La permanencia de los rituales funerarios reales
LONDRES — Cuando murió el abuelo de la reina Isabel II, el rey Jorge V, hace 86 años, muchas casas en Gran Bretaña tenían poca o nada de electricidad y buena parte de la población vivía en barriadas.
La vida en 1936 es irreconocible para los británicos de la actualidad. Pero a pesar de casi un siglo de cambio, las imágenes de los honores de Estado de cuerpo presente de la reina esta semana son casi copias exactas de aquellos de los de Jorge V.
Ambos usaron el vasto Salón Westminster medieval, con su féretro sobre una plataforma púrpura en medio. Una cruz de metal en un extremo del ataúd, el estandarte real sobre el féretro, cirios a las cuatro esquinas y guardias ceremoniales colocados alrededor.
Los historiadores dicen que mantener tales tradiciones consistentemente a lo largo del tiempo es crucial para preservar la reverencia por la monarquía.
“Cuando miras las fotografías es como tratar de encontrar las diferencias, ¿no?”, dijo la historiadora Tracy Borman, autora del libro de historia de la realeza “Crown and Sceptre: 1000 years of Kings and Queens”.
“La gente quiere ver una corona y un cetro, les gusta ver que estas ceremonias se hagan de la misma manera”, agregó. “La gente encuentra cierto consuelo y seguridad por esa naturaleza inalterable. Parece que eso es lo que la gente valora de la monarquía: que nada cambia”.
La reina Isabel II, la monarca con el reinado más largo de Gran Bretaña, quien fue soberana por 70 años, era una roca de estabilidad constante en la vida británica antes de fallecer el 8 de septiembre en Escocia. Incluso en su muerte, la pompa y el boato para conmemorar su fallecimiento evoca rituales elaborados de luto que parecen estar congelados en el tiempo.
Antes de la reina, cinco reyes y reinas británicos han recibido honores de Estado de cuerpo presente en el Salón Westminster, un edificio de más de 900 años que ha estado por siglos en el centro del poder y la política británica. El salón albergó numerosos banquetes medievales de coronación, así como los juicios de Guy Fawkes y Carlos I en el siglo XVII.
La tradición de recibir honores de cuerpo presente se remonta a la época de los Estuardo, quienes reinaron de 1603 a 1714, cuando los soberanos eran velados por días. Pero Eduardo VII fue el monarca que estableció la tradición moderna de los honores de Estado de cuerpo presente en el Salón Westminster en 1910. Imágenes de archivo muestran que, como ahora, las multitudes se formaron en largas filas por el centro de Londres para tener la oportunidad de pasar frente al féretro del monarca.
El historiador Ed Owens considera que esta fue una astuta medida de Eduardo VII para fortalecer el lazo entre la corona y sus súbditos.
“Vio que los honores de Estado de cuerpo presente eran un momento clave que lo llevarían como monarca a tener un contacto cercano con sus súbditos, una última oportunidad para que ellos se despidieran”, dijo Owens, autor del libro sobre la monarquía, los medios de comunicación y el pueblo británico “The Family Firm: Monarchy, Mass Media and the British Public, 1932-1953”.
Este era un momento que podía ser capturado por las nuevas tecnologías de la fotografía y el cine”, agregó Owens. “Y era una manera de decir al país entero y al mundo, que la monarca y la gente estaban en una especie de comunión espiritual”.
Otros miembros de la familia real que recibieron honores de Estado de cuerpo presente en el Salón Westminster son el rey Jorge VI, el padre de Isabel, en 1952, y la reina María, la abuela de Isabel, en 1953. La esposa del rey Jorge VII, la reina Isabel, conocida como la Reina Madre después de que su hija se convirtió en monarca, era la más reciente persona que recibió ese tipo de honores en Gran Bretaña. En cada ocasión acudieron decenas de miles de personas.
Dos antiguos primeros ministros, William Gladstone, en 1898, y Winston Churchill, en 1965, también recibieron estos honores en el Salón Westminster. Churchill también tuvo un funeral de Estado, el último realizado en Gran Bretaña hasta el lunes, cuando la reina Isabel tuvo el suyo.
Este tipo de pompa sigue fascinando porque parece formar parte del deseo perdurable por el ritual, dijo Borman.
La monarquía ostenta “una especie de magnetismo” porque “estás viendo a la historia de frente, ellos representan esa línea centenaria que se remonta (al pasado)”, dijo.
Ese encanto les cae perfecto a los miembros de la realeza, y de hecho, señaló la experta, la casa real ha estado “absolutamente dedicada” a mantener la naturaleza perenne de ese tipo de ceremonias.
“Eso es muy deliberado, creo”, dijo Borman. “Supongo que el corazón de esto es impedir que la gente se deshaga de la monarquía”.
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