BEIJING — El trabajador de la compañía petrolera se preguntó por qué tenía que mantener su vacunación en secreto. Las preguntas pasaron por su cabeza mientras leía el acuerdo de confidencialidad, que amenazaba con ser sancionado si le contaba a alguien fuera de la gerencia de la compañía sobre la inyección de COVID-19 que esperaba recibir.
¿Y si algo salía mal? ¿Quién asumiría la responsabilidad? El trabajador sabía que el fabricante de vacunas, China National Biotec Group, parte del grupo farmacéutico estatal Sinopharm, estaba realizando ensayos de esta vacuna en cientos de miles de voluntarios en los Emiratos Árabes Unidos, Perú, Marruecos y otros países.
“Al menos ellos están en una situación controlada y monitoreada”, indicó sobre esos ensayos, y observó cómo cientos de sus compañeros de trabajo se alineaban para recibir la inyección en una clínica en Beijing. “Pero a nosotros no nos pueden ofrecer ninguna garantía. Estamos haciendo un sacrificio por el país”.
El empleado, que no dio su nombre por temor a represalias, es uno de los cientos de miles de ciudadanos chinos que se vacunaron contra el COVID-19 antes de que se haya comprobado la seguridad en los ensayos clínicos. El ejército de China comenzó a vacunarse en junio. Los médicos, enfermeros y empleados de empresas estatales que trabajaban en el extranjero pronto fueron incluidos en un programa de “uso de emergencia”. En septiembre pasado, un ejecutivo de China National Biotec precisó que 350.000 personas más allá de los ensayos clínicos ya habían recibido la vacuna.
La vacunación temprana de personas de alto perfil se convirtió en una forma de mostrar confianza en el sistema médico de China después de un escándalo de 2018, en el que niños estuvieron expuestos a vacunas defectuosas contra la difteria y el tétanos.
En marzo, las imágenes de Chen Wei, una general militar y epidemióloga que lidera uno de los esfuerzos de vacunación contra el coronavirus, fueron ampliamente compartidas por los usuarios de las redes sociales, quienes la elogiaron por aplicarse la inyección antes de que ésta fuese probada en animales. Yin Weidong, director ejecutivo de la compañía biofarmacéutica Sinovac, afirmó a periodistas el mes pasado que fue uno de los primeros en recibir la vacuna después de que ésta pasara las dos primeras fases del ensayo. Aproximadamente el 90% de los empleados de Sinovac se han vacunado voluntariamente antes de tiempo, informó la empresa.
Este mes, China National Biotec Group supuestamente comenzó a ofrecer vacunas gratuitas a los estudiantes chinos que planean viajar al extranjero, según un sitio web de la compañía, que luego fue dado de baja. Más de 93.000 personas se habían inscrito para recibir la vacuna gratuita, conforme esa web. Los estudiantes que habían sido vacunados también hablaron con los medios locales y extranjeros sobre sus experiencias. Pero los medios estatales informaron más tarde que la oferta de vacunas gratuitas “no era real”.
Varias ciudades de la provincia de Zhejiang también comenzaron a ofrecer vacunas fabricadas por Sinovac. En la ciudad de Yiwu, los medios chinos encontraron una clínica que ofrece vacunas por alrededor de $30 cada una, por orden de llegada. La mayoría de los que se vacunaron eran personas que planeaban hacer viajes internacionales, aunque no tenían que demostrarlo, según informes locales.
Ninguna de las vacunas completó los ensayos de fase 3, que a menudo detectan efectos secundarios raros, que pasan inadvertidos en fases anteriores.
Las autoridades sanitarias chinas han dicho que las vacunas son seguras, no tienen efectos adversos graves, y que su “uso de emergencia” está justificado para proteger contra infecciones importadas o un resurgimiento a nivel nacional del COVID-19. Pero los expertos en salud fuera de China cuestionan la seguridad y la ética de tal estrategia, especialmente cuando esa nación ha contenido en gran medida la pandemia de COVID-19.
“Es muy arriesgado porque le están dando la vacuna a personas que están sanas”, consideró Lawrence Gostin, director del Instituto O’Neill de Derecho de la Salud Nacional y Global de la Universidad de Georgetown.
Tal riesgo podría tener sentido en un país donde el virus se propaga rápidamente y los trabajadores de primera línea están constantemente expuestos al COVID-19, como en Estados Unidos, pero los expertos en salud y los fabricantes de vacunas occidentales han sido cautelosos con la implementación prematura de una.
“No esperaría que un país con un sistema regulatorio y de seguridad altamente desarrollado como Estados Unidos, los [estados] de la Unión Europea o Japón permitan ese tipo de acceso amplio a una vacuna no probada”, enfatizó Gostin. “No es ético y es peligroso”.
El trabajador de la compañía petrolera, que generalmente tiene su sede en un país del Golfo Pérsico pero que está atrapado en Beijing desde enero, envió copias a The Times de los formularios de consentimiento y el acuerdo de confidencialidad que debió firmar antes de recibir la vacuna. También proporcionó capturas de pantalla de las discusiones en WeChat entre sus colegas.
El trabajador relató que recibió la vacuna en septiembre como requisito obligatorio para todo el personal que trabaja en el extranjero. Le preocupaba la falta de transparencia o escrutinio en la vacunación masiva de China de los empleados de empresas estatales y otros ciudadanos. No había ningún documento escrito que los obligara a recibir la inmunización, dijo, pero no se autorizaba a los empleados a regresar a sus puestos en el extranjero a menos que estuvieran vacunados.
