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China se prepara para nuevas tensiones con Trump sobre comercio, tecnología y Taiwán

En esta imagen del sábado 29 de junio de 2019 se observa al presidente estadounidense
En esta imagen del sábado 29 de junio de 2019 se observa al presidente estadounidense Donald Trump en un encuentro con su homólogo chino Xi Jinping durante una reunión en el marco de la cumbre del G20, en Osaka, Japón.
(Susan Walsh / Associated Press)
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La primera vez que China tuvo que lidiar con Donald Trump en la Casa Blanca, se desató una guerra comercial, hubo una violación en el protocolo que involucró a la exgobernante de Taiwán, y un distanciamiento entre dos mandatarios que alguna vez fueron muy cercanos.

Mientras Trump se alista para iniciar su segundo mandato, China se prepara para una nueva incertidumbre en sus relaciones con Estados Unidos y renovadas tensiones en cuestiones como el comercio, la tecnología y Taiwán.

Se avecina una nueva guerra arancelaria

Si Trump cumple sus promesas de campaña, quizá la mayor consecuencia para China está relacionada con sus amenazas de imponer aranceles del 60% a todas las exportaciones chinas hacia Estados Unidos.

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Aranceles de esa magnitud serían un duro golpe para una economía China de por sí inestable, la cual sufre de una alta tasa de desempleo entre los jóvenes, una prolongada crisis inmobiliaria y una deuda gubernamental. Un arancel del 60% sobre las importaciones chinas podría reducir en 2,5 puntos porcentuales, o cerca de la mitad, el crecimiento económico proyectado de China, según un análisis que UBS publicó hace unos meses.

Durante la presidencia anterior de Trump, Washington impuso aranceles a más de 360 mil millones de dólares en productos chinos. Eso llevó a Beijing a la mesa de negociaciones, y ambas naciones firmaron un acuerdo comercial en 2020 en el que China se comprometía a mejorar los derechos de propiedad intelectual y a adquirir 200 mil millones de dólares adicionales en productos estadounidenses. Años más tarde, un grupo de investigación descubrió que China prácticamente no había comprado ninguno de los productos que había prometido.

El presidente Joe Biden mantuvo la mayoría de esos aranceles y este año agregó algunos más a importaciones de productos como acero, paneles solares y vehículos eléctricos.

Al igual que la última vez, los aranceles podrían servir como una herramienta para obligar a Beijing a presentarse a la mesa de negociaciones, dijo Henry Gao, profesor de derecho en la Universidad de Gestión de Singapur que se especializa en comercio internacional.

“Dada la débil posición económica de China en esta ocasión, creo que habrá más disposición al diálogo”, explicó. “Por lo tanto, si bien los aranceles podrían tener algunos efectos a corto plazo en la economía china, la situación podría mejorar una vez que alcancen un acuerdo”.

A las negociaciones comerciales podría sumarse el llamado de Trump a su homólogo chino Xi Jinping para ayudar a alcanzar una resolución a la guerra en Ucrania, la que Trump asegura que podrá poner fin rápidamente, aunque no ha dicho como.

Trump buscó anteriormente la ayuda de Xi para hacer frente al gobernante norcoreano Kim Jong Un. Esta dinámica podría repetirse, mientras Trump contempla sus opciones comerciales y el apoyo de China en crisis globales, indicó Wang Huiyao, fundador del Centro para China y la Globalización, un grupo de expertos con sede en Beijing.

“China es el mayor socio comercial tanto de Rusia como de Ucrania”, escribió Wang en un comentario reciente. “Estos estrechos lazos económicos le dan a China una oportunidad única para jugar un papel central en las labores de pacificación”.

Dispuesto a volverse ‘loco’ por Taiwán

Existe un escenario en el que Trump ha amenazado con imponer aranceles aún más altos —del 150% al 200%— sobre los bienes chinos: si China invade Taiwán, una democracia autónoma que Beijing reclama como parte de su territorio.

Estados Unidos no reconoce a Taiwán como un país, pero es su aliado principal y su mayor proveedor de armamento.

Trump enfureció a Beijing en diciembre de 2016 cuando aceptó una llamada de felicitación de la entonces gobernante de Taiwán, Tsai Ing-wen, lo que significó una violación al protocolo diplomático. Ningún presidente de Estados Unidos había hablado directamente con un presidente taiwanés desde que Washington y Beijing establecieron relaciones en 1979.

Las acciones de Trump provocaron ansiedad entre los grupos de expertos, pero en última instancia el mandatario mantuvo su apoyo al statu quo en las relaciones entre Taipéi y Beijing.

China tiene previsto que Trump mantenga esa lína, dijo Zhu Feng, decano de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad de Nanjing.

”¿Querrá dar un giro y apoyar la independencia de Taiwán? Es poco probable”, subrayó.

En cuanto a las repetidas amenazas chinas de anexarse Taiwán, Trump declaró el mes pasado al The Wall Street Journal que no tendría que usar la fuerza militar para evitar un bloqueo de Taiwán porque Xi “me respeta y sabe que estoy loco”.

Durante su campaña, Trump habló en ocasiones sobre su relación personal con Xi, la cual comenzó de forma exuberante durante su primer mandato pero ambos mandatarios se distanciaron por desacuerdos en materia comercial y los orígenes de la pandemia de COVID-19.

Pero Trump también ha dicho que Taiwán debería pagarle a Estados Unidos por defenderlo de China, comparando la situación con un seguro. Taiwán invierte aproximadamente el 2,5% de su PIB en defensa y este año gastó cientos de millones de dólares en armamento estadounidense.

Trump ha mantenido intencionalmente un sentido de incertidumbre en su relación con China, dijo Da Wei, director del Centro para la Seguridad y la Estrategia Internacional de la Universidad de Tsinghua en Beijing.

“Los desafíos están claros”, dijo. “Son las oportunidades las que aún no hemos visto con claridad”.

Disputas sobre chips

Durante su primer mandato, Trump comenzó a apuntar a las empresas tecnológicas chinas por preocupaciones en materia de seguridad, enfocándose en las grandes compañías como el gigante de las telecomunicaciones Huawei. Biden mantuvo esa dirección al imponer restricciones al acceso de China a semiconductores avanzados, los cuales son necesarios para el desarrollo de industrias estratégicas como la inteligencia artificial.

Pero Trump ha criticado la Ley CHIPS y Ciencia que promulgó Biden, una iniciativa bipartidista que asignó 53 mil millones de dólares para el desarrollo de la fabricación de semiconductores dentro del país. Actualmente, Taiwán produce casi el 90% del suministro mundial de los chips más avanzados.

El mayor fabricante de semiconductores de la isla, TSMC, expandió su producción en Arizona, en parte para responder a la Ley CHIPS, y en parte como preparación para resistir cualquier otra política proteccionista que imponga Estados Unidos, dijo Shihoko Goto, director del Programa Indo-Pacífico en el Centro Wilson.

Trump ha prometido eliminar la Ley CHIPS, aunque sus detractores aseguran que eso socavaría su campaña para reindustrializar al país. El republicano también ha acusado a Taiwán de “robar” la industria de chips de Estados Unidos hace décadas.

“Más que proporcionar un escudo de silicio, el dominio de Taiwán en la industria de chips podría ser en realidad la fuente de tensión entre Taipéi y Trump, ya que los éxitos de Taiwán en el sector pueden ser considerados como sólo posibles como resultado de que se aprovecharon de Estados Unidos ”, dijo Goto.

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