esos temas, terminamos exacerbando las diferencias”, reflexionó. ”Lo que yo siempre digo es que hay construir con el oficio que uno desempeña, para poder tocar una fibra en los demás y demostrarles que se puede hacer algo positivo por el país”.

Una orquesta distinta

Antes de que Falcón se subiera a la tarima del Ebell, Afro-Peruvian Jazz Orchestra había ofrecido ya una extensa sesión por la que desfilaron temas emblemáticos de la música peruana como “Ritmo, color y sabor”, “Fina estampa” y “La flor de la canela”; y después de la intervención de la soprano, el mismo conjunto arremetió con otras piezas -algunas de autoría propia, como “El Talara”- que fueron acompañadas por enérgicas intervenciones de baile.

Pero la manera en que estas composiciones fueron presentadas no era la habitual, porque, como su nombre lo indica, el grupo completamente independiente de 20 instrumentistas, fundado y radicado en la ciudad de Los Angeles, se inclina por el jazz, lo que quiere decir que interpreta las canciones en versiones cargadas de arreglos complejos y originales.

El jazz afroperuano no es algo nuevo. Ha sido practicado en Lima al menos desde los ‘70, cuando el guitarrista Richie Zellon usó por primera vez el término. En los últimos años, el Sexteto de Gabriel Alegría lo ha difundido también a nivel internacional. Pero Afro Peruvian Jazz Orchestra lo ha llevado a otro nivel al ejecutarlo en el ambicioso formato de la ‘big band’, con lo que logra darle una potencia inaudita y un carácter específico.

El alma detrás del combo radica en el dúo conformado por Aníbal Seminario y Lorenzo Ferrero, dos inmigrantes peruanos que se conocieron cuando eran niños y militaban en la Sinfónica Infantil de Lima, donde tocaban el clarinete. Muchos años después, los dos se reencontraron en el Sur de California, lugar al que llegaron por razones similares.

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Lorenzo Ferrero en el escenario del Ebell.

Tras dejar ese conjunto de carácter clásico y seguir sus propios caminos, ambos desarrollaron por cuenta propia el interés en el jazz que llevaban dentro. Ferrero se colgó el saxofón y se fue a estudiar a la prestigiosa Escuela de Música de Berklee, en Boston, donde se especializó en composición y arreglos, mientras que Seminario, respaldado por su padre -que vivía en Estados Unidos-, logró acceder a la ciudadanía de este país, lo que le permitió obtener el bachillerato y la maestría en estudios de jazz dentro de la Universidad Cal State de Long Beach.

La oportunidad de irse de gira a Europa con otros músicos hizo que Ferrero pasara un año en Viena, pero luego de eso, decidió probar suerte en L.A., motivado por el interés que tenía en la composición de bandas sonoras para el cine y la televisión. Seminario también había viajado como parte del grupo de Googoosh, una legendaria cantante iraní para la que tocaba la flauta. En el 2014, los viejos amigos volvieron a verse las caras.

“Justo en ese momento, nos comisionaron piezas de ‘big band’ con arreglos peruanos, y esa fue la raíz de lo que vino a ser el disco ‘Tradiciones’”, recordó Seminario. “Empezamos a hacerlas con la orquesta que yo tenía en la universidad”.

“Cuando empezamos a emplear estos hermosos ritmos peruanos, nos reconectamos con nuestra cultura, porque habíamos estado demasiado pegados al jazz de corte tradicional”, añadió Ferrero.

Aunque el corazón de la orquesta sigue siendo el mismo, la agrupación ha atravesado algunos cambios en sus seis años de existencia, destinados sobre todo a sumar a músicos peruanos en la sección rítmica, que es la más difícil de reproducir para un instrumentista ajeno a esa cultura.

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De ese modo, en el Ebell, la banda incluyó a Gian Luiggi Cortez en las congas, Diana Soto en el cajón, Osmar Okuma en el bajo y Javier Barrera en las percusiones menores y en la danza afroperuana. “Pero es importante recordar que esta es una agrupación de Los Ángeles conformada en un 90 por ciento de personal anglosajón, y que hemos tenido que enseñarles a todos ellos a tocar una música que desconocían inicialmente por completo”, precisó Seminario.

“Gracias a esta fusión, nos estamos acercando a personas que no escucharían tan fácilmente algo afroperuano, pero que al apreciarlo combinado con el swing de la ‘big band’, se quedan gratamente sorprendidos”, agregó Ferrero. “Nuestros propios músicos se quedan siempre emocionados con las posibilidades que les ofrece lo que hacemos”.

Esto no quiere decir que todo haya sido placentero. Los planes promocionales de “Tradiciones” se vieron seriamente perjudicados por la pandemia del Covid-19, y en más de una ocasión, Seminario ha recibido mensajes en los que se cuestiona la manera en que suenan algunos instrumentos dentro de la agrupación por no responder exactamente a las normas tradicionales.

“Estamos tratando de demostrar que el jazz latino puede no ser solo afrocubano, pese a que es cierto que artistas como Chucho Valdés e Irakere lograron trascender mundialmente por meterse justamente en las fusiones”, señaló el mismo saxofonista. “Perú está lleno de talentos increíbles, pero no se les da el respeto que merecen. Si es así, ¿cómo esperamos salir adelante internacionalmente?”

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