‘Hemos bajado la guardia’: Europa lucha por contener una nueva ola de coronavirus
BERLIN — Funcionarios de salud pública de toda Europa están haciendo sonar la alarma sobre el resurgimiento de casos de coronavirus a medida que los países del continente flexibilizan las medidas y aumentan los viajes internacionales. Algunos expertos advierten que los ciudadanos se han vuelto demasiado complacientes.
El aumento es marcado en países como España, mientras que Europa del Este y los Balcanes, que en gran medida se salvaron de lo peor de la pandemia temprana, experimentan ahora una fuerte alza de episodios.
Boris Johnson, primer ministro de Gran Bretaña, advirtió sobre una inminente “segunda ola” de COVID-19 en toda Europa el martes, mientras que el jefe de la autoridad de salud pública en Alemania reflexionó: “Hemos bajado la guardia”.
Algunos gobiernos ya están tomando medidas para frenar la propagación. Gran Bretaña impuso la cuarentena a las personas que regresan de España, mientras que Alemania y Francia exigen pruebas obligatorias para los viajeros de zonas de alto riesgo, incluido Estados Unidos.
Berlín avanza en las medidas ya que Alemania, que pensó que había vencido con éxito el COVID-19, registra un aumento preocupante en las infecciones. La semana pasada hubo cerca de 4.000 casos nuevos.
Lothar Wieler, jefe del Instituto Robert Koch, autoridad de salud pública de esa nación, se mostró muy preocupado. “No sabemos si es el comienzo de una segunda ola, pero por supuesto que podría serlo”.
Las autoridades consideraron que el levantamiento gradual de las restricciones a la vida pública en todo el continente en los últimos meses generó en la gente una falsa sensación de seguridad. Muchos ya no observan las estrictas reglas de higiene, no usan mascarillas en público ni mantienen distanciamiento social.
El aumento de las tasas de infección podría estar “fuertemente relacionado con la relajación de las medidas”, afirmó Anders Tegnell, epidemiólogo estatal de Suecia. Pero la velocidad del repunte en algunas partes de Europa tomó por sorpresa a algunos expertos. “Pensé que habría una pausa durante el verano”, expresó Arnold S. Monto, médico y epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan. “Creí que se comportaría más como la gripe, y nunca me imaginé que veríamos estos aumentos de casos”.
España es uno de los países más afectados. Se registraron casi 14.000 nuevos casos en la semana que terminó el 26 de julio, con focos regionales en Aragón, Cataluña y Navarra. El Ministerio de Relaciones Exteriores alemán aconsejó el martes descartar cualquier viaje no esencial a las tres regiones.
Francia, que reportó 6.325 episodios la semana pasada, es otro país donde el público se está volviendo menos cauteloso. “Lo sorprendente es que, en las últimas semanas, los franceses han perdido la noción del distanciamiento social y precaución”, enfatizó Jean-François Delfraissy, el principal asesor científico del gobierno francés, la semana pasada. Apelando al sentido del deber cívico, remarcó: “[Nuestras acciones] determinarán si tenemos una epidemia manejable o si habrá demasiados focos que escaparán al control”.
Los turistas son una cuestión particular. Los funcionarios se encuentran preocupados porque los visitantes están contagiando el virus en bares y clubes nocturnos llenos de gente, en los centros turísticos de países como España, y lo luego el patógeno se transmite entre familiares y amigos en casa.
Para hacer frente al aumento de casos se están introduciendo nuevas restricciones. Bélgica endureció este lunes el distanciamiento social e instó al teletrabajo después de registrar un pico en la ciudad de Amberes, donde se impuso el toque de queda. “Lo que me parece alarmante es que cada vez vemos más brotes dentro de las familias, entre grupos de amigos, y eso parece estar relacionado con gente que regresa de áreas de alto riesgo”, afirmó el lunes Jens Spahn, ministro de Salud de Alemania.
Algunos expertos ven paralelos preocupantes con la situación en febrero y marzo, cuando el coronavirus comenzó a extenderse exponencialmente en toda Europa. “De repente los números escalaron, pero de hecho han estado creciendo lentamente durante los últimos dos meses”, afirmó Graham Medley, profesor de modelos de enfermedades infecciosas en London School of Hygiene & Tropical Medicine. “No hay un desencadenante en particular: es solo parte de ese proceso de crecimiento exponencial”.
Rafael Bengoa, ex ministro de salud del País Vasco español, atribuyó el nuevo aumento a los brotes entre los trabajadores agrícolas de temporada, que viven en condiciones de hacinamiento y a menudo son reacios a ser rastreados.
Otro factor fue “el comportamiento de los jóvenes... en discotecas y bares”, no solo en España sino también en Gran Bretaña y Francia. “Eso está creando una situación muy negativa”, agregó. “Asumen que no se infectarán”.
Alemania fue elogiada por su éxito en contener la pandemia hasta ahora, pero su reinado comenzó a tambalear. El número de nuevos casos diarios aumentó de unos 500 a mediados de julio, a 815 el viernes pasado.
Los brotes anteriores se limitaron a lugares específicos, como plantas de procesamiento de carne o residencias de adultos mayores. Pero los últimos se extienden por todo el país. “Hay un aumento en los casos en muchas comunidades diferentes”, comentó Ute Rexroth, líder de vigilancia epidemiológica en RKI. “Puede estar en cualquier lugar”.
Las autoridades de salud pública también expresaron su alarma por el gran aumento de infecciones en países que resistieron los primeros meses de la pandemia relativamente indemnes. Serbia tuvo un gran repunte, con más de 400 casos nuevos por día. La nación impuso un control draconiano al comienzo de la pandemia, pero lo relajó antes de las elecciones nacionales del mes pasado.
Rumania promedia ahora alrededor de 1.000 nuevas infecciones por día y recientemente superó a Polonia para convertirse en el país con el mayor número de casos confirmados en Europa Central y Oriental.
Algunos académicos argumentan que el término “segunda ola” es más aplicable a las enfermedades infecciosas estacionales que al COVID-19.
La noción, que no tiene una definición científica, deriva de brotes pasados de influenza, especialmente en 1918 y 2009, cuando la enfermedad prácticamente desaparecía en el verano y retornaba en otoño e invierno para cobrarse un número mayor de víctimas.
Los investigadores se han sorprendido por lo poco que responde el COVID-19 a las variaciones estacionales de temperatura y comportamiento. “No esperaba que aumentara en verano”, expresó Paul Hunter, profesor de medicina de la Universidad de East Anglia. Un estudio en Japón encontró que las posibilidades de contraer la enfermedad en lugares cerrados son 19 veces mayores que en el exterior, apuntó.
Otros señalan que las mutaciones en el virus de la gripe contribuyeron a las segundas oleadas al aumentar la virulencia y la transmisibilidad. Aunque ha habido algunas mutaciones en el virus que causa COVID-19, no se han observado cambios sustanciales.
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