Ceremonia budista para niños muertos en escuela de Tailandia
UTHAI SAWAN, Tailandia — Las familias llegaron con flores, muñecos, palomitas de maíz y cajitas de jugo para ofrendar a los niños asesinados en una guardería en Tailandia, como parte de una ceremonia budista celebrada el domingo para guiar a las almas jóvenes de regreso a sus cuerpos.
“Regresa a tu casa” y “regresa con nosotros”, expresaban los familiares en la guardería vacía, muchos con lágrimas en los ojos.
El ataque con armas y cuchillos en el Centro de Desarrollo Infantil en Uthai Sawan fue el peor asesinato en masa de Tailandia. El exoficial de policía Panya Kamrap, de 34 años, mató a dos docenas de personas en la guardería antes de cobrar más vidas mientras huía, incluidos su esposa y su hijo, dijo la policía. Luego se suicidó.
Las ceremonias se llevaron a cabo el domingo en tres templos, donde las 36 víctimas, en su mayoría niños en edad preescolar, fueron llevadas antes de los ritos funerarios y la cremación el martes.
Maneerat Tanonethong, cuyo hijo Chaiyot Kijareon, de 3 años, fue asesinado en la guardería, dijo que los rituales la estaban ayudando con su dolor.
“Estoy decidida a tratar de dejar esto, que no guardaré rencor al perpetrador y entenderé que todo esto terminará en esta vida”, dijo la madre.
En el templo de Rat Samakee, los miembros de la familia se sentaron frente a los pequeños ataúdes mientras los monjes budistas cantaban oraciones. Colocaron bandejas de comida, juguetes y leche por todo el templo como ofrendas a los espíritus de los niños asesinados.
Hicieron ofrendas de las comidas favoritas de sus hijos y encendieron incienso y velas mientras imploraban que las almas de los niños regresaran a sus cuerpos.
Muchos budistas en Tailandia creen que, en caso de muerte no natural, el alma queda varada en el lugar donde la persona pereció y debe reunirse con el cuerpo antes de un eventual renacimiento.
El primer ministro, Prayuth Chan-ocha, y miembros de su gabinete asistieron a las oraciones vespertinas en los tres templos. Prayuth estuvo acompañado de los viceprimeros ministros, Prawit Wongsuwan y Anutin Charnvirakul.
La policía indicó que el atacante era un sargento de policía despedido a principios de este año luego de ser acusado de un delito de drogas.
Un empleado de la guardería informó a la prensa local que el hijo de Panya asistía al centro, pero faltó casi un mes. La policía cree que Panya estaba bajo estrés por las tensiones entre él y su esposa, y problemas de dinero.
El ataque ha conmovido a todos en la pequeña comunidad, y ha atraído la atención de los medios de comunicación internacionales a la remota zona rural. El domingo, las autoridades tailandesas multaron a dos periodistas de la CNN por trabajar en el país con visado de turista, pero les eximieron de responsabilidad por entrar en la guardería, diciendo que habían filmado dentro creyendo que habían obtenido permiso.
El subjefe de la policía nacional, Surachate Hakparn, declaró que los periodistas fueron invitados a entrar en el edificio por un voluntario o un funcionario de sanidad, y que no sabían que esa persona no estaba autorizada a permitirles la entrada.
Los periodistas implicados pidieron disculpas en un video.
En un comunicado, Mike McCarthy, vicepresidente ejecutivo y director general de CNN International, dijo que el equipo pidió permiso para entrar en el edificio, pero “ahora sabemos que estos funcionarios no estaban autorizados a conceder este permiso.”
Suscríbase al Kiosco Digital
Encuentre noticias sobre su comunidad, entretenimiento, eventos locales y todo lo que desea saber del mundo del deporte y de sus equipos preferidos.
Ocasionalmente, puede recibir contenido promocional del Los Angeles Times en Español.