“¿Da miedo la vacuna? Por supuesto. ¿Pero da temor enfermarse? Sí, siempre se tiene miedo”, destacó el trabajador de la empresa petrolera.
Así las cosas, era “políticamente incorrecto” cuestionar la vacuna en su empresa, agregó. La mayoría de sus colegas estaban ansiosos por aplicársela. Tenían más temor de contraer COVID-19 en el extranjero que de fallas de seguridad en la vacuna.
Algunos gerentes de proyectos estaban apurando las vacunas, dijo, al alentar a los empleados a aplicarse dos inyecciones a la vez en lugar de esperar los 14 o 28 días recomendados entre cada una. “Vi que algunas personas se aplicaban dos vacunas juntas... Pero para ello tienes que decir que estás abandonando el país con urgencia”, escribió un colega que parecía estar coordinando las inmunizaciones del personal, según una de las capturas de pantalla de WeChat. “Creo que ustedes tres pueden esperar para hacer un viaje y volver al proyecto antes... Pregúntenles si pueden recibir las dos inyecciones la vez”, comentó ese colega.
El empleado compartió también un formulario de consentimiento, para avalar lo que estaba informando: “Si necesita viajar al extranjero con urgencia y realmente no puede completar la vacunación de dos inyecciones, puede considerar recibir ambas a la vez, una en el brazo izquierdo y otra en el derecho”, dice el documento.
Aunque no se han observado efectos adversos graves en esta vacuna, el formulario advierte de posibles fiebre, fatiga, diarrea y dolores de cabeza. Otras inmunizaciones en el mercado a veces causaron reacciones severas, como shock anafiláctico. Si eso le sucediera a un sujeto de vacunación, debe “buscar tratamiento oportuno”, establece el documento.
Las dosis de vacuna generalmente se aplican por separado, de modo que la primera inyección “primaria” sensibiliza el sistema inmunológico para que reconozca un nuevo patógeno, mientras que la segunda, de “refuerzo”, estimula niveles más altos de anticuerpos, explicó Keiji Fukuda, director de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Hong Kong y ex funcionario de la Organización Mundial de la Salud.
Aplicar dos dosis el mismo día es un intento de elevar los niveles de anticuerpos, dijo: “El enfoque de refuerzo de la dosis primaria aprovecha cómo funciona el sistema inmunológico de forma natural. El enfoque de suministrar grandes dosis es más como aplicar la fuerza bruta”.
El uso prematuro de vacunas también puede crear una falsa sensación de seguridad, consideró Yanzhong Huang, investigador principal de salud global en el Consejo de Relaciones Exteriores. China afirma que sus vacunas de uso de emergencia son efectivas porque producen anticuerpos, dijo, “Pero ese es un umbral bajo”.
Se necesitan más pruebas para mostrar qué tan efectivos son los anticuerpos, cuánto duran y si pueden proteger contra diferentes cepas del coronavirus, preguntas que no pueden responderse en China, donde la ausencia de un brote activo dificulta comprobar si una vacuna está funcionando.
Un representante de la petrolera dijo por teléfono que “no podía revelar ninguna información” sobre el tema. Sinopharm no contestó las llamadas telefónicas ni respondió a solicitudes de comentarios enviadas por fax para este artículo.
Un reportero de The Times visitó el sitio donde se vacunó al trabajador de la compañía petrolera, una clínica cerca del Parque Olímpico de Beijing, a fines de septiembre. El personal médico confirmó que estaban distribuyendo vacunas contra el coronavirus, pero solo a los empleados de las empresas estatales designadas, y que se habían llenado todos los espacios para citas para el mes siguiente.
Sinovac, la firma cuyas vacunas supuestamente se distribuyen en Zhejiang, no contestó las llamadas telefónicas ni respondió a los pedidos de comentarios enviados por correo electrónico.
La opacidad de los experimentos de vacunas de China ha provocado reacciones violentas. Papua Nueva Guinea se quejó en agosto cuando China envió trabajadores mineros vacunados a su país, sin revelar completamente si formaban parte de un ensayo ni los riesgos que implicaba el tema.
Pero muchos países también claman por las vacunas contra el coronavirus de China, con las cuales el presidente de esa nación, Xi Jinping, se comprometió a hacer un “bien público mundial”. El regulador de salud de Brasil aprobó la importación de seis millones de vacunas de Sinovac esta semana. Los Emiratos Árabes Unidos aprobaron su propio uso de emergencia de una vacuna de Sinopharm en septiembre. Sinovac acordó suministrar 40 millones de dosis a Indonesia en marzo.
China anunció este mes que se uniría a COVAX, una iniciativa global para garantizar la distribución equitativa de vacunas a los países en desarrollo. Sinopharm también dio a conocer este mes que estaba preparando líneas de producción en Beijing y Wuhan para fabricar mil millones de dosis el próximo año.
Tales movimientos reforzaron el poder blando de China independientemente de las preguntas sobre la transparencia de las vacunas, especialmente en comparación con Estados Unidos, que tiene problemas para contener su brote de COVID-19, se retiró de la OMS y se negó a participar en COVAX.
“No podemos reclamar esa autoridad moral cuando acusamos a China de usar la vacuna para lograr sus objetivos de política exterior. No importa lo que estén haciendo, al menos benefician a las personas del mundo en desarrollo”, consideró Huang. “Nos gusta decir que China ejerce la diplomacia de las vacunas, pero Estados Unidos ni siquiera es parte del juego”.
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