Como ocurre con la mayoría de los países latinoamericanos, Perú no cuenta con una industria cinematográfica realmente sólida debido sobre todo a carencias económicas y a la falta de interés que han demostrado las autoridades para respaldar a los proyectos de índole creativa que surgen por allá.
Esto ha hecho que las compañías productoras se inclinen hacia la realización de películas comerciales exentas de valores artísticos y centradas en historias intrascendentes que se desarrollan en la capital, lo que no quiere decir que, en sus más de un cien años de existencia, el séptimo arte proveniente de la nación andina no haya sido capaz de ofrecernos propuestas sobresalientes.
Sin embargo, el momento realmente decisivo en lo que se refiere a la diversidad de contenidos se produjo recientemente, con el advenimiento de una serie cada vez más creciente de producciones independientes que han sido filmadas en otras regiones y que han sido además dirigidas y escritas por cineastas originarios de esos lugares.
Inicialmente, la falta de recursos y el carácter empírico de los realizadores dio como resultado que muchas de estas obras carecieran de un nivel técnico adecuado para su proyección en salas comerciales; pero eso ha ido cambiando con el paso del tiempo, hasta llegar a un momento en que el cine regional (como se le suele llamar) destaca no solo por la originalidad de los relatos que cuenta, sino también por sus aportes estéticos y sociales.
Uno de los mejores ejemplos de los últimos tiempos es sin duda “Yana-Wara”, el excelente largometraje que tuve la oportunidad de ver durante mi última visita a Lima (ciudad en la que nací), y que se proyectará por única vez en Los Ángeles el 23 de noviembre, con la finalidad de promover las cualidades de una producción que ha sido elegida por la nación inca para representarla tanto en la próxima ceremonia del Oscar -donde busca alcanzar una posición dentro de los títulos nominados en la categoría de Mejor Película Internacional- como en los Premios Goya -donde busca ser incluida en el apartado de Mejor Película Iberoamericana-.
Ferozmente alejada de los aires concesivos y de la comedia barata que se entrometen constantemente en los títulos más taquilleros que se exhiben en Perú, “Yana-Wara” es una cinta dura y sobrecogedora, pero de todos modos hermosa, que recrea las vivencias de una niña huérfana del altiplano (brillantemente interpretada por la no actriz Luz Diana Mamami) que empieza a tener alucinaciones tras ser víctima de abusos.
Al hacerlo, se conecta directamente con una triste realidad que ocupó casi de manera simultánea a su estreno los titulares de los periódicos locales: los abusos sexuales cometidos por maestros de escuela contra sus alumnas, e ignorados o minimizados por los padres de familia en estas zonas rurales tan clamorosamente desatendidas por los gobiernos centrales.
El alejamiento del ‘mainstream’ que plantea la cinta rodada enteramente en Conduriri, El Collao, se traduce no solo en el ritmo sosegado que maneja -acorde con el estilo de vida de los andes- y con su falta absoluta de banda sonora -lo que potencia los sonidos naturales del entorno-, sino también en el hecho de que se trata de un trabajo en blanco y negro donde todos los diálogos se encuentran en aymara, uno de los idiomas empleados por los pobladores de la Cordillera de los Andes. Nada de esto es un capricho, sino que se convierte en una suerte de estrategia hiperrealista destinada a colocarnos en medio de la comunidad representada.
Lamentablemente, el buen momento internacional que viene atravesando la película no podrá ser disfrutado por el director original de la misma, el puneño Óscar Catacora, quien empezó a hacer cine experimental siendo un adolescente y que ya había dado muestras superlativas de talento con “Wiñaypacha” (2017), su primer largometraje, que fue igualmente seleccionado para representar a Perú en el Oscar y en los Goya, pero que falleció en noviembre de 2021, poco después de que se iniciara el rodaje de “Yana-Wara”, en circunstancias relacionadas a la falta de atención médica en esos mismos territorios.
El filme fue terminado por su tío Tito Catacora, quien ha desarrollado también una carrera como realizador y que, ahora mismo, se encuentra en camino al Sur de California para participar en el evento que ha sido organizado por la American Cinematheque en conjunción con el Consulado General de Perú en Los Ángeles, y que tendrá lugar en Los Feliz 3 (1822 N Vermont Ave, Los Angeles, CA 90027). El ingreso es gratuito, pero es necesario reservar previamente los boletos usando este enlace.
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