Honduras: Sobrevivientes de naufragio pensaron que morirían
TEGUCIGALPA — Los sobrevivientes del hundimiento de dos botes pesqueros hondureños en los que perecieron al menos 27 personas dijeron el jueves que pensaron que también morirían.
“Sólo pensamos en ese momento que íbamos a quedar ahí, pero Dios es grande”, dijo Dexin Freem Ordóñez, uno de los sobrevivientes.
Además de los 27 muertos, otras 58 personas iban a bordo del barco Capt. Waly cuando se fue a pique el miércoles en la madrugada. El otro navío, de nombre Franceli, también se hundió, pero los 49 hombres a bordo sobrevivieron.
Ordóñez dormía cuando su bote zozobró alrededor de las 2 de la madrugada, y cuando se despertó estaba en el mar. Agarró una tabla para mantenerse a flote.
“Los que logramos salir nos salvamos, los que estaban adentro del barco se quedaron todos”, declaró el pescador de 32 años a la prensa local. Dijo que ha estado buceando en esas aguas para capturar langostas desde que tenía 18 años.
A pesar de los reportes de las fuerzas armadas de Honduras de que el bote partió en medio de mal clima, el pescador Axel Dereth Echeverría dijo que las condiciones atmosféricas eran adecuadas.
“El clima estaba calmo, pero creo que una ola grande provocó que nos diéramos vuelta”, afirmó.
Los 27 cadáveres recuperados fueron devueltos a puerto el jueves, mientras que continuaba la búsqueda de seis aún desaparecidos después de que el navío de 70 toneladas se hundió en el Caribe.
Algunos familiares lograron identificar a sus seres queridos, y los cuerpos fueron trasladados de los botes a un área vigilada por el ejército.
“Queremos hacer un proceso rápido de entrega de los cuerpos”, expresó Lisandro Rosales, ministro de la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco).
Un avión militar trasladó 27 ataúdes vacíos desde Tegucigalpa a la región en el noreste de Honduras.
“Lamentamos profundamente el naufragio de nuestros compatriotas en (la provincia de) Gracias a Dios, toda nuestra solidaridad con sus familias”, escribió el presidente Juan Orlando Hernández en su cuenta de Twitter.
El mandatario añadió que las autoridades estaban coordinando las operaciones de rescate y de ayuda para las víctimas y sus familias.
Ana Julia Echeverría, alcaldesa adjunta en Puerto Lempira, dijo que los sobrevivientes serían transportados a sus viviendas y los muertos entregados a sus familiares una vez que se concluyan los registros forenses.
“A todas las familias, que no se preocupen. Que todos los marinos que vienen, sobrevivientes y no sobrevivientes, los vamos a poner en sus casas”, afirmó.
El Capt. Waly se hundió cerca de Cayo Gorda, a unos 120 kilómetros (75 millas) de la costa hondureña.
Los fallecidos fueron identificados como el capitán, un cocinero, un tripulante, 19 buzos langosteros y cinco habitantes del cayo.
El director de la Marina Mercante, Juan Carlos Rivera, dijo que aún se investiga la causa del naufragio.
Según las fotografías, el Capt. Waly zarpó cargado con pequeñas pangas desde las que trabajaban los pescadores.
Honduras es uno de los países más pobres de Latinoamérica, con más de 60% de sus 9 millones de habitantes en la pobreza, y su región costera de La Mosquitia es una de las áreas más empobrecidas.
Miles de hombres en esa zona dependen de la pesca de langostas para ganar lo necesario a duras penas, y en ocasiones pasan semanas en el mar.
El hundimiento de un bote es sólo uno de los peligros que enfrentan los buzos. Cientos han sido afectados por la descompresión, provocada al formarse burbujas de nitrógeno dentro de sus cuerpos. Algunos quedan paralizados. Otros mueren.
Las técnicas estándar de buceo exigen que el ascenso a la superficie sea gradual, de forma que pueda eliminarse el nitrógeno absorbido por los tejidos del cuerpo durante el descenso. También debe limitarse el número de descensos diarios.
Pero muchos de los buzos en La Mosquitia se sumergen a gran profundidad, regresan rápidamente a la superficie y vuelven a descender, apresurándose a recolectar la mayor cantidad de langostas posible. Los botes, en los que pasan días jugando cartas y platicando entre cada inmersión, con frecuencia sólo tienen equipo de seguridad rudimentario y utilizan máscaras y tanques viejos.
Jorge Gómez Santos, expresidente de la Asociación de Misquitos Hondureños Buzos Lisiados, dijo que al menos 2.200 indígenas misquitos trabajan en los botes. Indicó que 14 han muerto tan sólo este año, y cuando menos 1.300 han quedado discapacitados desde 1980.
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